Desigualdad, corrupción e impunidad; los problemas de México

Desigualdad

 

En 1811 Alexander Von Humboldt, escribió sobre nuestro país:

“México es el país de la desigualdad, acaso en ninguna parte la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población… La capital y otras muchas ciudades tienen establecimientos científicos que se pueden comparar con los de Europa. La arquitectura de los edificios públicos y privados, la finura del ajuar de las mujeres, el aire de la sociedad: todo anuncia un extremo de esmero que se contrapone extraordinariamente a la desnudez, ignorancia y rusticidad del populacho…».

 

En 1843 Madame Calderón de la Barca, que escribió lo vio; retrató también como Von Humboldt la desigualdad mexicana. Pero además; es cierto que al final quedó fascinada por la cultura y el pueblo mexicano; pero en sus primeras impresiones expresó su opinión sobre la participación política de la sociedad mexicana; a la que calificaba como “negativa”. Acotaba diciendo que en México ““sólo se requiere un gobierno estable para hacer de este país uno de los primeros del mundo”.

Aunque sentenciaba;

“Todo está en decadencia y todo se va esfumando, y tal parece que los hombres confían en un futuro ignoto que quizás nunca verán”.

 

Álvaro Obregón, presidente de México de 1920 a 1924 cuando se refería a la corrupción decía:

Nadie aguanta un cañonazo de 50 mil pesos”

 

En 1950 Ernesto “Che” Guevara; en las cartas que dirigía a sus familiares cuando abandona Guatemala y llega a México, les dice:

“Me recibe la ciudad, mejor dicho, el país de las mordidas, con toda su indiferencia de animal grande, sin hacerme caricias ni enseñarme los dientes… Aquí también se puede decir lo que se quiere, pero a condición de poder pagarlo en algún lado; es decir, se respira la democracia del dólar… Ya he andado en México lo suficiente para darme cuenta de que la cosa aquí no va a ser muy fácil, pero vengo con espíritu a prueba de balas…”

 

Augusto Monterroso dijo:

«la única característica, realmente hiper-real de México es su desigualdad social; la miseria que caracteriza la vida cotidiana de la inmensa mayoría de los mexicanos».

 

Por su parte, el ingenio y la sabiduría popular mexicana ha aportado al diccionario político nacional, frases geniales que retratan a la corrupción; uno de nuestros problemas fundamentales.

“Ayúdeme a ayudarle”

“Ahí nomás pa´ los chescos”

“Póngase la del Puebla”

“No importa que robe, pero que salpique»

“No quiero que me den, sino que me pongan donde hay»

 

Respecto a los intentos populares de atajar la desigualdad; las redes sociales son profusas en mostrarnos, la manera cómo los mexicanos resolvemos el día a día.

A falta de recursos para resguardar con lo mejor de la seguridad electrónica los hogares; muchos paisanos deciden poner botellas quebradas sobres las bardas hogareñas. El aspersor de agua de la jardinera puede ser de botellas PET y así pudiéramos seguir enumerando las formas y los modos de como el mexicano sustituye con su ingenio todo aquello que le hace falta y que muchos otros sí tienen.

Y es que en México, el ingenio es centenario. Pero también lo es la desigualdad.

Y no está mal que seamos un país lleno de personas ingeniosas que pese a las adversidades sabemos sacar adelante a la familia y todas nuestras responsabilidades como personas adultas. El problema es que ese ingenio tuvo que ser desarrollado a partir de la falta de oportunidades y la universalidad de la desigualdad en nuestro país.

Ello porque nuestra clase política no ha sabido nunca ni ofrecer los satisfactores materiales en la época de “mercados cerrados” ni generar las condiciones de competitividad adecuadas en esta era de mercados globales a todos los mexicanos.

Ello hace que la desigualdad mexicana tiene características universales porque está y se siente en todos lados.

Lo mismo ocurre en los niveles de ingreso, por ejemplo entre hombres y mujeres a pesar de que realicen el mismo trabajo. Entre el campo y la ciudad; entre el norte del país industrializado, proveedor de servicios y exportador; y el sur agropecuario, proveedor de materias primas, que vive de las transferencias federales y de los programas sociales, que no de proyectos productivos. Incluso nuestras fronteras son distintas en cuanto a su infraestructura, su cuidado y su vigilancia; sin hablar de la brecha del bienestar que existe entre quienes las habitan.

¿Por qué la desigualdad ha sido la “cruz” de México; nuestro lastre más significativo; la tarea pendiente que nuestras políticas no han resuelto?

¿Porque se perpetúa y perpetúa, así cambien los perfiles de gobierno, los grupos políticos, las políticas públicas?

Sencillamente porque la desigualdad coexiste con la corrupción y la impunidad.

Ahora bien: ¿Por qué la corrupción y la impunidad no se han erradicado en México?

¿Por qué un escándalo político o de corrupción -en México están a la orden del día- no logra derribar a un político?

Porque a pesar de que las ansias de libertad y de igualdad siempre han estado presentes en nosotros los mexicanos; lo mismo para quitarnos la opresión de la corona española en la independencia, que para sacudirnos el yugo porfirista y luego el priista; la realidad es que quienes han triunfado y sometido a sus enemigos; han reproducido los vicios y las prácticas políticas de sus antecesores.

Ha habido aspiración nacional, pero lo que nos ha faltado es voluntad política; precisamente de las sucesivas clases políticas que nos han gobernado.

¿Ante ello solo queda el ingenio mexicano?

 

A pesar de la independencia, de la guerra de reforma, de la revolución, del cambio de modelo económico cerrado a uno abierto, de la sacudida a la conciencia social mexicana que significó el neozapatismo, de la salida del PRI de Los Pinos, del reconocimiento como un derecho humano a la salud, a la educación y al empleo -entre otros- y de nuestra transición democrática, por mencionar algunos movimientos sociales y políticos mexicanos; la desigualdad sigue viva; como también la corrupción y la impunidad.

La tarea pendiente es lograr la distribución progresiva del ingreso para atajar la desigualdad como dicen los economistas o lograr una sociedad más igualitaria como dicen los intelectuales.

¿Por qué distribuir progresivamente los ingresos o cómo construir una sociedad más igualitaria?

Primero identificando el problema claro está. No digo que es el único camino, pero no me parece que exista conexión entre programas sociales y mercado de trabajo; concretamente:

Es obvio que si la ayuda social a las familias es eficiente ¿lo es en México?, los niños y los jóvenes crecerán sanos o en su caso sobrevivirán a la siempre presente desnutrición infantil. Después irán a la escuela -¿las hay suficientes en México?- seguramente si están ya en el nivel medio superior o superior, serán sujetos de la beca de manutención para que no abandonen las aulas.

 

Pero ¿Y después qué?

Seguramente a engrosar las filas del desempleo. Probablemente irán al sector informal de la economía. También cabe la posibilidad de la migración hacia el centro urbano más cercano o incluso Estados Unidos.

Es decir, la posibilidad de lograr obtener un ingreso más o menos decente no está en tu comunidad, no está en una profesión, no está tampoco en la economía formal. Esa posibilidad está más allá de las fronteras mexicanas; en Estados Unidos y eso es lo trágico del asunto.

Nuestro país no ofrece a sus ciudadanos la posibilidad de obtener un ingreso decente. Esa posibilidad la encuentra en otro país, con los riesgos de todo tipo que ello representa.

Así no se generan las condiciones necesarias para erradicar la desigualdad.

La corrupción y la impunidad obstaculizan la concreción de esa aspiración mexicana. Y lo hacen, tanto que parece que ya nos acostumbramos a ser un país desigual.

Por eso la mofa a nuestra condición que se expresa a través de nuestro ingenio.

Por ello la tarea -y la agenda- ciudadana de los próximos años debe de ser atendiendo las coyunturas nacionales, pero sobre todo pugnar por la transparencia de los recursos públicos, el ejercicio claro y eficiente de los recursos públicos federales, estatales y municipales y la rendición de cuentas efectiva de nuestra clase política.

Si le cerramos a la clase política la llave de la impunidad que recrea la corrupción; la brecha de la desigualdad comenzará a cerrarse porque las políticas públicas ya no estarán sujetas a la voluntad de los gobernantes en turno y serán políticas eficientes.

En esa tarea los ciudadanos somos parte esencial.

Twitter: @GerardoCoutino 

Correo: geracouti@hotmail.com

 

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