Premio Chiapas: un vaivén

 

Conste que no soy partidario de los premios, y menos de aquellos que las propias instituciones reparten entre sus empleados. Endogamia ridícula pero que supone una especie de retroalimentación de la que algunos se enorgullecen y vanaglorian. No es el caso del Premio Chiapas, instituido para reconocer a figuras chiapanecas, mexicanas o extranjeras que han realizado un destacado aporte al conocimiento de nuestro estado. Por tal motivo, y como ocurre en muchos casos, las ambigüedades han provocado que personas de distinta trayectoria, llamémoslos buenos ciudadanos, hayan sido propuestos para recibirlo, aunque el origen del premio no tuviera tal perfil.

Dicho esto, el Premio Chiapas ha sufrido vaivenes de muy diversa índole. Se ha reconocido a destacadas personalidades de amplio curriculum y contrastado trabajo, pero también han existido etapas donde el amiguismo y los compromisos políticos y familiares se han impuesto por encima de lo solicitado y requerido para recibir el galardón. El poder temporal en Chiapas todo lo atraviesa, y no cabe duda que este reconocimiento ha vivido a la sombra del mismo en ciertos periodos de gobierno.

Andrés Fábregas es un referente en la antropología y en la gestión de instituciones educativas. Fotografía: Laura Fernández

Andrés Fábregas es un referente en la antropología y en la gestión de instituciones educativas. Fotografía: Laura Fernández

La última entrega, aunque con retraso, se acaba de realizar a dos chiapanecos: Andrés Fábregas Puig y Óscar Wong. Mis conocimientos poéticos no pueden juzgar al segundo, pero es de esperar que ahora sí el jurado haya acertado como lo ha hecho con Andrés Fábregas, incansable constructor de instituciones, impulsor de investigaciones e investigadores en y para la sociedad chiapaneca. Bien merecido premio que debe, con toda la carga que significa el deber, alentar una nítida separación de jurados y propuestas del poder gubernamental en turno.

El Premio Chiapas puede y tiene que ser un orgullo para los chiapanecos, sea o no nacido en la tierra quien lo reciba, ya que el conocimiento es universal y no tiene registro de nacimiento. Si a ello se le añade la total independencia de los jurados y la claridad y difusión de la convocatoria tal vez el premio recobre la dignidad que tuvo y, repito, represente a la sociedad que lo otorga. Buen deseo y, se espera, logro de futuro.

 

 

 

 

 

 

 

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