Las elecciones versión 2016 y sobrevivencia del sistema político

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Desde 1994 siempre los analistas nacionales han venido sosteniendo que desde las elecciones de ese año y las sucesivas; dichos procesos electorales nacionales siempre han recibido el apelativo de “la madre de todas las elecciones”.

En ese año de 1994 de gran crisis política que hizo tambalear al sistema político mexicano, el PRI apenas pudo sacar victorioso a su candidato nacional Ernesto Zedillo.

Pero en las elecciones intermedias de 1997, por primera vez en su historia pierde la mayoría legislativa en la Cámara de Diputados. En consecuencia desaparece la mayoría parlamentaria, la aplanadora priista; pero aun así el sistema político sobrevive y aparece el concepto de “alianzas políticas”.

El problema es que las “alianzas políticas” no lo fueron nunca. Lo que vimos y -vemos también ahora- son simples alianzas electorales.

Ganar elecciones para acceder al poder.

Por ende, si las alianzas son solo electorales; los beneficios para la ciudadanía nunca llegarán.

Con la mayoría en la cámara baja y con los mecanismos de alianzas, por ejemplo; ¿La oposición se preocupó por cambiar el rumbo neoliberal de nuestro país?

Absolutamente no.

 

Cito textualmente a Felipe Calderón que en ese 1997 era Presidente del PAN y también con el tiempo llegó a la Presidencia de la República:

“…la tarea más importante de los mexicanos, independientemente de los partidos y, desde luego, también de los partidos, es construir rápidamente el diseño institucional que sustituirá ese sistema político, que murió entre el 21 de junio y el 6 de julio de 1997”.

“Se requiere un esfuerzo pertinaz, constante, para hacer a un lado lo viejo de este sistema Construir uno más sólido llevará su tiempo, pero se construirá”.

Es decir, nuestros políticos siempre han sabido lo que es correcto, y sin embargo no lo hacen; aun y cuando tengan la oportunidad de transformar las condiciones políticas de nuestro país, como la tuvo Felipe Calderón.

Sobrevive el sistema político porque aun y con la alternancia, con el avance de la oposición; las alianzas revitalizaron a los partidos políticos y a pesar de que en ese año la cámara de diputados era completamente opositora; no se erradicó una práctica política mexicana por excelencia: el sometimiento y la servidumbre hacia el presidente.

De 1997 al 2000, el mundo vio con sorpresa como el PRI perdía las elecciones presidenciales. Fox llega a la presidencia porque el presidencialismo -que no el régimen político- hace crisis.

El PRI dejaba la presidencia nacional que había suya desde 1929 cuando se llamaba Partido Nacional Revolucionario o simplemente PRN.

Dejó de ser la maquinaria de cuadros políticos, la que formaba, premiaba o disciplinaba; para convertirse en simple maquinaria electoral, al servicio de los intereses personales de los políticos en turnos.

 

Del año 2000 a la fecha, en México se ha consolidado la democracia representativa, las alianzas electorales, los acuerdos políticos, la ciudadanización de los instrumentos electorales.

El problema es que todo ello está sometido a ya no intereses partidistas, sino de camarillas políticas.

Las elecciones del 1994, de 1997, de 2000, fueron denominadas las “madres de las elecciones”.

La del 2006 fue la más cerrada de todas, significó la consolidación del panismo. A expensas del crecimiento y el reconocimiento al PRD. En el 2012 llega al poder el Presidente Peña Nieto y su ascenso a Los Pinos significó el regreso del PRI a la presidencia nacional.

¿Es un retroceso la llegada del PRI a la presidencia de la república?

No es un retroceso. Lo que pasa es que el PRI nunca se ha ido del imaginario político mexicano. Los demás partidos políticos han rescatado sus peores prácticas y por ello el sistema político mexicano no cambia.

Pero regresando a las alianzas electorales, que no políticas; las elecciones no pueden entenderse sin la participación de la sociedad.

Es la sociedad la que legitima a los candidatos cuando acude a las urnas a votar por ellos.

El problema es que no es tomada en cuenta cuando de elegir candidatos se trata. Mucho menos cuando se requiere crear la plataforma social y económica de los gobiernos.

La sociedad y todos sus sectores, son convocados a foros de discusión, mesas de análisis solo para validar las propuestas de los candidatos.

Es decir, en materia de política -y poder político por supuesto- la sociedad tiene poca participación y presencia. La sustituían antes el sistema corporativista priista y ahora las organizaciones oficialistas.

 

¿Dónde está la sociedad mexicana que quiere participar ahora en política?

¿Dónde están los que realmente quieren transformar a México?

Unos lo hacen a través de las redes sociales.

Otros con el activismo social.

Sin embargo, la participación de la sociedad civil ha vitalizado la vida política nacional. Hoy tienen una agenda que no tienen los políticos mexicanos profesionales.

Si Salinas y Zedillo modernizaron y crearon nuevas instituciones nacionales; ese empuje y la agenda de las transformaciones ya no es más del gobierno federal.

La sociedad civil realiza acciones de medio ambiente, promueve la equidad de género, exige y forma para la protección de los derechos humanos, pide el cumplimiento de la transparencia y la rendición de cuentas y también ha abanderado causas de diversidad sexual.

 

¿Qué falta?

Falta que todo ello sea parte de una plataforma política nacional y que un partido político abandere verdaderamente estas causas ciudadanas.

¿Hay partidos que lo hagan?

Absolutamente no.

Ellos están pensando en la nueva madre de todas las elecciones. Las que se realizarán en doce estados de la república este domingo venidero.

No he seguido puntualmente ni encuestas ni condiciones políticas de alguna de las doce elecciones. Lo que es evidente es que -pensando en el 2018-, hay necesidad priista de retener doce gubernaturas, que en algunos estados pelea contra el PAN o PRD y que MORENA es la revelación electoral.

Unos dicen que si podrá el PRI ganar doce estados, otros no. La verdad quien sabe. Pero aún tiene el PRI otra opción: la de conservar el caudal de votación del 2012, sin importar si pierde o gana las doce gubernaturas; con ello se asegura viabilidad como partido político con posibilidades de retener la presidencia.

Pero no se dice que necesita la ciudadanía para el 2018. Sencillamente porque está divorciada ya del poder político.

En ese sentido, hay dos agendas en el país: la del sistema político que busca sobrevivir y la de la ciudadanía que exige resultados en los asuntos de medio ambiente, derechos humanos, participación social, etcétera y que ahora ha anotado en la agenda social, los temas de combate a la corrupción, la impunidad y el acceso a la transparencia gubernamental.

La clase política está pensando en que a partir de este domingo, con las elecciones; comienza la carrera hacia las elecciones del 2018 por la presidencia de México.

No está pensando en la agenda social y económica que necesitamos los mexicanos.

Para ellos es la oportunidad de sobrevivir más años administrando la abundancia.

El asunto es que al sistema político cada vez se le acaban los argumentos para sostenerse. Pero es dueño de la maquinaria y los sistemas electorales. A pesar de ello -y aunque parezca un contrasentido- las claves de las transformaciones políticas mexicanas pasan por las elecciones y el voto.

El problema es que hay que razonarlo.

 

Posdata:

Un auténtico revoltijo es ya en Chiapas la crisis educativa. Tanto CNTE SNTE como el gobierno, quieren arrebatarse el control de la educación. Eso se llama monopolios; uno basado en la ley y el otro es fáctico.

El asunto es que somos el estado más atrasado de México y los “tratos especiales” solo ahondarán la brecha del desarrollo que nos separa del resto del país. Personalmente esa posición magisterial no la comparto.

Hoy los sistemas de indicadores son nacionales e incluso supranacionales. Si no es así, las brechas que separan a los más pobres de los ricos se ensanchan y no se detienen nunca.

Una verdadera tragedia nos espera si las condiciones políticas se imponen por sobre nuestras necesidades reales de transformación de la educación.

Como somos pobres -y probablemente como ya nos acostumbramos- se nos nubla el horizonte de las oportunidades que nuevas generaciones desperdiciarán si no transformamos nuestra educación.

El país necesita la reforma. Y la necesita con urgencia. Pero también se necesita el diálogo y escuchar las voces magisteriales.

Nada que se imponga por la fuerza tiene validez.

 

¿El Congreso de la Unión les preguntó a los maestros si querían la reforma educativa?

Probablemente luego de las elecciones de este domingo, veamos más firmeza en las acciones gubernamentales. Pero siempre, lo mejor será el diálogo.

En lo social, Chiapas para atajar la efervescencia social necesita muchas cosas -pero con urgencia- lo que es necesario realizar primero es un programa de reactivación económica, que haga crecer económicamente a los municipios, primero con créditos a comerciantes, emprendedores, pero también con proyectos de impacto regional.

Lo demás es cuestión política, y como hemos dicho líneas arriba; ahí las agendas son otras.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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