Conflicto magisterial, violencia política y efectos colaterales

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La primera noche ellos se acercan

y cogen una flor de nuestro jardín,

y no decimos nada.

La segunda noche, ya no se esconden,

pisan las flores, matan nuestro perro

y no decimos nada.

Hasta que un día,

el más frágil de ellos,

entra solo en nuestra casa,

nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo,

nos arranca la voz de la garganta.

Y porque no dijimos nada,

ya no podemos decir nada.

Vladímir Maiakovski

¿Cuándo surge la violencia política?

Evidentemente que cuando todas las puertas de negociación política se cierran.

Específicamente, surge cuando las personas o los grupos políticos organizados piensan que las cúpulas políticas en el poder, no podrán o no querrán responder a sus demandas que pueden ser de orden social, político, económico o ideológico.

Si las puertas de la negociación se cierran; entonces el grupo o la organización desplazada justifican la violencia porque intentan perseguir sus propósitos. Pero también las cúpulas políticas que cierran las puertas a la negociación, justifican el contraataque.

También surge cuando se intentan imponer medidas políticas y económicas que pueden ser justas y necesarias; pero que son impopulares o que afectan a una numerosa masa social.

El resultado es violencia por todos lados. De abajo hacia arriba o de arriba hacia abajo.

Incluso el desgaste de una organización o la inacción gubernamental, también es una forma de violencia política. Lo es porque también tiene efectos colaterales.

Hay violencia unilateral del Estado; como la tortura, la represión policial e incluso la financiera, cuando se niegan apoyos a determinados grupos.

Pero también hay violencia política desde abajo; las rebeliones, las revueltas y estas son -o intentan- ser contenidas con métodos de contrainsurgencia; lo que redunda en más violencia.

 

Ahora bien ¿Qué teorías explican la violencia política?

La teoría del conflicto social, de perfil marxista; dice que los conflictos y la violencia política surgen por las contradicciones. Hay conflictos porque los recursos son escasos y la clase social alta tratará de mantener sus privilegios, poder, estatus y posición social. Por ello siempre intentará influir en la política, en las instituciones y en todo lo que pueda, con el fin de proteger sus intereses. Los demás intentarán arrebatarle ese poder a la clase social alta.

El funcionalismo estructural, explica que la violencia política surge cuando los equilibrios de la sociedad se rompen. Tal como Herbert Spencer dice; las normas, las costumbres, las tradiciones y las instituciones tienen que funcionar como un órgano; si alguno de ellos falla, aparece la violencia política.

La teoría de la acción colectiva dice que la función principal de una organización es la promoción de los intereses comunes de los grupos de individuos. La aceptación de una organización bajará si esta no fomenta el interés común de sus miembros. Sin embargo, cada miembro de la organización tiene sus propios intereses individuales que difieren de los intereses de otros miembros. De esta manera, debido a sus propios intereses una persona decide participar o no participar en una rebelión en base a los beneficios y costos.

Ya sea con análisis marxista, estructuralista o de teoría de juegos; el análisis de la violencia política tiene un componente de decisión individual, colectiva y también económica.

Pero específicamente, en el contexto mundial en que vivimos de globalización y neoliberalismo; a pesar de los avances mundiales en derechos humanos, respeto a la diversidad y tolerancia; la violencia política no cesa.

 

¿Por qué no cesa?

Porque el modelo económico en el que vivimos a pesar de que promueve las libertades políticas y económicas, en el fondo es excluyente.

Evidentemente que México, no es un país aislado del resto del mundo; desde 1988 con Carlos Salinas de Gortari el gobierno federal ha promovido la implementación de políticas públicas neoliberales. Estas políticas desde su origen significaron un choque o confrontación gobierno con ciudadanos.

Era de esperarse, la paz social que se vivió en México cimentada en políticas públicas keynesianas, es decir de intervención gubernamental en la economía a través de los controles de precios o los subsidios; solo fue interrumpida -pero no cimbrada- por la lucha guerrillera en Guerrero, por el movimiento de los médicos mexicanos en los años 60s, por la resistencia civil del Doctor Salvador Nava en San Luis Potosí, por el movimiento ferrocarilero y por la lucha magisterial del peón de hacienda, maestro rural y legendario líder Othón Salazar, quien fundó en 1957 el Movimiento Revolucionario del Magisterio.

El quiebre de la paz social en México vino con los asuntos estructurales que cambiaron en 1968.

Los demógrafos dicen que se trató de un “aumento en la juventud” del país; por lo menos en el protagonismo -o al menos buscándolo- dejando de ser invisibles, porque México dejaba de ser un país rural para convertirse en uno urbano, con todo lo que ello implica.

Fue la época en que después de la Revolución Mexicana la “pirámide” de la población fue, según el modelo de la transición demográfica, “expansiva”; es decir muy ancha en su base, lo que indica altas tasas de natalidad.

En ese modelo de transición demográfica “expansiva”, los jóvenes reclaman empleo y claro está; participación política.

El otro quiebre fue en 1994, con la irrupción neo zapatista que reclamaba un lugar para los excluidos del sistema neoliberal.

La paz social mexicana, fue desde entonces un mito ya roto.

 

Pero el sistema político ha resistido y sobrevivido. Y para ello ha creado nuevas formas de violencia política.

En el modelo económico neoliberal, la violencia política ya no se puede ocultar, porque es víctima también de las contradicciones del modelo económico.

Si en el modelo marxista se busca -a mi parecer- la libertad económica primero, sacrificándose las libertades políticas; sobre todo las individuales; con el neoliberalismo -que busca la libertad económica vía las libertades individuales- en esa búsqueda, las contradicciones aparecen.

Por ejemplo, ¿Cuál es la manera en el neoliberalismo de empatar el progreso de la sociedad con el progreso individual, si la ganancia es el dogma?

Tan simple como buscar que la oferta y la demanda pudieran ofrecer la mejor conducción de la economía si se dieran las condiciones de la competencia perfecta. Pero en todos los países del mundo, en todos los mercados empresariales; ¿Se da la competencia perfecta?.

Absolutamente no. Por eso el modelo neoliberal es excluyente.

Y tarde o temprano sus contradicciones llevan a la aparición de la violencia política.

 

¿Qué queda por hacer?

Si el neoliberalismo no respeta las libertades individuales y los derechos colectivos como el acceso a la salud, a un empleo digno, a la seguridad social.

¿Es la violencia el camino?

Violencia desde arriba para implementar el modelo y violencia desde abajo para resistirse a él y evitar ser una estadística más de los excluidos por el sistema.

 

En el caso específico del movimiento magisterial: ¿Qué queda por hacer?

Si el Estado-Nación y la clase política que lo conduce o dice conducir, no puede permitir que la CNTE se imponga en la demanda de la abrogación de la Ley Educativa.

¿Qué queda por hacer?

Si tal parece que el modelo de respuesta gubernamental es de desgaste del movimiento. A pesar de todos los efectos colaterales que esto implica.

El legendario Othón Salazar, fallecido en el 2008 recordaba que en el cénit del movimiento magisterial que encabezó, se entrevistó con el entonces Secretario de Gobierno Gustavo Díaz Ordaz, quien le dijo:

«No se olvide que el gobierno salta las trancas tan altas como se las pongan». Se desató entonces una represión brutal contra el movimiento magisterial y el profesor Othón Salazar fue destituido de su cargo y nunca reinstalado.

¿Viene más represión?

¿Viene violencia política de parte de la clase política contra el magisterio?

En ese hipotético, pero bastante probable caso; porque el desgaste que quiere el gobierno y la efervescencia magisterial no puede ser eterna.

 

¿Qué le conviene a la CNTE?

Obviamente negociar, ¿Pero qué negociar, si la petición principal de abrogar la ley es innegociable según el gobierno?

A mi juicio lo primero es evitar el desgaste. Para que el apoyo popular no disminuya.

Y ese desgaste significa no agredir a la sociedad con plantones y bloqueos que disgustan a una sociedad -sobre todo la chiapaneca- que

es burócrata y que en las ciudades se vive de los servicios y el turismo. Por lo tanto comienzan a molestarle los bloqueos, porque los empresarios pierden dinero, los trabajadores no llegan a tiempo a sus empleos y el costo económico de todo ello lo resiente la colectividad. Esa es la realidad.

Luego buscar salvar a la CNTE y que siga siendo un contrapeso político-sindical, porque parece claro -o por lo menos para mí si lo es- que el fin último gubernamental es exterminarla.

El tercer paso es la mejora salarial y el cuarto la profesionalización y capacitación permanente magisterial.

Si se sigue la vía de la radicalización, es probable que suceda lo que no quieren los maestros, que la clase política nacional siga apostando al desgaste, que la ciudadanía se indigne y lo que al principio vio con simpatía, dentro de poco lo rechace.

Lo otro es que la posición gubernamental también se radicalice y entonces sí, el fantasma de la represión se nos aparezca. Con todo el costo que esto implique.

Como hemos dicho siempre desde esta tribuna; el diálogo es la mejor opción, gobierno y CNTE tienen la palabra.

Y también que se expresen todas las voces ciudadanas, porque tomando como referencia el poema de Maiakovski; me niego a pensar que este país ya no tiene ni voz ni garganta. Aún todavía los ciudadanos de este país tenemos algo que decir. No solo la CNTE ni la clase política.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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