La autarquía política mexicana

Angelica_Rivera

 

Corren los primeros días de las Olimpiadas en Brasil y los mexicanos todavía no tenemos una alegría. Las cartas fuertes en clavados y tiro con arco, una a una van cayendo.

Todavía quedan algunas esperanzas en otras categorías precisamente de tiro con arco y clavados, pero también en Taekwondo; un boxeador está en la antesala de una medalla y claro, también existe la esperanza de repetir el -para los amantes del futbol- oro conseguido en el mítico pasto de Wembley, Inglaterra en los pasados Juegos Olímpicos.

Para México estos Juegos Olímpicos son especiales, porque por primera vez el duopolio televisivo de Televisa y TV Azteca no tienen la exclusividad de las transmisiones. Lo tiene la empresa del magnate Carlos Slim y las empresas televisivas pioneras en el deporte por clave; ESPN y Fox Sports.

Ignoro si Slim cedió los derechos a estas empresas; de lo que sí estoy seguro es que esta victoria del dueño de TELMEX, no lo hará más rico, ni a Azcárraga y a Salinas Pliego más pobres; más bien marcará la tendencia del futuro: más competencia y uso de tecnologías en el mundo del entretenimiento.

Están en curso los Juegos Olímpicos y es una buena oportunidad para ver deportes que no sean el soccer y conocer las historias extraordinarias de esfuerzo y dedicación de los deportistas.

Pero ni los Juegos Olímpicos ocultan la realidad brasileña de crisis política, económica y social, ni tampoco la realidad mexicana de crisis también política social y económica; y mucho menos la chiapaneca que tiene de todo; manifestaciones magisteriales, falta de inversión productiva, crisis en municipios indígenas, saqueo minero y oposición popular, burocracia a disgusto por los excesos que observa de la clase política y un largo etcétera que puede resumirse en un solo punto:

Vivimos una crisis de gobernabilidad y esta es una coyuntura que se está volviendo peligrosamente cotidiana.

Una crisis de gobernabilidad en donde todos los sectores sociales creen que tienen la razón. Nos encaminamos a una especie de autarquía política nacional y no parece que nada ni nadie puedan detener ese proceso.

La autarquía es un fenómeno económico que se observa cuando un Estado-Nación, una persona o una sociedad es autosuficiente o cree que lo es y por ello rechaza toda ayuda externa.

 

Usando esta analogía muy conocida por los economistas, encontramos que la CNTE es autárquica. O por lo menos cree ser así.

Vale primero decir que no todos los mexicanos están de acuerdo con la lucha magisterial. Eso es entendible y comprensible. Incluso también es una certeza el decir que eso lo sabe y lo entiende el magisterio.

La parte que no se entiende, es el método de lucha primero de los bloqueos carreteros y ahora de cerrar los accesos a las plazas y centros comerciales. Nos guste o no -porque ese es otro debate- la ciudadanía acude a las plazas y cadenas comerciales a realizar sus compras básicas y claro está, también para el entretenimiento.

Imagine que necesita comprar la despensa. Pero los bloqueos magisteriales se lo impiden y probablemente se lo continúen impidiendo los próximos días.

De manera obvia usted echará pestes contra ellos.

Ahora imagine que es un empleado, a usted lo que le preocupará es la conservación del empleo.

Esas son las características que abonan al desgaste del movimiento magisterial.

Los maestros de la CNTE son autárquicos porque olvidan que para que un movimiento social crezca, necesita ganar y ganar simpatías, no provocar confrontaciones con los que, por llamarlos de algún modo, pudieran ser la base simpatizante. Es decir la ciudadanía y la clase popular trabajadora.

Por ello, habrá el magisterio que reflexionar y mucho en el futuro sobre sus métodos de lucha y sobre su relación con los ciudadanos y otros sectores de opinión.

 

Pero el gobierno también es autárquico. Cree que no pasa nada y pasa todo.

Cree que el país sigue su camino hacia el desarrollo llevado por las reformas estructurales. Que al ser calificado por las agencias crediticias y los organismos financieros internacionales como una potencia mundial; específicamente la número doce; el éxito de los indicadores macroeconómicos ocultan nuestra realidad de desigualdad y miseria que se observa por todo el país; especialmente en el Sureste.

Autárquicos porque pensaron que una disculpa pública bastaría para hacer el “borrón y cuenta nueva”. Y sin embargo la realidad se vuelve a imponer.

Una realidad que nos habla de una corrupción galopante de la clase política nacional y de una impunidad que francamente ya raya en lo inmoral. Cuyos agravios a la ciudanía continúan acumulándose.

 

Solo la clase política nacional que nos gobierna cree que ya no aparecerán más escándalos y que los actuales se olvidarán.

Apenas y nos acabamos de enterar de otro escándalo inmobiliario de la primera dama; la señora Angélica Rivera.

La esposa del presidente Enrique Peña Nieto, según divulga el diario Británico “The Guardian” ha usado un departamento de 2.05 millones de dólares en Key Biscayne, en Florida, el cual pertenece a Grupo Pierdant, una empresa que se espera participe en una licitación para desarrollar puertos marítimos en México, lo que despierta sospechas de un nuevo conflicto de intereses en México.

Rápidamente la presidencia de la República desmintió la información. El problema es que en México, a la presidencia, al presidente, a la primera dama y a la clase política nacional, nadie les cree.

 

Recapitulemos los escándalos de corrupción de este gobierno:

El asunto de la empresa OHL y funcionarios del gobierno del Estado de México, la casa en Malinalco del Secretario de Hacienda, las cuentas del Gobernador de Sonora Guillermo Padrés, las cuentas del gobernador de Veracruz Duarte, el helicóptero del Director de CONAGUA y claro está el escándalo de la Casa Blanca de la primera dama.

El resultado es un gobierno débil, un presidente cuestionado, vulnerable y una fractura del estado de derecho mexicano.

Pero sueñan con que nada pasará. Sueñan con que podrá el PRI retener la presidencia y que son lo suficientemente fuertes como para evitar que el gobierno peñanietista colapse. La autarquía pura y en su máxima expresión.

Los empresarios mexicanos también son autárquicos.

¿Dónde están cuando de pelear por sus intereses ante el acoso fiscal de Hacienda Federal?

Salen a demandar legalmente a la CNTE porque obstaculiza sus ventas. Es cierto.

Pero ¿Por qué no se indignan ante el acoso fiscal?

No se indignan por una sencilla razón. El pago de las cargas impositivas las paga finalmente el consumidor. Así de sencillo.

Por eso no hay litros completos de gasolina, kilos de tortilla, etcétera por ello también existe el recurso de los sobreprecios.

No hay armonía entre las clases sociales ni los actores políticos y sociales mexicanos. Cada uno cree que tiene la razón y por ello se agudizan las contradicciones nacionales. Y a ello añádasele un gobierno débil y sin credibilidad.

Una sociedad como la mexicana y también como la de cualquier país es cierto que es compleja. Pero si se elige le camino de la autarquía, esto tendrá un precio que pagaremos todos los mexicanos.

La construcción del diálogo, la creación de acuerdos nos pueden dar un rumbo definido como nación. Pero tal parece que ni al CNTE, ni al gobierno, ni a los empresarios le interesa.

Vamos rumbo a la autarquía política, o lo que es lo mismo: al “despeñadero”. Y nada detiene la indignación nacional.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

Un comentario en “La autarquía política mexicana”

  1. Vicente Calzada
    12 agosto, 2016 at 9:20 #

    ENTONCES QUIEN DETENDRÁ A LOS DELINCUENTES, SEGUIRÁN CON LO MISMO.

    REFLEXIONEN, SI NO EL PUEBLO SUFRIRÁ MÁS LAS CONSECUENCIAS DE ESTOS, LO QUE DEBE HACER LA CIUDADANÍA ES UNIRSE MÁS A LA CAUSA, SI NO ES ASÍ EL PAÍS SE DESPLOMARA.

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