Plagia que algo queda

 

El reciente caso vivido en torno al plagio descubierto en la tesis de licenciatura presentada en la Universidad Panamericana por parte del Presidente Enrique Peña Nieto pone sobre el tapete de la discusión algo que en el medio académico se ha convertido en un peligro y una obsesión. Las aristas de esta forma de actuar son muchas e intentaré abordar alguna.

No cabe duda que la aparición de la mala práctica presidencial es una batalla más de la guerra que Carmen Aristegui mantiene con el entorno del actual gobierno, y donde destacan los casos de la Casablanca adquirida por la actriz y primera dama del país, así como por el despido que vivió la periodista, considerado una injerencia y ataque a la libertad de expresión. Lo anterior no resta que el plagio sea cierto, como ha sido reconocido, aunque por desgracia esta práctica es muy extendida tanto en trabajos de alumnos como en sus tesis para la titulación. Acción deplorable que tampoco debe desconocer que la formación desde la escuela a las universidades no enseña a los alumnos, con demasiada frecuencia, como citar. Triste y reiterada realidad. Nuestro presidente no es precisamente un dechado de virtudes académicas o se destaca por una mínima cultura general, como ha demostrado en innumerables ocasiones, pero lo hecho por él es común en nuestro país, también por desgracia.

Incluso en el medio académico, donde se supone que el plagio significa la peor de las acusaciones, se han producido demasiados casos, y algunos relacionados con personas de reconocido prestigio, al menos hasta que se descubrió esa práctica. Autores en lengua castellana leídos e incluso premiados han visto cómo ciertos ensayos sobre literatura eran descubiertos como copias de otros autores, y ahí se debe ubicar al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique.

Es tal el temor ante estas prácticas que existen distintos programas en la red que son utilizados para descubrir los plagios. Acción utilizada por muchos profesores universitarios para desenmascarar a los alumnos que se dedican a cortar y pegar textos situados en internet para solventar los trabajos solicitados por sus maestros. Es decir, cuando aparecen tales mecanismos de supervisión no cabe duda que existe algún problema, y ello no es un hecho menor porque nos habla de la imposibilidad de crear de forma autónoma, o de sintetizar y debatir con autores que han escrito sobre la temática abordada.

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Robarse ideas también es común, pero ello es más difícil de demostrar y también cuestiona sobre si nuestras reflexiones no son hechas para ser utilizadas, aunque lógicamente lo honesto es citar la fuente de la que surge. Sin embargo, y tomando como referencia a un académico chileno descubierto en México como un plagiador, situación que lo obligó a abandonar el país y retornar al suyo, hay que mencionar que su alegato para afirmar y reconocer su práctica fue el stress causado por la necesidad de publicar constantemente para mantener su nivel en la Universidad donde trabajaba, o continuar siendo miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Las exigencias de productividad actuales, ajenas al concebir productos con tiempo suficiente para la reflexión, hacen que casos como el referido puedan repetirse debido a la necesidad de mantener los niveles de competencia académica unidas, no cabe duda, con el nivel de ingresos otorgados por las dependencias de investigación y docencia o por el Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología.

La necesidad de reconocimiento que el sistema académico impone, como si fuera competencia más propia de las empresas privadas, o la obligación de títulos para pensar en obtener un mejor puesto de trabajo están trazando el camino para que el plagio se convierta en una presencia constante como certeza o como posibilidad. Esta circunstancia nos habla de una crisis en la forma de construir la creación individual, hecho emblemático de la modernidad, y apunta a esa manera posmoderna de conformar la realidad a través de ingente información disponible en internet. No creo que nuestros Presidente sea un adelantado a su tiempo, pero igual su corta y pega hoy criticado será lo común en un futuro. Tiempo al tiempo.

 

 

 

 

 

 

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