La tragedia y la farsa: cuatro años de gobierno verde-ecologista

La tragedia y la farsa: cuatro años de gobierno verde-ecologista

Antony Flores Mérida

Cuando Manuel Velasco Coello rindió protesta como gobernador hace cuatro años, lo hizo con un discurso lleno de dos cosas: saludos y promesas.  De las 3 mil 377 palabras de su discurso, más de la tercera parte, 1434, fueron saludos a los políticos asistentes aquel día al Polyforum. Tras cuatro años de gobierno, el resto del discurso ha quedado confirmado como lo que fue: el cascarón de promesas vacías.
El joven político llegó a la gubernatura con gran popularidad, respaldo y aprobación. Su apellido –un recuerdo de lo que para muchas personas fueron tiempos mejores– lo proyectaba al futuro casi tanto como su antecesor, Juan Sabines Guerrero, había hecho con su propia ascendencia paterna. Y en este tipo de políticos pero, peligrosamente, en los que intentan repetir la hazaña –esos Albores y Robledos, solo por notar a algunos–, se puede hallar cierto paralelismo con aquella frase de Marx (quien a su vez, parafraseaba a Hegel) cuando decía que los “grandes” personajes de la historia aparecen dos veces: una vez como tragedia y la otra, como farsa.

Manuel Velasco, gobernador de Chiapas.

“A todas y todos les digo que no les voy a fallar” fue una de las frases del primer gobernador verde-ecologista el 8 de diciembre de 2012 al rendir protesta. Sin embargo, a algunos, a muchos, ya les falló. El tema más sensible para Chiapas sea quizá el de la pobreza y en este rubro, tanto los gobiernos estatal como federal han fracasado a pesar de las “cruzadas” contra el hambre y la pobreza. El número de pobres pasó de 53.3 a 55.3 millones entre 2012 y 2014; y en Chiapas la tendencia fue a peor: de 3.78 a 3.96 millones de pobres. En cifras redondas, se sumaron casi 178 mil personas a las filas de la pobreza entre 2012 y 2014. A la vez, la cifra de pobreza extrema se mantuvo estática -1.6 millones de chiapanecos en esa condición, 25 mil más que al inicio del sexenio-. Nada han podido hacer los gobiernos PRI-Verde-ecologistas para combatirla (de acuerdo a cifras oficiales del CONEVAL (http://www.coneval.org.mx/Medicion/MP/Paginas/Pobreza_2014.aspx).
La degeneración de la condición socioeconómica de miles de chiapanecas y chiapanecos se ha dado a pesar de un flujo constante de recursos desde la federación hacia a Chiapas. El presupuesto estatal ha crecido de forma significativa en los últimos 10 años pero su ejercicio ha sido deficiente, por decir lo menos.
En 2006 se ejercieron 39.96 mil millones de pesos, que para 2012 se habían convertido en un gasto anual de 70.46 mil millones; al año siguiente 71.53 mil millones de pesos; para 2014 el salto en el gasto público fue inusitado al llegar a los 97.11 mil millones de pesos ejercidos, 21 mil millones de pesos más de lo que se le había aprobado gastar al gobierno de Chiapas ese año (todos los anteriores son datos oficiales de las cuentas públicas locales disponibles en http://www.fpchiapas.gob.mx/transparencia/cuenta-pub).
Sin conocer aún las cuentas públicas de 2015 y la del año que corre para conocer el gasto real, sí sabemos que a Chiapas se le aprobaron recursos por 80.39 mil millones y 81.21 mil millones de pesos respectivamente, pero ya se ha visto que el local es un gobierno que sabe gastar más de lo que tiene aprobado ejercer (los presupuestos aprobados pueden consultarse en http://www.haciendachiapas.gob.mx/marco-juridico/Estatal/leyes-decretos.asp).
En resumen, Chiapas recibe hoy 100% más recursos que hace 10 años, pero tiene más pobres. El reciente “recorte” al presupuesto chiapaneco aprobado en la Legislatura federal, el que tanto parece haber molestado a la clase política local, no es un recorte al presupuesto para combatir la pobreza sino uno que afecta los privilegios. Prueba de ello lo da el hecho de que el gasto destinado a servicios personales y gastos de operación pasó de representar 11 mil millones de pesos en 2013 a 54.2 mil millones de pesos al año siguiente, de acuerdo a las cuentas públicas aprobadas por el Congreso del Estado. ¿Cuáles son las prioridades en Chiapas, de acuerdo a la forma en que se gastan los recursos públicos? ¿Por qué las y los legisladores no se sienten atraídos ante el alarmante crecimiento del gasto de operación y corriente del gobierno de Chiapas? ¿Qué vamos a encontrar en las cuentas públicas de los años que aún le quedan a este gobierno?
Si bien quedan dos años para responder tales preguntas (si es que alguien puede responderlas), lo peor de todo es que estamos en el preámbulo de una nueva farsa. Los apellidos volverán a repetirse en las boletas electorales y, si nada cambia, los pactos de impunidad se renovarán. Habrá opciones pero, quizá, la decisión se definirá por elegir entre dos tandas de palos sin saber cuál será peor.
Y por otra parte, aún podría ser que algo bueno ocurra. Que al menos como parte de una estrategia electoral se hicieran obras, se aplicaran los programas sociales debidamente, se gastara lo justo para mover los indicadores en sentido positivo. Ojalá. Ojalá los políticos en el poder no olviden que no todo se trata de la compra de votos el día de la elección.
Hay que reiterar que Manuel Velasco llegó al poder con un alto nivel de aprobación, respaldo, apoyo. No fueron –no solamente– las estratagemas electoreras del anterior gobierno las que lo llevaron al poder. Ni fue solo su apellido. Fue cierto nivel de respaldo ciudadano –ganado, dicho sea de paso, en seis años de pre-campaña permanente–. Si el gobierno verde-ecologista quiere cierta continuidad, tiene que recuperar parte de esa aprobación o, de lo contrario, las urnas podrían cobrarle con creces la representación en clave de farsa que hasta el momento ha otorgado.

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