Peña Nieto incendiando a México

 

La ira social mexicana no cede.

¿Hacia dónde va?. No se sabe. Nadie puede saberlo ahora.

Y no puede saberse, porque en muchos sentidos lo que vivimos hoy en México es inédito.

No se veía -ni se sentía- la influencia de un presidente americano en la vida política mexicana. Un americano que además, todavía no es el presidente en funciones.

 

Imaginemos lo que nos espera desde el día que llegue a la Oficina Oval.

Un presidente americano -todavía electo- que ha evidenciado la total sumisión del gobierno mexicano, y lo ha hecho en el ciberespacio.

El mismo Videgaray; que contribuyó a la victoria del empresario neoyorkino al invitarlo a México -no porque adivinara, presagiara o tuviera seguridad de su victoria, sino porque estaba desesperado por no poder detener la caída del peso- será el que le dará la estocada final a la dignidad mexicana: renegociará el TLC tal y como son los deseos de Donald Trump.

Confiar en la capacidad de Videgaray es estar loco o ser muy ingenuo; porque Videgaray solo tiene como fortaleza política, la ciega confianza -de ahí las desgracias nacionales recientes- en sus capacidades del Presidente Peña Nieto y la supuesta amistad del yerno de Donald Trump.

 

Parafraseemos un clásico: “Donald Trump no tiene amigos; tiene intereses”.

Tampoco se veía desde hace mucho tiempo que los empresarios, de manera abierta se negaran a cooperar con el gobierno.

No veíamos tampoco que los transportistas junto con los ciudadanos, protestaran contra el alza de la gasolina.

Y mucho vemos habíamos visto a un presidente errático, ausente, yendo de error tras error; pero orgulloso, necio y por lo que parece, nada dispuesto a reconocer sus errores y mucho menos enmendarlos.

 

Peña Nieto no dará marcha atrás al gasolinazo.

No lo dará porque una presidencia con diseño autoritario como lo es la mexicana; está acostumbrada a imponer sin consenso.

No lo hará tampoco porque el gasolinazo es medida última.

Es decir se llegó hasta esa medida extrema, porque se dejaron de tomar decisiones importantes en materia petrolera desde hace mucho tiempo.

En consecuencia, lo que hoy México vive es una ira social generalizada, sufre a un presidente que no escucha, tiene a sus empresarios enojados y un gabinete de gobierno errático que no pudo diseñar -ni antes ni después del gasolinazo- un plan coherente de apoyo a la economía familiar.

 

Ya la sociedad civil le está ganando la calle con las protestas contra el gasolinazo.

Porque a diferencia de la crisis política causada por las protestas que exigían justicia para los estudiantes de Ayotzinapa o las acciones magisteriales contra las reformas educativas, las actuales manifestaciones han sacado a la calle a sectores más amplios de la sociedad.

Es decir la ira se acumula y solo Peña Nieto y su equipo no se da cuenta o está impotente.

En ese sentido, si teníamos dudas sobre la ausencia de gobierno, hoy no la tenemos.

 

México no tiene gobierno.

Y no lo tiene porque este es incapaz de proveer a sus ciudadanos una buena calidad de vida.

Además porque es también incapaz de atajar lo que pide a gritos la sociedad entera: La corrupción y la impunidad.

La ira social no es solo contra la figura presidencial, es también contra el poder político, es decir contra los diputados, senadores, funcionarios de gobiernos, gobernadores, alcaldes que no cancelan y además exhiben sus privilegios.

El hackeo a Google Maps lo demostró. “Cámara de Ratas” fue nombrada la Cámara de Diputados y la de Senadores fue denominada “Deplorable Congreso de la Unión”.

 

El escenario futuro es sombrío. Trump a punto de ocupar la Casa Blanca, el gasolinazo elevará la carestía de la vida, se disparará la inflación y el gabinete del presidente no le ayuda.

Pero además recordemos; al presidente Peña Nieto le faltan dos años de gobierno. Serán los dos años más largos que la actual generación de mexicanos vivirá.

Enrique Peña Nieto ya no tiene margen de maniobra ni en lo político ni en lo económico. En lo político no tiene credibilidad ni legitimidad y en lo económico, ya no tiene tiempo para tomar las medidas de política económica que se requieren con la finalidad de estimular el mercado interno.

Por ejemplo apoyando la innovación, el emprendimiento, protegiendo a la micro pequeña y mediana empresa e impulsando un programa nacional de desarrollo de infraestructura productiva y de comunicaciones.

Sin duda, la persistencia de los bajos precios del petróleo a mediano plazo es el dilema fiscal mexicano más importante, ya que el gobierno no podrá proteger sus ingresos fiscales en los años subsiguientes mientras no aumente el precio internacional del petróleo.

 

Esta situación -provocada por las condiciones externas- no podrá ser resuelta por ningún otro presidente nacional.

Primero porque “el gasolinazo” fue una medida que se tomó al no ejecutarse otras que lo evitaran, por ejemplo la construcción de refinerías y también porque nuestros ingresos fiscales dependen de buena medida de las exportaciones petroleras.

 

Claro está que puede ocurrir que se incrementen los impuestos. ¿Pero se atreverán los hoy candidatos y posibles sucesores de Peña Nieto o el mismo?.

El hartazgo y la ira social es resultado de varias condiciones anteriores al gasolinazo. Pero este fenómeno lo evidenció.

Además al Presidente se le acabaron los argumentos, las ideas y se le agotó la credibilidad.

El problema es que no se ha dado cuenta o no quiere darse cuenta de ello.

En el fondo el país pide alto a la impunidad y la corrupción y al sistema político que cobija a este binomio.

Yo creo que no hay de otra:

 

Nuestra situación actual es que l país -con Peña Nieto- continúa política y económicamente deteriorándose. Y lo seguirá haciendo en los próximos días. Por ello es necesario:

1. Una renuncia voluntaria de Peña Nieto.

2. Un movimiento nacional pidiendo la renuncia de EPN o;

3. Esperarnos hasta las votaciones del 2018 para darle un voto de castigo a la clase política –priista, panista y perredista sobre todo- exigiendo alto a la corrupción y la impunidad.

El sistema político actual se derrumba, los pilares de nuestro modelo económico también.

La tormenta es perfecta y tenemos un presidente cuestionado, sin visión de estadista, sin argumentos ante Donald Trump. Y que de ahora en adelante, será evidenciado como un presidente de ocurrencias y no de propuestas de fondo.

Por si fuera poco, tampoco confiamos ya en la clase política.

No creemos en los diputados ni en los senadores y tampoco funciona la Conferencia Nacional de Gobernadores; (CONAGO) creada precisamente para tratar temas emergentes nacionales y asegurar la gobernabilidad.

Corresponde entonces la unidad nacional.

Pero una unidad nacional sin clase política.

Una unidad nacional que le pida irse a Peña Nieto o que proponga y obligue a los candidatos al 2018 a adoptar verdaderamente una política que castigue la corrupción y la impunidad. Incluso puede exigir las dos cosas.

 

Peña Nieto incendió México.

El no será el que apague el fuego.

Seremos los mexicanos, que necesitamos fundar una nueva nación sin la clase política actual y además lo necesitamos hacer a partir de la no violencia.

Correo: geracouti@hotmail.com

Twitter: GerardoCoutiño

Un comentario en “Peña Nieto incendiando a México”

  1. ciudadano
    19 enero, 2017 at 9:39 #

    QUE TIENE QUE VER LA FAMILIA DEL VECINO, CUANDO EL MAL ESTA EN MI PROPIA FAMILIA, LA CULPA LA TENEMOS TODOS POR PERMITIR SEGUIR DESTRUYENDONOS, CUANDO ES TAN FACILÍSIMO RECOMPONER TODO, SER UN PAÍS ÚNICO EN EL MUNDO COMO GRAN POTENCIA, CON IGUALDAD Y JUSTICIA PARA TODOS, POR EL BIEN COMÚN.

    REFLEXIÓN, ACTUAR DE INMEDIATO, LUEGO SERÁ DEMASIADO TARDE HASTA PARA ELLOS QUE HACEN INJUSTICIA.

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