Chiapas ¿estamos en el atolladero?

 

Parece complicado responder la pregunta.

Pero no lo es porque Chiapas está perdido. No tiene rumbo. Los culpables son la clase política que no tiene una visión de desarrollo definido y desde hace años no la ha tenido.

Muchas cosas hemos dejado de hacer. Pero otras tantas responden a las particularidades de nuestra historia estatal e incluso también a la historia nacional.

Sin embargo; una constante se repite: es la clase política estatal la que no ha estado a la altura de ninguna circunstancia y de ninguna coyuntura.

En consecuencia, los chiapanecos o nos aguantamos los agravios que se acumulan -como lo hacen los burócratas- o resistimos y protestamos como muchos grupos sociales en Chiapas.

Las dos cosas suceden en nuestro estado. Aguante y protesta.

 

Pero el asunto es que no hay desarrollo económico.

Es obvio esa falta de desarrollo; porque si analizamos las fuentes endógenas de generación de riqueza, estas son entre otras; instituciones modernas, excelente y competitivo nivel educativo, infraestructura moderna o en su caso acorde con las características físicas del país y que también cumplan dos funciones esenciales; que reduzcan tiempos de transporte y acorten distancias; también se necesita productividad laboral y capacidad de innovación.

¿Todo ello lo tiene Chiapas?. Es evidente que no.

Pero tampoco todo el país, dirían otros. Y tendrían razón.

El país corre a dos velocidades. Uno es moderno y exportador; insertado en la economía global. Pero el otro país es atrasado, desigual, pobre y marginado.

 

Ese otro país es el Sur Sureste mexicano y en esa región nacional se encuentra Chiapas.

Si nos atenemos a las fuentes endógenas de crecimiento; encontramos que Chiapas está a años luz de lograr insertarse en la senda de políticas públicas correctas que logren su crecimiento económico.

Pero un paradigma del desarrollo mexicano está cambiando.

Ello porque el panorama se complica con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos; porque el México rico e insertado en la economía global tendrá problemas para tener un crecimiento sostenido; sencillamente porque su desarrollo está direccionado hacia la atención del mercado americano.

¿Qué harán esos estados a corto plazo? Es decir mientras termina la incertidumbre que genera Trump y logren conseguir nuevos socios comerciales.

 

Lo que les queda es solicitar subsidios.

Esto significa que competirán por subsidios con el Sur Sureste, es decir con Chiapas también.

Los subsidios federales son nuestra fuente de ingresos -que no de generación de riqueza- y ello permite que la caída de los indicadores sociales del estado no sea tan pronunciada.

Si tenemos muchos subsidios y además lo sigue necesitando la economía estatal, eso significa que en Chiapas no se han generado las condiciones para crear riqueza.

Que la clase política no ha construido las condiciones endógenas para el despegue de nuestro crecimiento económico.

Esto es así porque no tenemos instituciones confiables.

 

¿Quién confía en la Procuraduría del Estado o el Tribunal de Justicia, en el Ministerio Público; es decir en las instituciones que imparten justicia?

¿Qué tal estamos en educación?

La educación en Chiapas -de todos los niveles- me recuerda a una de las frases célebres de John M. Keynes: es “la inculcación de lo incomprensible al indiferente por el incompetente”.

Las estadísticas nos demuestran un problema educativo complejo que se refleja en una sola condición; no es un sistema competitivo que prepare al chiapaneco para competir y mucho menos lo prepare para la vida.

 

¿Cómo vamos en desarrollo de infraestructura?

Las calles de las principales ciudades las tenemos llenas de baches.

El Programa Sectorial de Infraestructura 2013-2018 menciona que de la red carretera estatal, el 65 por ciento son caminos rurales revestidos y de terracería; y la red pavimentada representa solamente el 35 por ciento, este último dato incluye la red pavimentada federal.

Esto indica es el estado está pésimamente comunicado. Y ya no hablemos de los elefantes blancos que tenemos como aeropuertos.

¿Cómo abaratar los costos de lo que producimos y reducir las distancias y que ello se refleje en mejor condiciones de competitividad económica?.

¿Cuál es la manera? Si tenemos una red carretera en pésimas condiciones y la red pavimentada es poca comparada con la red de caminos rurales.

Por otro lado; ¿hablar de productividad laboral en Chiapas y de innovación?

 

La realidad es que en Chiapas se ha invertido mal, las instituciones no funcionan, la formación de personal es escaza y la clase política no sabe cómo impulsar el desarrollo de Chiapas.

Esas cuatro condiciones no van a permitirnos avanzar y tampoco salir de la pobreza.

Porque además la mira de la clase política es miope.

¿Es molesto el ambulantaje?. Sí; si es molesto. Pero combatirlo no aliviará los problemas urbanos de Tuxtla por ejemplo.

El ambulantaje es el síntoma, la enfermedad es la pobreza.

La solución es mejorar las condiciones de infraestructura, de equipamiento urbano y de ambiente de negocio en Tuxtla para atraer inversiones que generen empleos.

¿Tuxtla, San Cristóbal, Tapachula, Comitán generan esas condiciones?

Claro que no las generan.

 

La justicia por su propia mano de algunos municipios -sobre todo los de población originaria indígena- es la expresión de una falta de gobernabilidad y de pérdida de confianza social en las instituciones municipales.

Chiapas está como en una espiral en la que se hunde cada vez más y no encuentra opciones para salir. La clase política es la menos interesada en sacar al estado del atolladero.

Está más preocupada por las elecciones.

Está ocupada en realizar lo que hace desde la alternancia democrática en el 2000 con proverbial maestría; saltar de un partido político a otro y no perder las prebendas personales.

En el centro del debate político electoral debería de existir un diálogo con los ciudadanos para encontrar el rumbo que la clase política le ha hecho perder a Chiapas. Pero nadie se ocupa de ello.

Lo que veremos será un caudal de promesas de campaña que tendrán un costo político elevado y reflejado en la gobernabilidad.

 

Pocas promesas podrán cumplir. El país no crecerá; Chiapas disputará subsidios con los estados desarrollados y mientras tanto, la pobreza, la marginación, la falta de salud de la población, la desesperanza ciudadana será el caldo de cultivo para lo que muchos no queremos ver que suceda: la violencia generalizada.

De ese atolladero será más difícil salir.

Correo: geracouti@hotmail.com

Twitter: @GerardoCoutiño

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