Chiapas: El garrote sin zanahoria

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Depende de su punto de vista, sus ideales o intereses personales. Y es que el futuro siempre trae dosis de incertidumbre; pero dos cosas son seguras que pasarán en los meses por venir:

1. Elecciones generales en México y también Chiapas

2. Necesidad imperativa de los tres niveles de gobierno de asegurar la gobernabilidad en Chiapas.

A eso agréguele nuestras características socioeconómicas principales; el estado más pobre del país, el más marginado y el de población más joven de todo México.

Es decir, Chiapas es un estado que tiene necesidades históricas no resueltas y que además la juventud promedio actual de su población, hace que esas necesidades se reproduzcan y de nuevo; no se resuelvan.

 

Esas características sociopolíticas solo generan dos cosas:

1. Una camarilla en el poder, a la que solo los términos constitucionales de los cargos la limita. A cambio; tiene poder absoluto sin que exista un equilibrio.

Tiene también acceso a recursos financieros que dispone casi a totalidad, primero por la opacidad de las instituciones estatales y en segundo lugar porque al ser en su mayoría subsidios federales; se puede condicionar su aplicación, sobre todo en épocas electorales.

2. Una efervescencia social histórica provocada por el abandono institucional, los abusos también institucionales, la pobreza, las desigualdades y últimamente, esa efervescencia social es más fuerte mientras más competitivas y parejas son las elecciones.

Esto ocurre por una razón; las promesas de campaña son cada vez más intensas; pero la realidad hace que ningún político local pueda cumplirlas, porque son promesas no sostenibles en el tiempo por el alto impacto financiero que implican.

Agravios, despojos, conflictos y su respuesta social de efervescencia solo se atajan de dos formas: corrompiendo o reprimiendo. Nunca se hacen atacando las causas estructurales. Por eso en Chiapas los conflictos sociales se producen y luego se reproducen.

Es decir, hay múltiples demandas sociales no resueltas y a su vez, otras nuevas aparecen y se acumulan a las ya existentes.

La consecuencia es que Chiapas es un estado desintegrado en cuanto a su esencia productiva y también en su tejido social. Un estado que no encuentra su vocación productiva y en donde sus distintos sectores sociales no se ponen de acuerdo en nada.

A ello súmele la falta de visión de sus líderes actuales y algunos de los que ya han pasado por la administración pública estatal. Ellos, como Goebbels; repiten una mentira hasta hacerla parecer verdad.

 

Demagogos y agitadores. Eso es lo que son.

Y no porque tengan la capacidad política personal para hacerlo; lo son porque tienen a su disposición recursos financieros de los que a nadie le entregan cuentas y con ellos hacen y dicen lo que quieren.

Por ejemplo; la campaña del líder del Congreso, donde invita a consumir productos chiapanecos, a mi juicio está mal diseñada y es contradictoria. Y no es lo que Chiapas necesita.

La campaña dice “Lo que aquí se produce, aquí se quede”. Error garrafal de visión política y económica porque está incompleta.

Pero probamente la campaña sea efectiva por su penetración social, es decir; es una campaña que llegará a todo Chiapas precisamente porque toda la logística gubernamental lo apoya.

Lo que Chiapas necesita -entre otras cosas- para impulsar su desarrollo es exportar. Los productores chiapanecos ganarían más con ello si se les enseñara como hacerlo. Hay ya incluso herramientas para que las micro, pequeñas y medianas empresas puedan exportar. Esa herramienta son las nuevas tecnologías y se puede aprovechar el comercio electrónico.

Si debemos consumir lo que Chiapas produce. Pero también tenemos que exportar. Ese debe ser el mensaje de la campaña.

Si no es así. Esta será otra propuesta más que comprueba la característica principal de la administración pública estatal e incluso la federal con sus acciones en Chiapas y las municipales: no generan el cambio estructural. No tienen capacidad para ello.

 

La situación actual del estado entonces es grave. Y corre el riesgo de agravarse con la coyuntura por venir.

No hay recursos financieros. Lo más seguro es que estos dejarán de escasear en la época electoral.

Pero no nos equivoquemos. Estos recursos serán transferidos a la sociedad chiapaneca -especialmente a los más pobres- en forma de dádiva electorales.

La solución de nuestros problemas estructurales vendrá de nueva cuenta en forma de promesas electorales.

Ahora sí estado de derecho efectivo. Ahora sí sistema de salud eficiente, ahora sí nuevas carreteras que comuniquen regiones; Ahora sí calles iluminadas, calles sin baches, empleo productivo y un largo etcétera. Pero no nos dirán como se logrará.

 

Pero antes del periodo electoral, habrá que asegurar la gobernabilidad.

El gobierno actual necesita resolver los problemas de bloqueos carreteros, restaurar la paz social, requiere también detener el deterioro del tejido social.

¿Pero como podrá hacerlo si no cuenta con la confianza de todos los sectores sociales?

¿Cómo podrá detener el deterioro social si solo llama al diálogo y no ofrece solución a fondo?

Chiapas está a punto del estallido social y ya no le funciona la política de ofrecer zanahorias. Pero no puede postergar ya cambios estructurales.

 

Solo le queda el garrote.

Cárcel para disidentes, compra de conciencias y uso de la fuerza pública. Eso es lo que vendrá antes de que inicie el proceso electoral rumbo al 2018.

En el marco de las elecciones generales en México y también Chiapas; la clase política tiene una necesidad imperativa de asegurar la gobernabilidad.

Una gobernabilidad que se pierde día a día por falta de credibilidad y rumbo político. Pero que es necesaria mantenerla porque ello significa que si se asegura; el grupo político que nos gobierna, podrá transcender otro sexenio o por lo menos entregar un estado con paz social.

 

La clase política estatal está ante un gran dilema.

Tendrá que asegurar la paz mediante la fuerza o, en su defecto, mediante la amenaza. Tal y como decía el emperador romano Adriano.

Y es que hay incentivos para que la clase política chiapaneca continúe en sus cargos, a pesar de sus saldos negativos en cuando a resultados de su gestión.

Hay incentivos para los diputados federales y locales y hay incentivos para los alcaldes.

Muchos tienen ya al alcance la tentación de reelegirse y además, queda otra opción; cambiar de camiseta. Irse a MORENA y ofrecer a esta nueva organización política su fuerza electoral local.

Por eso el problema es que a la efervescencia social histórica chiapaneca, se le tiene que agregar otro problema coyuntural; el de los intentos de reelección de quienes no han contenido el deterioro del tejido social chiapaneco; pero quieren asegurar otro periodo de gobierno.

Piensan en su proyecto político personal. Las cuestiones fundamentales del estado que las resuelva quien las entienda, quien tenga voluntad o capacidad. El problema es que no se avizora quien condense estas características; mientras tanto, es evidente que solo queda una opción: la del garrote, porque ya no hay zanahoria.

Correo: geracouti@hotmail.com

Twitter: @GerardoCoutino

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