Llueve sobre mojado en Tuxtla Gutiérrez

Cuando pensábamos que más desgracias no eran posibles soportar en la capital chiapaneca recordamos, para algunas familias con pérdidas materiales, que la lluvia también existe, a pesar del cada vez más prolongado periodo de secas.

Nuestro afán por ser europeos ha hecho que incluso se crea que en el Trópico húmedo existen estaciones como en el viejo continente u otros lugares del globo terráqueo: primavera, verano, otoño e invierno. Aquí tenemos dos: seca y húmeda, con una variación de temperatura dependiendo de la altura del territorio. Somos el trópico, pero parece que nos hemos olvidado y también lo han hecho los gobernantes que han desfilado por esta capital golpeada por el desempleo, la inseguridad y la ineficiencia demostrada en obras interminables y servicios públicos cada vez peores.

Vivir en el trópico, efectivamente, conduce a tener lluvias torrenciales en el periodo que va de mayo a noviembre, aunque en otras partes del estado las precipitaciones son prácticamente anuales, pero por esa misma circunstancia tendríamos que contar con muchas precauciones a la hora de planificar el crecimiento de la ciudad, las obras de infraestructura realizadas y, por qué no, también se deberían establecer medidas obligatorias para el aprovechamiento de esa agua que nos inunda pero que, aunque parezca demencial, escasea en Tuxtla Gutiérrez y es cobrada a precio de oro.

Afectaciones en la Colonia 6 de Junio de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Foto: Icoso

Nadie puede controlar las precipitaciones en forma de lluvia pero sí se debe, y ese es imprescindible que sea un reclamo ciudadano, planificar de una vez por todas la ciudad si no queremos ver en un futuro cercano más desgracias de las que hoy tenemos y sufrimos. Ese no es ya un problema de la administración municipal, sino que incumbe al propio gobierno del Estado.

La inmediatez les puede a los gobernantes sin vislumbrar o pensar en el futuro de los chiapanecos y, en este caso, a los que viven o visitan su capital. Tanta es su “preocupación” que pocos se quedan viviendo en el estado, y salen huyendo con los bolsillos repletos y con los problemas en aumento, sin visionar nada hacia el cada vez más incierto devenir.

Son muchas las preocupaciones de los tuxtlecos, no cabe duda, pero el problema de la planificación urbana debió ser una acción urgente hace años. Sin propuestas, con escasa o nula continuidad de políticas públicas para la ciudad, los rompecabezas urbanos se han hecho prácticamente inmanejables y las fuertes lluvias solo muestran la realidad de una ciudad que ha parecido, en su crecimiento, ser hecha para ser sufrida en vez de ser disfrutada por sus ciudadanos.

Nunca es tarde para tomar medidas, aunque si nos tardamos mucho tiempo las soluciones serán cada vez más costosas y difíciles de aplicar.

 

 

 

 

 

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