Después de los sismos, el inevitable choque sociedad-clase política

Después de los sismos que devastaron al país, hay tres certezas sobre el futuro nacional. La primera es que los jóvenes se organizaron mejor que nunca, que serán decisivos en las elecciones del 2018 y que no confían en los políticos.

Ante este panorama nacional, el asunto es preguntarse ¿que sigue para México?

Esas tres certezas hacen pensar en un asunto básico; si los jóvenes que a los que no se les veía ningún tipo de interés sobre los asuntos

políticos naciones se organizan mejor, serán decisivos en el 2018 y no confían en las autoridades; entonces ¿Qué es lo que no funciona en México?.

Dos son las cosas que hay que tener en cuenta en ese sentido; en México no funcionan las instituciones o lo que no funcionan son los políticos. Hoy el debate político está centrado en el financiamiento de las campañas, cuando en realidad el debate debería ser sobre el futuro de un país que cambió por los sismos.

Una lección nos dieron los partidos políticos; todo es poder y dinero y en consecuencia, no hay un proyecto de nación en donde quepamos todos los mexicanos.

¿Quién nos dará certeza a los mexicanos sobre la eficacia que se necesita en la reconstrucción nacional?

Los políticos no dejan de sorprendernos. Por ejemplo, PAN, PRD y otros institutos políticos están en vías de construir una plataforma político-electoral que puede otorgarle pelea al PRI y a MORENA de Andrés Manuel López Obrador; pero las ambiciones personales de Anaya, Moreno Valle, Margarita Zavala, impiden ver lo que verdaderamente le daría viabilidad nacional al frente; un candidato ciudadano, un candidato no identificado con cualquiera de esos partidos políticos.

Eso por no decir que los partidos políticos han hecho todo lo posible por cerrarles la puerta a los candidatos independientes.

Los temas de un verdadero debate nacional en estos momentos deberían ser el futuro de los jóvenes mexicanos, la reforma energética, la educación nacional en todos sus niveles, más apertura o ampliación del mercado interno y el futuro del TLC ante los embates de Donald Trump, el sistema de salud nacional, la seguridad pública, el empleo y un largo etcétera. ¿Qué político habla de ello ahora?.

Ante ese panorama, ¿Qué es lo que no funciona en México y que sigue para el país?

Son los jóvenes mexicanos con su movilización los que están cuestionando al sistema político mexicano. Un sistema que cada vez se desnuda más. Lo sostienen pocas personas, pero con muchos intereses y que están ante la oportunidad de seguir consolidando sus intereses porque a través del financiamiento electoral.

No son las instituciones las que no funcionan. Estas siempre se transforman. Lo que ya no funciona el tipo de democracia representativa que tenemos en México. Se ahogó en la corrupción y la impunidad. Ya ni siquiera hay identidad partidista.

Ahora mismo, el país está frente a dos coyunturas trascendentales; la reconstrucción y las elecciones del 2018. La conducción de las dos coyunturas están en manos de una clase política cuestionada reiteradamente y la sociedad busca la manera de participar activamente en esas dos coyunturas; y lo hace a pesar de la clase política que la gobierna.

 

Es un choque inevitable: clase política contra sociedad.

Una clase política en la que la sociedad no confía.

No nos perdamos; si es necesario que el gobierno dirija -como lo pide la sociedad- el dinero que gasta en publicidad y el dinero excesivo que otorga a los partidos políticos a la reconstrucción nacional. Pero el problema de fondo es otro. El problema es la corrupción y es lo que tiene harta a la sociedad.

Los Duarte, los Sabines y todos aquellos gobernadores que endeudaron a sus estados pueden volver a ser imitados por políticos que verán en la reconstrucción y la falta de financiamiento a los partidos políticos la oportunidad de volvernos a endeudar.

Hoy la sociedad mexicana está más organizada e informada que nunca. Su veredicto es contundente: Es la corrupción y la impunidad el problema principal mexicano. Hay organizaciones de la sociedad civil de todo tipo en el país, pero en los últimos tiempos muchas de ellas se unen en redes, colaboran juntas y hacen propuestas plurales e iniciativas ciudadanas que responden a la máxima inquietud nacional: detener la corrupción.

Hacia su contención es hacia donde quieren ir los jóvenes y la sociedad mexicana.

Los políticos por su parte quieren otro rumbo. Pero el choque contra la sociedad es ya inevitable. La clase política es la única que no se ha dado cuenta de ello.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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