Municipios efervescencia social y reelección

Principio y fin de la política y también de todo proceso de administración pública; el municipio y la ciudad o localidad, lo son todo en cuanto a desarrollo económico y social. Son el motor del crecimiento económico local y de la participación política.

El impulso al desarrollo económico y social e incluso el orden, en una primera instancia proviene del Ayuntamiento; estos por su mayor proximidad a los ciudadanos, son -o deben ser- quienes tienen que ofrecer una primera respuesta a cualquier problema social o económico.

¿Pero qué sucede cuando todo el accionar de la administración pública municipal ocurre dentro de una escasez?.

De la mano con el crecimiento poblacional, el desarrollo del sector servicios y otros aspectos; los municipios y sus localidades más grandes han visto como aumenta la demanda de servicios. Ese fenómeno, se traduce en una presión para hacer eficientes los servicios públicos y reducir los costos de la administración pública.

En el neoliberalismo puro; los gobiernos tienen que asegurarse que su función se limite a garantizar las condiciones para que todos los mercados sean competitivos; esto en una primera condición se logra retirando a los gobiernos de las intervenciones en los procesos económicos.

Pero resulta que en la realidad, los gobiernos municipales y las ciudades son punta de lanza para que se recorten los servicios públicos y en el peor de los casos, se privaticen.

A nivel municipal, el neoliberalismo ya no es puro, pero se resienten sus efectos por lo menos en tres aspectos: una precariedad laboral entre los trabajadores del sector servicios, la austeridad del sector público y la exclusión social. Y debería de ser al revés, nuestras ciudades tendrían que ser promotoras del sector servicios, tener una estructura burocrática eficaz y también deberían ser garantes de las libertades individuales y colectivas.

Todo ello de la mano de la innovación tecnológica, como sucede en muchas partes del mundo o como también muchas ciudades del mundo que tenían un nivel de desarrollo semejante al de las ciudades de México, están implementando y hoy son mejores ciudades que las nuestras.

Esos efectos en la precariedad laboral de la clase trabajadora, en la falta de recursos públicos para obras y servicios y en la falta de espacios públicos abiertos a todos, se resienten; porque el nuevo papel del municipio y las alcaldías es el de ser la base de poder de la clase política y también de la empresarial.

Pero de un poder político y empresarial emergente y que no beneficia al resto de los ciudadanos.

El modelo neoliberal supone austeridad. Pero una austeridad para lograr el equilibrio presupuestal. En los municipios chiapanecos -como otros varios mexicanos- hemos llegado hasta esa austeridad, pero debido a excesos gubernamentales, nunca por el modelo que domina las relaciones económicas actuales en casi todo el mundo.

Esos excesos, provocados por endeudamientos, tienen en una crisis a nuestros municipios y esa crisis responde a diferentes factores. Pero siempre hay dos constantes; una falta de capacidad de los alcaldes para desempeñar las funciones municipales y en segundo lugar; una omisión y encubrimiento de las acciones de quienes los antecedieron en el puesto. La ruina municipal no responde al modelo neoliberal. No le echemos la culpa a los modelos económicos.

La ruina responde a la debilidad institucional, a la opacidad, la impunidad y la falta de transparencia; fenómenos presente en los tres niveles de gobierno. El problema es que el modelo neoliberal -aquí sí es posible echarle la culpa- produce y reproduce más pobreza y desigualdad y con la retirada del estado mexicano de los sectores económicos; la pobreza y la desigualdad, serán permanente.

Electricidad, agua, saneamiento, eliminación de la basura, calles dignas son demandas sociales que deben de ser cubiertas, lo dicen las leyes mexicanas. Muchas de estas necesidades, el propio estado mexicano las proveía.

El problema es que ahora, en las administraciones municipales; la luz, el agua, la recolección de basura y todos los servicios municipales, pasaron de ser un derecho, a ser negocios. Y lo peor es que negocios de solo unos cuantos políticos.

Aún y con falta de servicios públicos, con más pobreza que nunca y con una explosión de la economía informal; la austeridad y el control de las finanzas en nuestros municipios, sería una medida racional. Pero, ¿podrá realizarse en épocas electorales?

Sin servicios públicos dignos y sin inversiones; esas son las características que tienen las ciudades chiapanecas. De ninguna manera se parecen en nada a las ciudades, los municipios o las localidades en las que los chiapanecos quisiéramos vivir.

Pero nuestros alcaldes sueñan con la reelección.

No hay prácticamente ninguno que no piense que es posible reelegirse. Y claro que lo piensan, porque ello es posible. Son los dueños de los recursos públicos y pueden garantizar la movilización electoral en sus municipios para los aspirantes a la gubernatura.

Pero esa hipotética reelección no es lo deseable para la paz social del estado. No lo es porque prácticamente ninguno de los alcaldes chiapanecos pudo llenar las expectativas.

Ninguno pudo cumplir con todas las promesas de campaña, pues les tocó “la austeridad” como norma.

El problema para los alcaldes chiapanecos que aspiran o querrán reelegirse es que las necesidades sociales de la población no entienden de austeridad y requieren empleos, servicios públicos de calidad, calles dignas, luces en las avenidas, seguridad pública y etcétera. Y la ciudadanía, no está dispuesta a soportar otros tres años a quienes no les pudieron cumplir.

Para muchos, Chiapas es un polvorín a punto de estallar. No les falta razón. El gobierno más cercano a la gente, el municipal chiapaneco está en ruinas. Pero la llave de la impunidad y la opacidad no se cierran.

¿Alguien piensa que se cerrarán en los procesos electorales por venir? Siempre los procesos electorales en México se han caracterizado por el despilfarro.

El asunto es que la efervescencia social cotidiana que sufrimos con marchas, bloqueos de calles y carreteras, plantones, paros, tomas de edificios públicos, secuestro de funcionarios y autoridades; solo necesita una nueva coyuntura para prender de nuevo y de manera generalizada la pradera chiapaneca.

Esa coyuntura puede ser la tentación de la reelección. Imagine el cincuenta, o el setenta o el cien por ciento de los municipios chiapanecos con autoridades intentando reelegirse.

Haga su pronóstico. Porque aquí en Chiapas, lo más increíble siempre ocurre. Imagine a su alcalde volcado hacia la reelección. ¿Le cumplió al pueblo?. ¿Tiene derecho moral y ético a la reelección?.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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