Simulación y más simulación: la candidatura de Fernando Castellanos Cal y Mayor

En varios de mis artículos ya he mencionado este concepto de simulación, o el sinónimo de simulacro, parar referirme a la vida política en la actualidad, y en concreto a la que se vive en nuestro país. Para cualquiera es fácil reconocer que en él se encuentra registrado el fingimiento, la creación de una circunstancia como real, aunque no lo sea. No resulta sorprendente, entonces, que algunas de las palabras relacionadas con tal concepto sean tan descriptivas como bravuconada, camelo y cuento. Joyas léxicas dignas de describir muchas de las circunstancias que se están viviendo hoy en día en Chiapas desde que el Tribunal Electoral de Chiapas decidió que la candidatura de Fernando Castellanos Cal y Mayor, auspiciada por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), era legal para presentarse a las elecciones a gobernador de este lastimado estado del sureste abanderando al mencionado partido y a otros supuestamente partidos, como Chiapas Unido y Podemos Mover a Chiapas. Un hecho que provocó que el viernes 25 de mayo, y con la consabida participación de los acarreados en turno, el flamante candidato a gobernador se pudiera registrar e iniciar su campaña.

La resolución mencionada contradijo lo expresado por el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas (IEPC), dependencia que había descartado la legalidad de su candidatura por no haber abandonado su cargo de presidente municipal de la capital chiapaneca los 120 días antes de la elección, según indica la ley correspondiente. Una circunstancia que fracturó la coalición entre el PRI y el PVEM.

Por donde gusten empezar la simulación, para no utilizar otra palabra de peor gusto y malsonante, se hace reguero y expande por donde se vea este asunto. En primer lugar, porque el sustento del Tribunal Electoral para reconocer al Fernando Castellanos como candidato es que sí presentó su solicitud para apartarse de su cargo en el Ayuntamiento, pero que las instancias que debían darle trámite no lo hicieron. Vaya! Así, su intención es la que se juzgó. Situación que, como es reconocido por la justicia internacional, se aplica en todos los casos que se juzgan en Chiapas y el mundo, y sobre todo con las personas sin padrinos y escasos recursos económicos. Vaya, una jurisprudencia marciana pero aplicada en la Tierra.

Por seguir, nadie dudará que desde hace años, sino es que siempre, la separación de poderes en Chiapas es como un tiro al aire, imposible de encontrar. El sistema político mexicano se ha hecho feudo en nuestro estado para ejemplificar que aquí solo manda quien todo el mundo sabe, y durante el periodo que le toca. Todo ello con la bendición de la federación, seguramente la misma que habrá participado en esta nueva coalición, cuestión que nunca se conocerá, con certeza, pero lo indudable es que es conocido cómo y por qué se conformaron los partidos locales que participan en ella.

Si se desea más simulación a la expuesta será necesario escuchar todos los discursos que rodearán a los mensajes de los candidatos y, con pesar, a algunos medios de comunicación que tienen la necesidad de vivir del reparto de prebendas otorgadas por los que ostentan el poder, o quienes los desean sustituir.

Al modo de Jean Braudillard, el constructor, o deconstructor para muchos analistas, del contemporáneo concepto de simulacro, el objetivo racional de buscar la realidad se ha convertido en un imposible puesto que los modelos o los discursos son los constructores de esa realidad, y no ella la que los define o expresa. El molde, la matriz, en definitiva, el modelo se sobrepone a la realidad e imposibilita descubrir la verdad, porque ellos se convierten en ella. Un ejemplo se observa en la ley y la justicia, por citar un ejemplo, convertidas en simulación al remitir a sus modelos para legitimarse cuando en la realidad su funcionamiento es absolutamente distinto. Ante tal situación, como no puede ser de otra manera, la política se convierte en ficción, una auténtica ficción para encubrir cualquier cosa menos su supuesto fin.

No es vivir en la Matrix, como algunos creen o ilusionan, sino que lo real, y la verdad con más notoriedad, han quedado aparcados; la cuestión será saber qué tan conscientes somos de ello y los mecanismos para modificarlo, si es que existen en la actualidad. Mientras tanto, nuestro destino será habitar en esta simulación tan lastimosa como improductiva para los ciudadanos chiapanecos.

 

 

 

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