López Obrador y Donald Trump ¿iguales?

Si nada los detiene; Andrés Manuel López Obrador será el presidente de México hasta el año 2024 y Donald Trump cumpliría su primer período presidencial el 20 de enero de 2021; pero tendría la posibilidad de encabezar un nuevo periodo de gobierno americano hasta enero del 2025. Es decir; habría un escenario en el que Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador convivan casi la totalidad del ciclo presidencial de los dos mandatarios.

La llegada al poder de los dos presidentes -uno en funciones y otro ya elegido- no es un asunto de diplomacia internacional menor ni para México ni para Estados Unidos. Los dos encabezan la relación bilateral de naciones vecinas que comparten una frontera común, pero uno de ellos es el país más rico del mundo y el otro es un país pobre, en vías de desarrollo o desigual; depende de la óptica como usted lo prefiera ver.

Esto hace que la relación entre los dos países sea inevitable; porque además sus respectivas economías están integradas. Pero es obvio; al ser Estados Unidos el país más poderoso, siempre intentará encontrar la forma de imponerse al otro. En este caso a México.

Etiquetados o acusados de populistas; lo que se espera de las administraciones de Trump y de López Obrador es que logren transformar el sistema económico de sus respectivos países. “Make America Great Again” dice Donald Trump y López Obrador pugna por “la cuarta transformación de México”. Populista de derecha y de izquierda como son clasificados, los dos son también políticos nacionalistas.

 

¿Qué buscan los dos políticos? ¿Qué los une? y también; ¿Qué los hace diferentes?

La administración de Trump -si nos atenemos a quizás el objetivo más importante, por su impacto mundial- busca frenar el libre comercio mundial y fortalecer la producción nacional. Con Trump, Estados Unidos abandonó el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, el acuerdo climático de París, endureció la política migratoria y autorizó la construcción de oleoductos en reservas naturales protegidas. En el fondo Donald Trump quiere proteger a los productores o fabricantes americanos de la competencia extranjera.

Por su parte, López Obrador ya como presidente electo, busca “la cuarta transformación de México”. El concepto implica abandonar lo nocivo del sistema económico neoliberal separando el poder económico del poder político para fortalecer al estado mexicano como promotor del desarrollo. Lo que la “cuarta transformación” busca, es que la economía mexicana crezca más y que al mismo tiempo, beneficie a la mayoría de los ciudadanos y sus familias.

Estados Unidos tiene un gran peso en el comercio internacional; cerrar sus mercados no significa que se cierre a la inversión extranjera. Más bien Trump apuesta a la atracción de inversiones foráneas. Muchos economistas creen que en realidad el mercado de trabajo se transformó; los puestos laborales migraron de la industria a los servicios y a los desarrollos tecnológicos.

Por ello, en lugar de capacitar a los trabajadores para migrar hacia puestos más tecnológicos como dictan los nuevos paradigmas, Trump quiere inversiones en plantas industriales que han migrado de Estados Unidos a otros países buscando mejor trato fiscal.

AMLO quiere producir más. Dejar la dependencia mexicana en varios rubros para hacer crecer económicamente al país y además distribuir bien los recursos haciendo eficiente el gasto. Lo ideal es que para lograr estos objetivos; su programa económico genere proyectos de desarrollo de infraestructura y capacitación de recursos humanos para que exista competencia, eficiencia y mayor productividad.

 

Si Trump cierra mercados, AMLO quiere hacer crecer el suyo. Los dos mandatarios son nacionalistas, pero el camino que buscan para mejorar la vida de los ciudadanos de sus respectivos países es completamente distinto. Uno busca quitarle trabas y competencia a los empresarios nacionales y el otro, ponérselas, para que las ganancias y la distribución de ellas sea más pareja.

 

Son populistas también; pero este concepto es amplio y además es comprendido de diferente forma en el mundo anglosajón y el latinoamericano. El término se entiende generalmente como “alguien” que encarna el espíritu de la “gente” y se enfrenta a las élites. Aunque la definición no es definitiva; en Estados Unidos entienden al populismo como un movimiento contra las élites que amenazan la forma de vida americana y usan de pretexto al “estado de bienestar” para mantener los beneficios propios. Es decir, prácticamente en Norteamérica el populismo se asocia con la derecha política.

En Latinoamérica el populismo se entiende distinto. Es asociado con un personaje carismático que es el líder político y social. Llamados “hombres fuertes o caudillos”; construyen instituciones alrededor de su carisma y movilizan grupos sociales que se sienten excluidos de la toma de decisiones económicas y políticas. Para Ernesto Laclau su nacimiento llega cuando las demandas de la gente no son atendidas por las autoridades y esta se siente excluida. Para Laclaud el populismo puede ser de izquierda o de derecha, pues no tiene un contenido ideológico determinado.

 

“Homo economicus” contra “Homo reciprocans”

El nacionalismo acerca a Donald Trump con López Obrador y también la frontera y los mercados compartidos. Pero lo que quieren hacer con la economía doméstica de sus respectivos países lo aleja.

Hace días; por escándalos de corrupción, de ética y de conflictos de intereses, Donald Trump cesó al director de la Environmental Protection Agency (EPA o Agencia de Protección Ambiental) Scott Pruitt; un abogado “negacionista” del cambio climático. Scott Pruitt intentó revertir setenta normas ambientales americanas. Cuarenta y seis de ellas las revocó totalmente. Estas revocaciones se refieren al control de la contaminación del aire y las emisiones, a la perforación y extracción de petróleo, a las normas de impacto ambiental en la construcción y el manejo de sustancias tóxicas y la contaminación del agua. Además Estados Unidos salió del “Acuerdo de París” el plan ambiental mundial.

El trabajo de Scott Pruit en EPA y sus desregulaciones ambientales sugiere que Trump busca el regreso del “capitalismo salvaje” en Estados Unidos. El capitalismo salvaje busca eliminar al estado-nación de la función de regulador; para que nada controle al mercado. Es lucro por el lucro en sí mismo.

Cual promotor del “homo economicus” Trump busca desde el poder que los empresarios americanos obtengan el mayor beneficio posible dada la información disponible sobre oportunidades y para ello derriba limitaciones legales y/o ambientales. Es el regreso del “capitalismo salvaje” en donde el “Capital” se produce y reproduce sin restricción alguna. La búsqueda del máximo beneficio posible sin limitaciones y por tanto, a un costo mínimo. Claro está; poco importa el impacto social y ambiental si un proceso económico deja ganancias.

En cambio, Andrés Manuel López Obrador por su discurso; más bien parece un “homo reciprocans”; es decir -de acuerdo a este concepto- parece un actor cooperativo que está motivado por la mejora de su entorno. Ya como presidente en funciones tendrá que buscar lo que es mejor para su proyecto político y para las mayorías, tal como lo dicta su proyecto de nación.

Si Trump como presidente ya actúa como un “homo economicus”, Andrés Manuel López Obrador, tiene la oportunidad de demostrar -ya como presidente en funciones- que es lo totalmente opuesto a Trump, un auténtico “homo reciprocans”, pasando del discurso al ejercicio pleno del poder como presidente de México.

El reto de AMLO es enorme, los pendientes gigantes. Pero de ninguna manera López Obrador es igual a Trump; los dos son presidentes en un momento disruptivo de sus respectivos países. El nacionalismo los acerca, pero la óptica para resolver los problemas, los aleja.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

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