Discurso mediático sobre las migraciones centroamericanas, africanas y caribeñas en la frontera sur de México

Banderas de Honduras y Guatemala sobre el puente Suchiate 2. Foto: Tragameluz

Por Delmar Méndez Gómez*

Cada mañana, como usualmente lo hago, bebo una taza de café y me dispongo a revisar las noticias del día. Salta sobre el monitor de mi computadora una nota del diario La Jornada: “Migrantes africanos protestan en estación del INM en Chiapas[i]”. Un video acompaña el texto. En éste se aprecian golpes, insultos, sillas que vuelan, vidrios rotos de la caseta de vigilancia; varios celulares que graban; hombres, mujeres, niños y agentes de migración entre la trifulca. Los africanos, provenientes de El Congo, de Angola, de Camerún y así como migrantes de países de Centroamérica, se encuentran varados desde mediados de marzo en la estación migratoria siglo 21 de Tapachula. Esperan recibir la visa humanitaria que el gobierno mexicano prometió, para que transiten libremente por el país rumbo a los Estados Unidos. La frustración, el enojo, la desesperación y el desasosiego se expresa en el rostro de los migrantes y, por supuesto, en el de los agentes de migración.

Las imágenes grabadas, por un lado, tratan de visibilizar como un testigo lo que sucede en el momento. Y, por el otro, el material registrado espectaculariza la violencia, pues se vuelve parte del discurso mediático audiovisual que se proyecta en los medios de comunicación hegemónicos y, a la vez, son los contenidos que una mayoría de la sociedad mexicana visualiza. Por su amplia mediatización y reproducción en la doxasocial, inciden en la construcción del sujeto migrante y la migración, configurando un imaginario colectivo sobre el modo en que es reconocido y enunciado con características principalmente negativas, como “viajeros incómodos, sucios, ilegales, indocumentados y expulsados […] un sujeto que aparece, a primera vista, amorfo, sin consistencia, sin ciudadanía o desciudadanizado, desplazado de su lugar de origen, excluido y sin un horizonte de futuro[ii]”.

Continúo con la revisión de las notas. Me encuentro con varias sobre las caravanas migrantes que comenzaron en octubre de 2018 y que continúan hasta la fecha. Irrumpieron como un acontecimiento inédito en la historia reciente de las migraciones centroamericanas. La gran cantidad de cuerpos exiliados y en movilización provocó un “acontecimiento visual”, pues las imágenes registradas rompen con los regímenes visuales sobre la migración centroamericana, nunca vistas con tal magnitud en ningún medio. El amplio campo mediático que habilitaron no sólo los medios internacionales de comunicación sino, además, los medios libres y fotoperiodistas independientes, visibilizaron los atropellos y agravios que sufrieron los migrantes en las fronteras de Guatemala, en el sur de México, en Chiapas, y en la frontera norte con Estados Unidos, en donde fueron reprimidos y golpeados por las fuerzas militares y policíacas.

Algunos de los reportajes fotoperiodísticos, entre los tantos que hay, son “las imágenes de la caravana de migrantes, a su entrada a México[iii]” y “Así ha sido el camino de la caravana migrante[iv]”. Las 18 fotografías del primero, y las 30 fotografías del segundo, me despiertan distintas lecturas y emociones. Es inevitable no sentir indignación y dolor al ver la violencia desmedida, al ver las heridas y marcas en el cuerpo de los hombres, las mujeres, las niñas y los niños que huyen de la policía; al ver a los que, en un acto de desesperación, se aventaron al río Suchiate para evadir la represión y cruzar la frontera. Las imágenes visualizadas son una pequeña parte de toda una realidad cruda que viven los migrantes. Como diría Susan Sontag, es inevitable ser indiferentes ante el dolor de los demás.

Continúo con la revisión de las noticias. Me encuentro con otra nota[v]que refiere a la llegada de al menos 700 migrantes cubanos a Tapachula y un grupo de haitianos. Migrantes que viven una realidad distinta al de los centroamericanos, en donde la gente no huye por los altos índices de violencia ocasionadas por las pandillas y los grupos criminales; por las crisis de las guerrillas civiles y la persecución política como en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Las razones se diferencian, pero encuentran algo en común: su no aceptación. Distintas nacionalidades se hallan en las caravanas. Ahora resulta difícil individualizar al migrante pues se constituye en un actor colectivo, que alude a un nuevo agenciamiento político, que colectiviza la “fuga” como una estrategia de protección, y como una nueva forma de migrar. De acuerdo con la llegada de migrantes entre enero y los primeros días de abril del año en curso, se tienen registrados un aproximado de 30,000 migrantes en los puntos fronterizos de Chiapas[vi].

Los migrantes aparecen en la televisión, en las noticias, en la prensa, en las redes digitales, deshumanizándolos, nombrándolos como seres vacíos, como “los portadores del mal”: terroristas, delincuentes, narcotraficantes y secuestradores; pero la criminalización de la migración “es una respuesta a la verdad de los migrantes: no son criminales, no son terroristas, pero los países del norte [responden] con detenciones, con deportaciones, con el reforzamiento de fronteras, con mayor número de policías y estaciones migratorias[vii]” que son ejecutadas como parte de las políticas y estrategias de seguridad nacional[viii], mediante la progresiva vigilancia y el control de las fronteras. La matriz de esa forma de reconocer al migrante se da con la construcción discursiva que los Estados enuncian, “una retórica oficial de conmiseración y victimización del sujeto migrante que permite al Estado abrogarse la tutela de los derechos de éstos[ix]”, como sucede con los Estados Unidos y México.

Las hegemonías discursivas y visuales mediáticas buscan el peor rostro, la peor actitud del migrante para justificar su rechazo y la legitimidad de las políticas estatales que regulan y contienen el flujo migratorio, pues son los parricidas, los “indeseables”, a los que se debe detener con la construcción de un muro. Son la gente que rechazan los frijoles, los que dejan basura en los espacios donde transitan, los que vulneran la seguridad de las ciudades. Son los que insultan y agreden a los policías y agentes de migración al no atender lo que exigen. Son los que fuera de los marcos de la pantalla, de las cámaras y de las notas periodísticas, viajan aun con las inclemencias del tiempo, sin alimentación, sin seguridad, con problemas de salud. Son las no-personas a quien nadie perece importar.

Pero ese no es el único el rostro de la migración. En contraparte, se encuentran también las acciones solidarias de la sociedad que expresa al apoyar a los migrantes, al brindarles alimentación, ropa y medicamentos. Acciones que pocas veces se visualizan y se enuncian en los medios. Ciertamente, los medios influyen en la percepción de la sociedad, pero no es determinante como lo plantearon los estudios estructural-funcionalistas. Ello se vincula con nuestra responsabilidad, es decir, con el cuestionamiento de los contenidos y discursos que nos ofrecen, pues están condicionados por el control y la vigilancia de lo visible, de lo enunciable, de lo reconocible. Es nuestra tarea buscar aquellos medios y periodistas que actúan sin concesiones, que potencian la visibilidad de lo negado, y que nos ofrecen otras narrativas que se alejan de aquellas que fomentan el odio, el miedo y el rechazo del migrante.

*Integrante del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica (ODEMCA), del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA-UNICACH). E-mail: delmarmego@gmail.com

1Henríquez, Elio (02 de abril de 2019). “Migrantes africanos protestan en estación del INM en Chiapas”. La Jornada, disponible en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/2019/04/02/migrantes-africanos-protestan-en-estacion-del-inm-en-chiapas-7348.html?fbclid=IwAR0GgOplxWZVO216QIcQXMTlOdE1FJyZfThfs8fMZ9AQS3htVRpsG2TFm5A

[ii](García y Villafuerte, 2014: 22).

[iii]Guerrero, Héctor (20 de octubre de 2018). “Las imágenes de la caravana de migrantes, a su entrada a México”. El país, disponible en: https://elpais.com/elpais/2018/10/19/album/1539978538_968179.html

[iv]El país (29 de noviembre de 20189. “Así ha sido el camino de la caravana migrante”. El país, disponible en: https://elpais.com/elpais/2018/11/28/album/1543421309_815162.html#foto_gal_2

[v]Romero, Gaspar (23 de marzo de 2019). “Migrantes cubanos viajan en caravana por México rumbo a EU”. Excelsior, disponible en: https://www.excelsior.com.mx/nacional/migrantes-cubanos-viajan-en-caravana-por-mexico-rumbo-a-eu/1303449

[vi]ADN Político (08 de abril de 2019). “Detenciones y protestas ¿qué pasa en la frontera sur de México?. ADN Político, disponible en: https://adnpolitico.com/mexico/2019/04/06/detenciones-y-conflictos-que-pasa-en-la-frontera-sur-de-mexico

[vii]García Aguilar, María del Carmen (2011). “Violencia y ética. A propósito de la inmigración irregular y los derechos humanos en la frontera sur de México”, en Daniel Villafuerte Solís y María del Carmen García Aguilar (coords). Migración, seguridad, violencia y derechos humanos. Lecturas desde el Sur.México: UNICACH; Porrúa, pp. 79-125.

[viii]Algunas de las Políticas de seguridad nacional y control fronterizo son: la Iniciativa Mérida y la cooperación con los gobiernos centroamericanos; El Proyecto Mesoamérica; El Grupo de Alto Nivel para la Seguridad México-Guatemala (GANSEG); y El Grupo de Alto Nivel para la Seguridad Fronteriza México-Belice (GANSEF). Un análisis detallado de las políticas de seguridad puede encontrarse en el artículo de Villafuerte Solís, Daniel (2018). “Seguridad y control geopolítica: Crónica de la Iniciativa para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica”, CS, núm. 24, pp. 91-118.

[ix]García Aguilar, María del Carmen y Villafuerte Solís, Daniel (2014). Migración, derechos humanos y desarrollo. Aproximaciones desde el sur de México y Centroamérica.México: UNICACH; Juan Pablos Editor.

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