“La selva que se come a los migrantes”: Las experiencias de cruzar el Darién entre Colombia y Panamá 

Foto: Ángeles Mariscal

 

Iván Francisco Porraz Gómez[1]

“Hay un lugar que se llama Darién, cruzar ahí es peligroso, es otro punto del que escuchamos hablar desde que decidimos venir por tierra, escuchamos decir que es un pedazo de selva que se come a los migrantes que cruzan por ahí”  (Daleb, migrante haitiano) 

Analizar la movilidad y el desplazamiento no significa pensar solamente en cifras, estadísticas y demás, significa sobre todo pensar en sus actores protagónicos, los sujetos migrantes, reducidos a una “nuda vida”; no sólo por el “mercado imperfecto de la fuerza de trabajo” que define Bustamante (2013), sino también por la sociedad receptora más amplia que los coloca en condiciones de vulnerabilidad absoluta. Y resulta aparentemente incomprensible observar cómo, frente a este territorio espacial y social minado, el fenómeno migratorio no sólo se configure por hombres en edad laboral, sino también por mujeres, jóvenes y niños, lo que dice mucho de las condiciones de vida y violencia que existen en los lugares de origen.

Cruzar las fronteras no sorprende a todos por igual. Muchos haitianos y africanos que llegaron el año pasado a Tapachulareconocieron que tenían información sobre lo que significaba cruzar las fronteras para llegar a los Estados Unidos; en sus relatos era común escuchar que valía la pena arriesgarse: “está uno dispuesto a todo, hasta la muerte, antes que desbaratar los sueños”. Y así es… “Aventarse a cruzar la frontera es poner la vida en juego, se te puede ir”.

Si bien la frontera México-Estados Unidos es una de las más peligrosas y difíciles de cruzar en el mundo, también se habla de otra, que conocemos poco, al menos desde el sur de México, la frontera del Darién, o también conocida como el tapón del Darién, territorio que comparten Panamá y Colombia a lo largo de 266 kilómetros cuadrados. Una frontera natural, una área selvática, un lugar que separa por momentos el continente americano. Un espacio conocido por comerciantes legales e ilegales, viajeros, aventureros, cargado del misticismo que le imprimen los Kunas, un grupo indígena binacional que habita la zona.

Con el paso de los años esta región se ha convertido en un importante paso de migrantes; según cifras de Migración Colombia, a nivel nacional (no solo para salir por la frontera con Panamá) se entregaron 47.504 salvoconductos en 2016; el 54 % a haitianos y cubanos. Al año siguiente, la cifra cayó a 21.911 (el 51 % a venezolanos), mientras que hasta el 30 de septiembre de 2018 el total de salvoconductos fue de 21.291 (66 % a venezolanos). Para 2019, la cifra aumento nuevamente[2].

¿Y quienes pasan por ahí? ¿Cómo fue el cruce por ese lugar? Paolo y Marco, migrantes haitianos nos dan un vistazo a ese universo…

– “Pues llegar ahí no es fácil, yo llegué desde Brasil. ¡Imagínate!, pero cruzar el Darién es peligroso. Escuchamos muchas historias de gente que se perdió, de gente que lo mataron o que según, fue secuestrada por los paramilitares, lo que sí, es que llega mucha gente para cruzar, igual que acá en Tapachula, vas a ver gente de África, cubanos, gente de la India, muchos venezolanos y de otros lugares”.

-“¡Ahí es peligroso!, primero el clima es bastante fuerte, hay mucho calor y es húmedo como acá en Tapachula, como es selva hay mucha vegetación y animales peligrosos, ahí nos comentaron las personas que viven en esa zona que tuviéramos cuidado de los paramilitares y también de algunos miembros de una guerrilla, también están los narcos que pasan cocaína por ese rumbo, es un lugar complicado para todos nosotros porque a veces la gente piensa que llevamos mucho dinero o algunos se quieren aprovechar de nosotros, como acá…”

En esa región la “industria de la migración” también ha crecido[3], podríamos entender dicha industria como “un conjunto de personas especializadas en diversas tareas que se ganan la vida organizando los movimientos migratorios” (Castles y Miller, 2004: 144). Roberto, un joven cubano, nos comentaba que para cruzar por este espacio existen muchos “chilingueros”, nombre utilizado para referirse al “coyote” o a las personas que se involucran para transportar gente a Estados Unidos: “Hay de todo, algunos de ellos te ayudan a pasar la selva, otros a cruzar el rio, hay un lugar de lado de Colombia, se llama Turbo, es un pueblo donde hay varios de ellos, o también la misma gente te renta cuartos en sus casas, otros más venden comida, es como acá, pero allá hay que andar con cuidado porque ahora entre ellos se matan por este negocio, el control de la policía es poco, hay más de lado de Panamá”. Paolo, migrante haitiano comentaba: “Ahí encuentras mucha gente que trabaja en eso, a veces ellos se ofrecen en la calles, pero también hay que tener cuidado. Yo conocí un amigo haitiano que lo engañaron, le hicieron creer que ya estaba en Panamá, y lo único que hicieron es que lo movieron a una playa cercana y seguía en territorio colombiano, yo pase con otros amigos por ahí, pero para cruzar la selva es pesada, el calor, la sed y hasta ves muchos objetos tirados, ropa, botellas de agua, hasta algunos esqueletos, pero ahí es mejor callar y no preguntar, es difícil cruzar ahí…”

Según Hollifield, el tráfico de personas emerge a partir de la existencia de fronteras y porque el cruce de personas sólo es posible bajo determinadas condiciones legales a las que muchos que desean emigrar no pueden acceder (2006: 320). El mismo autor señala que, a pesar de no conocer las entrañas de la organización del contrabando, existe la hipótesis entre los académicos y la opinión pública, que el tráfico de personas está en manos de organizaciones mafiosas piramidales, bien estructuradas, y con mucho apego a otras organizaciones criminales —venta de armas, drogas, entre otras— en las que están relacionadas personas de los países de origen, tránsito y destino en muchas partes del mundo (2006: 310-321).

El Darién parece ser parte de lo comentado por Hollifield (2006), pero es más complejo aún, porque en ese pequeño tapón existe muchos intereses y conviven muchos actores en una delgada línea. Del lado de la frontera colombiana tenemos paramilitares (las Autodefensas Gaitanistas de Colombia o el Clan del Golfo), guerrilleros del Ejercito de Liberación Nacional (ELN), y narcotraficantes que utilizan esa parte del territorio como ruta para el transporte de cocaína a México. Del lado panameño existen  grupos que asaltan y secuestran a las y los migrantes que van de tránsito. Y en medio de dichos actores armados ilegales se encuentran miles de sujetos migrantes que siguen arriesgando su vida en busca del llamado “sueño americano”. La pesadilla no termina, en el Darién están también miles de cuerpos de niños, niñas, jóvenes y familias enteras que han muerto en el anonimato, como en el Mar Mediterráneo, como en esta frontera sur de México…

 

BUSTAMANTE, Jorge A. (2013). “La responsabilidad de Estado y las migraciones internacionales”. En María Eugenia Anguiano Téllez y Rodolfo Cruz Piñeiro (coords.), Migraciones internacionales, crisis y vulnerabilidades: perspectivas comparadas. Tijuana, Baja California: COLEF.

CASTLES, Stephen y Mark Miller J. (2004). La era de la migración. Movimientos internacionales de población en el mundo moderno. México: Fundación Colosio/Universidad Autónoma de Zacatecas/Miguel Ángel Porrúa/Instituto Nacional de Migración.

Hollifield, James, 2006, «El emergente Estado migratorio», en Alejandro Portes y Josh Dewin, edits., Repensando las migraciones. Nuevas perspectivas teóricas y empíricas, México, Miguel Ángel Porrúa, pp. 67–96.

EL COLOMBIANO, “El clan de golfo tapona de migrantes en el Darién”, https://www.elcolombiano.com/colombia/clan-del-golfo-tapona-a-migrantes-en-el-darien-LA10238641

Servicio Nacional de Panamá. https://www.migracion.gob.pa/

LEE, Maggy, 2011, Trafficking and Global Crime Control. Londres, Routledge.

[1] Investigador de ECOSUR-Tapachula, colaborador del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica.

[2] CUESTIÓN PÚBLICA, “El Darién: La frontera de los migrantes invisibles” https://cuestionpublica.com/darien-frontera-migrantes-invisibles/

[3] Según cifras del Servicio Nacional de Migración en Panamá, durante los primeros seis meses del año 2019, 13,637 personas ingresaron a territorio panameño, luego de cruzar la selva darienita. Entre 2010 y 2018 cruzaron por Darién 87,191 extranjeros, la mayoría cubanos, haitianos y africanos, según la misma fuente.

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