Ahora tocará ver cómo reacciona Ocosingo ante el coronavirus

Ocosingo. Foto: Agencias

Por Daniel Álvarez

Escribo esto a las 2:45 de la madrugada, un viernes 10 de abril de un 2020 que se propuso a impactar negativamente en toda la población desde su inicio. Justo en las primeras semanas del año se especularon demasiados eventos catastróficos para el ser humano, hubo conflictos políticos que pudieron terminar en una guerra de proporciones históricas, incendios devastadores en todo el mundo que acabaron con muchas vidas humanas, además de pérdidas masivas de fauna y flora, desastres provocados y naturales, pero lo peor llegó cuando el mundo conoció un nuevo virus que hasta ahora solo ha traído pánico, desestabilidad económica, caos social y muertes. Hoy el coronavirus está con un pie dentro de mi municipio.

Escribo desde Ocosingo, un municipio ubicado en Chiapas, México, y me encuentro con un colapso por retroalimentar los sucesos que podrían hacer un efecto dominó y perturbar aún más a las personas, esto me sucede justo a altas horas de la madrugada, quizá muchos sigan despiertos como yo, porque la cuarentena te hace dormir todo el día y pensar toda la noche, empiezo a temer que el hecho de que despertemos muy tarde nos llegue a perjudicar, de modo que ya no solo sea una alegoría a la ignorancia que poseemos, sino a una terrible y lamentable realidad.

Hace unos días vi un meme y, como buen millennial con mucho que aprender, llegué a tener lucidez por algo tan satírico e inapropiado para una situación pandémica, en aquella imagen leí que México era como el último estudiante que exponía. México veía a sus compañeros exponer ante la clase uno a uno, para poder observar con antelación y poder evitar los errores conforme eran cometidos por cada uno de sus compañeros, y aún así, México terminaba haciendo las cosas mal. No supe cómo manejar aquella metáfora.

Ayer por la tarde, un amigo periodista al que yo estimo mucho y que está llevando un informe diario del conteo de personas sospechosamente infectadas, realmente infectadas y lamentablemente fallecidas a causa del coronavirus -es curioso cómo esas palabras se vuelven una constante en muchas vidas afectadas en el mundo: sospecha, realidad y lamento-  compartió la actualización de casos del 9 de abril, mismo que nos mantiene al margen a mi familia y a mí, pues esos informes son fundamentados gracias a que el gobierno da a conocer estas cifras en complemento con las autoridades de la salud. En cuanto a todo el caso del coronavirus en Chiapas: hasta ahora 10 de abril, el conteo indica 34 casos dispersados en algunos municipios del estado, además de dos muertos.

Mientras, escucho por mi ventana a coches con música a todo volumen transitar por las calles de Ocosingo. Sí, incluso a esta hora y en esta situación, dispongo de muchas teorías de lo que podía pasar por la cabeza de aquellas personas en ese coche, personas que muy posiblemente están bebiendo y cantando. ¿Ignorancia o indiferencia? Sin duda la pregunta del millón. En este caso, no dudo que sea indiferencia, pues quizá sean jóvenes como yo, con la información al alcance de su mano e irónicamente con la poca sapiencia para utilizar esa información de forma óptima, una virtud de la que parecen negarse, como me lo he negado, como muchos de mi familia lo han hecho y como muchos en el mundo lo seguirán haciendo.

Alarmar a la gente es algo que nos atrae como sociedad, así como también nos gusta ir en contra de las verdaderas advertencias. Como si para nosotros no hubiese punto medio entre el pánico y la apatía con una situación de esta magnitud.  En cuanto a lo de alarmar a la gente, anoche vi una nota en el portal de  Proceso, que exponía los resultados de Luis Ángel Hurtado, un investigador de la UNAM que afirma, a raíz de su investigación, que México es el segundo país con más fake news o noticias falsas sobre la epidemia, de hecho, sobre muchas más noticias. Hacer hincapié en esto de las fake news me hace pensar en que el ocio, provocado por la contingencia sanitaria, no es para todos. Así como algunos se aguantan la risa en un funeral, los que fomentan el miedo, atacan con la desinformación y esparcen el caos, lo hacen con actos inapropiados en momentos inapropiados.

A unas cuantas horas de que amanezca, me pregunto en qué momento saldrá verdaderamente el sol para un mundo que muere de un frío y complicado panorama. En Ocosingo, las normativas de aislamiento siguen siendo poco efectivas, las acciones del ayuntamiento son dudosas y la actitud de la población ante las acciones de la autoridad, son para lamentarse como sociedad. Seguimos siendo un pueblo que cree que la pandemia “no nos va a llegar”, un municipio que no utiliza el cubre bocas porque no es estético o porque la comadre dirá que es exagerado, pero seguimos pidiendo mejor atención médica, más insumos farmacéuticos y mayor capacidad en los institutos de salud y clínicas.

Somos tan contrastantes que a raíz del primer caso positivo en el estado, que no fue hace más de mes y medio, tomamos medidas de pánico y vaciamos los anaqueles de los supermercados cuando NO era necesario, mes y medio después, evitamos quedarnos en casa y no usamos las medidas de prevención exigidas, cuando ahora SÍ es necesario.

Ayer en la noche, el ayuntamiento de Ocosingo dio un comunicado en el que informa el incremento de las medidas de prevención para la población, en el comunicado se habla de cerrar comercios no esenciales para la salud o contingencia, a excepción de abarrotes y supermercados para poder comprar víveres,  de la vigilancia de elementos de la policía municipal y del cese en labores administrativas en el ayuntamiento e instituciones, que el mercado Belisario Domínguez así como el tianguis campesino serán cerradas calles principales para privar el tránsito de automovilistas. Y todo esto no cambiará mucho en la filosofía del ocosinguense, tanto de aquel de la cabecera como de quien pertenece a una comunidad aledaña al territorio.

La mayoría de la gente ocosinguense vive de un oficio, del campo, vive al día. Todos entendemos que para seguir adelante y tener mínimo una comida diaria, se necesita salir de casa, ¿a qué?, a trabajar. No es lo recomendado, no podrá ser lo correcto, pero la realidad que se vive en uno de los estados con más pobreza en México, se refleja en Ocosingo. Lo veo en la mujer que sale a vender gallinas al tianguis para que sus hijos coman, lo veo en el señor que sale todas las tardes para abrir su negocio y vender tacos que ahora solo serán “para llevar”,  lo veo en todos aquellos y aquellas que van en motocicleta a repartir esa comida, arriesgándose con exposición al contagio por reafirmar su slogan de “hacemos tus mandaditos para que no tengas que salir de casa”.

Valoro ese esfuerzo de los y las líderes de familia, así como comprendo la gravedad de la situación, valoro el esfuerzo de mi madre desde que tomó el oficio de papá y así poder comer tan rico, tanto, que siento que no lo merezco, así como comprendo que es una mujer mayor y sabemos que el virus no tiene piedad en atacar a las personas mayores. Somos muchos los que pensamos o de una forma u otra, de un lado o del otro en el espectro de la sensatez ante esta pandemia.

Hace un par de días circulaba en un taxi y pasé por el IMSS local, mismo que noté con algunos elementos de vialidad y policía municipal sumado a que acordonaron el perímetro del instituto. Hoy recibí la noticia de una fuente informativa del sector salud, de la que me reservo el nombre, que trabaja en esa unidad del seguro social, de dos casos presuntamente positivos de coronavirus, representan los primeros casos que son registrados en el instituto médico y que enviaron análisis a la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, análisis que mantiene en incertidumbre  a todo el personal que sabe muy bien que la situación, en nuestro IMSS local, es sumamente precaria, personal que será de los primeros en exponerse, de declararse positivo por lo menos uno de los dos casos notificados.

Un balde de agua fría para todos aquellos que lo tomamos a la ligera. Me hace pensar en cómo impactará la noticia a la cotidianidad temeraria de la población, ¿será un incentivo de quedarse en casa o será una indiferencia nada nueva? Como mencioné, o somos arriba o abajo, no hay punto medio. Tocará ver en los próximos días si alimentamos nuestro pánico o alimentamos nuestra apatía. Si cada uno se rasca solo o dejamos de tener ansiedad. Si salimos en coche a beber y cantar, o cantamos y bebemos pero no salimos. Ahora toca ver cómo reacciona Ocosingo, nuestro Ocosingo.

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