No es sólo una pandemia…

De Gerardo González Figueroa

La Pandemia ha crecido desde China, Europa, África, Asia y América. Es una pandemia en donde cada región y cada país la ha enfrentado en sus condiciones…

Desde diciembre se supo de una “rara” enfermedad que había dado inicio en una provincia de China. En enero ya se hablaba de que crecía exponencialmente y que un virus, probablemente nuevo y por tanto letal (que no es lo mismo a mortal, pero muy parecido), pues las personas no tenían la manera de defenderse por ser desconocida para el sistema inmunológico o de defensa.

México estableció su estrategia, con un sistema llamado Centinela, usado en la epidemia de 2006, en coordinación con la OPS y el Centro de Enfermedades de los Estados Unidos.

La Pandemia ha crecido desde China, Europa

, África, Asia y América. Es una pandemia en donde cada región y cada país la ha enfrentado en sus condiciones y en cada lugar esta se expresa -sus efectos-, de manera peculiar, por lo que es imposible generalizarla.

Un ejemplo es tanto la enfermedad y su gravedad, y  la otra el impacto que tiene con el estado de salud, del país en cuestión y de cada uno de los pacientes. Recordemos la inmensa gama de enfermedades crónicas y transmisibles que en esta época del año nos azota.

Quizá la experiencia de países como Italia y España han llamado la atención sobre el impacto en dos regiones en específico –de los países en cuestión-, y el daño a su población añeja, la cual ha dado una gran mortalidad. Y el otro tema son los aparentes tratamientos. Por ahora todo es una posibilidad: vacunas y tratamientos.

En Estados Unidos la situación es preocupante, sabemos todos, de los enormes recursos de la potencia militar, sin embargo, el número de contagiados y el de muertos puso a este país como el principal foco de contagio en el mundo. Hay muchas explicaciones, desde mi punto de vista es el haber hecho de lado el famoso sistema conocido como Obama Care, un sistema basado en la atención de seguros privados, y el fortalecimiento de una salud universal para otros grupos o casi todos, pues como sabemos pobres y migrantes siempre son la franja de la exclusión.

La realidad es que el gobierno de Donald Trump ha sido omiso, y Nueva York, ciudad cosmopolita llama la atención pues las miles de muertes en personas afrodescendientes, y latinas era una situación previsible, Trump los puso en la picota al criminalizar la migración y el origen de la diversidad en los Estados Unidos.

Por un lado desde hace ya algunos años, en ciudades como la citada Nueva York y en Los Ángeles, solo para poner ejemplos en dimensión de análisis, miles de personas viven en las calles, los niveles de pobreza en nuestro vecino país, son de escándalo, y es claro ejemplo del fracaso de las políticas neoliberales y por supuesto, del capitalismo.

Así de esta manera es que llega a México. Uno hubiera esperado que se desarrollara desde casos crecientes desde la frontera con México, o por la llegada de miles de migrantes; unos expulsados por la política de migración del país vecino, y la otra, por quienes decidieron regresar ante el panorama que avizoraba la misma pandemia. En ese contexto turistas que llegaron al país durante los meses de febrero, marzo y el regreso en abril de cientos de varados, mexicanos, en otras latitudes.

No fue así que llegó por miles el contagio, si bien fueron exportados como sucede en este tipo de epidemias, ya durante marzo fueron creciendo los llamados comunitarios. La estrategia mexicana fue la de habilitar Unidades Covid-19, llevar los recursos de salud como prioridad la atención del virus, y solo hacer pruebas en pacientes con signos claros de la enfermedad, esto es fiebre, dolor de cabeza, malestar general y tos seca.

Junto con la narrado en México, por un lado como consecuencia de la crisis del capital global, y por otro, las críticas medidas económicas de parte del gobierno de Obrador, la crisis sanitaria ha ido a otros campos como el económico y el político.

Nunca en la historia moderna del país habíamos arribado al nivel de las crisis que hoy padecemos. La oposición la traslada al poder político que encabeza López Obrador, y deja de lado que la crisis, tanto sanitaria como la económica es de orden mundial, mientras que la política, sin duda, se ha agudizado por el cambio de régimen y de la forma en que el Presidente, enfrenta a lo que él llama adversarios.

Pero esta crisis ya no es entre una élite y otra; tampoco lo es entre iglesia y poder público. Es una crisis que trasciende a algunos actores de la vida nacional como organizaciones sociales, ya sean civiles, ya sean de quienes actúan en el campo de la política. Es claro que abajo hay un enojo acumulado y como han señalado algunas organizaciones, las cosas no cambian, lo que cambia es el capataz.

También partidos, y sobre todo la intelectualidad entre las que se encuentran aquella que se define de izquierda. Los modos del Presidente, que rompe con la vieja escuela de un Presidente que pactaba antes de hablar, de que abrían los corredores de los Pinos, vieja Casa Presidencial, y como siempre o casi, ya eran pactados los acuerdos, siempre de arriba hacia debajo de la forma en que se aplicarían deudas, excepciones, que no se reflejaron en prioridades sociales, al contrario, eran las decisiones de una alianza de clase y de los políticos en el poder.

En la creciente e imparable pobreza y en la radicalización de diversos actores que ponen el horizonte de esta crisis, ya no post-pandemia sanitaria, sino una crisis que puede escalar a la mayor división inimaginable, y a dejar de lado los mínimos acuerdos, en donde es probable que la elite política siga ganando, pero que no deja contentos a los actores sociales que demandan, por decirlo de alguna manera un viraje a la izquierda, es decir, programas sociales para personas vulnerables, apoyos concretos para el campo, poner a las víctimas en el plano de la política pública, valorizando la acción humanitaria, dando prioridades a la salud, educación y alimentación.

Ante el panorama descrito, debo insistir en la urgente necesidad de un pacto que nos lleve a senderos de la justicia social, de compromisos claros ante la violencia de género, considerar a los pobres como actores de la reactivación económica y no como beneficiarios pasivos de programas sociales como base electoral, así como fuente de justicia y poner a la justicia no solo social, sino política, como eje de la democratización del país. Sin ello no es posible pensar en algún futuro posible, las pandemias ya no acechan, ya nos hacen el mayor daño posible.

Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx

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