Elecciones 2021, a un año de distancia.
Por Daniel Aguilar.
Aunque desde meses antes de la elección, las estimaciones de intención de voto arrojaban una ventaja significativa para Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, su victoria con más del 50 por ciento de la votación nacional representó un sorprendente resultado de la jornada comicial de 2018.
El 1º de julio de 2018, en México se generó una avalancha electoral, con el 53.19% de los votos de la elección presidencial, para Andrés Manuel López Obrador, hoy Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con un abultado triunfo, frente a su más cercano competidor, quien no alcanzó siquiera la mitad de los votos obtenidos por el candidato ganador de dicha elección.
Sin embargo, con la efervescencia política generada en torno al candidato presidencial y a su exitosa propuesta de votar “tres de tres” por el partido que lo postuló, le permitió obtener la tan anhelada mayoría en el Congreso de la Unión, con el aporte de sus aliados de la coalición Juntos Haremos Historia (PT y PES).
Según resultados oficiales del Instituto Nacional Electoral, una vez concluido el conteo y recuento de votos, Andrés Manuel López Obrador, obtuvo 30 millones, 113, 483 votos. Lo que representó el 53.1% del total de los 56 millones 508, 266 sufragios emitidos. El triunfo de López Obrador era inobjetable con más de la mitad de los sufragios obtenidos, al tener un promedio superior a 5 de cada 10 votos recibidos en la histórica jornada comicial, mientras su más cercano competidor, apenas alcanzó un promedio cercano a 2 de cada 10 sufragios.
Un total de 26,394,783 de votos, de la elección presidencial, no favorecieron el proyecto encabezado por Andrés Manuel López Obrador, esto representa el 46.9%, del total de la votación obtenida en dicha elección, es decir, 4 de cada 10 votos no le beneficiaron. En un escenario, en el que el total de ciudadanos inscritos en Lista Nominal de Electores, fue de 89,123,355 de electores, con una participación ciudadana de 63.42 por ciento de la Lista Nominal.
Cabe destacar, que, al 27 de marzo de 2020, existen un total de 90,036,367 de ciudadanos registrados, de los cuales, un 52% corresponde a mujeres y un 48% a hombres. (INE, 2020). Con un incremento cercano al millón de ciudadanos en comparación al Listado Nominal de Electores que participó en las elecciones de 2018.
A más de año y medio de gobierno, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha implementado diversos programas sociales en beneficio de los sectores más vulnerables, entre ellos, recientemente fueron elevados a rango constitucional, “el derecho a la pensión para adultos mayores y personas con discapacidad; becas de estudio para jóvenes de bajos recursos y el derecho del pueblo a la salud”, fueron los rubros que se insertaron en el nuevo marco legal.
Esto es importante, en un escenario en el que la Lista Nominal de Electores, se integra mayoritariamente por los grupos directamente beneficiados de los programas sociales. Nos referimos a jóvenes y adultos mayores, tan sólo por citar a los dos principales rubros que destacan en la tabla que mide por millones de ciudadanos el Listado Nominal de Electores y en donde exclusivamente en los rubros de personas de entre 18 a 29 años de edad y el grupo denominado de 65 o más años, se encuentran un total de 36,396,286 de ciudadanos que inciden directamente en el grupo de beneficiarios de los principales programas sociales federales por rango de edad, lo que se traduce en un probable escenario de clientelismo electoral.
El clientelismo toca fibras morales sensibles. Inmerso en la tradición republicana, Rousseau vio en la compraventa de los votos una señal inequívoca del predominio de intereses particulares sobre la voluntad general, definición misma de corrupción del cuerpo político– “el vínculo social se rompe en todos los corazones… la voluntad general enmudece entonces; guiados todos por motivos secretos, no opinan ya como ciudadanos.”… Si el éxito político se sigue de repartir dádivas y hacer favores, los electorados pierden la capacidad de formular mandatos ideológico-programáticos o usar las elecciones para castigar malos gobiernos. (Talanquer, 2019)
Tras los resultados que hemos analizado de las elecciones federales 2018, todo parecía predecir que nos encontrábamos ante un escenario que haría prácticamente desaparecer del panorama político a la oposición, con miras a las elecciones intermedias del año 2021. Además, que, con el abultado triunfo, el partido en el gobierno con presencia mayoritaria en el Congreso de la Unión, parecía que encontraría un punto de inflexión que conduciría a grandes logros en el sistema político mexicano, con una aceptación ciudadana inobjetable para los cambios que así decidiera emprender.
Sin embargo, en la actualidad un sinfín de matices que directa o indirectamente, han recaído en la esfera de la figura presidencial y algunos colaboradores cercanos, han puesto en entredicho las decisiones presidenciales y como consecuencia, el costo político de estas, en torno a las próximas elecciones. La pandemia por la enfermedad que a nivel mundial ha afectado a la población, denominada SARS-COV-2 o también conocida como COVID-19, no ha sido excepción. Las decisiones del Presidente de México han generado polémica, tanto por las declaraciones iniciales, como las decisiones asumidas ante el confinamiento y la vuelta a la “nueva normalidad” en pleno pico de pandemia, pueden tener un impacto en las próximas elecciones.
Decisiones, que ante la opinión pública han impactado en una variante en sus niveles de aceptación, lo que la oposición, intenta aprovechar en el escenario de las elecciones intermedias de 2021 y el gobierno intenta contener de diversas maneras, entre ellas, con los programas sociales mencionados, como con la concesión de créditos a la palabra a pequeños comerciantes, por motivo de la pandemia, entre otros.
La moneda está en el aire… el tiempo aun es distante y de pronósticos reservados. Nos encontramos a menos de un año de la jornada comicial del próximo 6 de junio de 2021, la ciudadanía aun atestigua lo que sucede y la voluntad ciudadana, deberá ser madura para cuando llegue el día “D”.
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