Racismo y protesta social en tiempos de COVID-19

Imagen: africafundación.org

Por Delmar Méndez Gómez

COVID-19 y la protesta social

Hasta este momento en que escribo estas líneas, en el mundo se registra un poco más de seis millones de personas contagiadas por la COVID-19; 115 mil casos positivos en México y cerca de tres mil en Chiapas. Asimismo, se reportan casi 400 mil muertes en todo el mundo a causa de dicha enfermedad. Estos datos revelan que el coronavirus es una de las enfermedades que más vidas ha cobrado en tan sólo siete meses, desde que se dio el primer registro en noviembre de 2019. En varias ciudades y comunidades de distintos países continúa el confinamiento como medida sanitaria y de prevención, pero ello no ha garantizado que los contagios disminuyan, pues muchos viven al día y no pueden detener sus actividades; otros tienen la creencia de que es un invento y por ello no siguen las medidas de cuidado. Asimismo, los contagios se han dado en los hospitales donde no existen los insumos suficientes para evitar su propagación. Lo mismo sucede con aquellas empresas transnacionales que, preocupadas en perder dinero, exigen que los trabajadores no se detengan, sin garantizarles las medidas de sanidad, dejándolos en una condición aun más vulnerable ante el contagio.

Por otro lado, a pesar de estos datos y de estos tiempos de contingencia, las protestas sociales no se han detenido. Esto es evidente cuando las injusticias, las violencias y la desigualdad social se manifiestan diariamente aun con el confinamiento, en todos los espacios, en todos los rincones del mundo, como una pandemia permanente y constante. Por estas razones, diferentes actores y sectores de la sociedad se articulan para levantar la voz y pronunciarse en contra de ellas. Un ejemplo claro es la situación que vive Chile desde octubre de 2019, donde los sectores populares y la clase “media” se articularon para exigir mejores condiciones de vida, prestaciones salariales y de trabajo, y garantías de salud, en un país donde la vida tiene un costo económico elevado. Asimismo, los manifestantes exigían la destitución de Sebastián Piñera como presidente de Chile, por aprobar las políticas que precarizan la vida de la sociedad chilena. Las protestas bajaron de intensidad por las semanas de confinamiento, sin embargo, en días pasados se han activado, ante la falta de apoyo a la población más vulnerable que vive en las periferias y que, como muchos a otras zonas, nunca recibieron los beneficios de la prosperidad selectiva que se ha conocido entre 1990 y el 2019. La gran mayoría de los pobladores han perdido sus trabajos por la cuarentena. La pobreza golpeaba en 2019 al 37% de sus habitantes. Esta protesta fue denominada por algunos periodistas y medios como “el estallido del hambre”[i].

Del otro lado del mundo, en Hong Kong las movilizaciones se hicieron presentes después de algunas semanas de confinamiento, pues desde junio de 2019 se han llevado a cabo varias acciones ante la propuesta de Ley de Seguridad Nacional de China que el parlamento intenta impulsar. Los manifestantes buscaron “retirar un proyecto de Ley controvertido que permite la extradición de fugitivos a China continental y usar el proyecto de ley para procesar a personas por razones políticas”[ii], pues muchos temen que esto signifique el fin “de las libertades de la antigua colonia británica”[iii]. Esta demanda inicial se sumó a cuatro más que los manifestantes exigían al gobierno: “retirar el calificativo ‘revuelta’ a las protestas del 12 de junio, lo que conlleva penas de 10 años de prisión a los detenidos en las marchas; investigar los abusos policiales durante las protestas; libertad para los detenidos y lograr un completo sufragio universal para que el pueblo pudiera elegir también al jefe del Ejecutivo”. Los manifestantes tomaron varios centros comerciales y las calles para expresar su rechazo.

La protesta social también se dio recientemente en Guadalajara, Jalisco al mostrarse un video en los medios de comunicación donde se revela la manera en que Giovanni López, un joven albañil, fue detenido por los policías municipales en Ixtlahuacán de los Membrillos por no usar el cubrebocas –medida que hizo obligatoria el gobierno de Jalisco–, quien presentaba signos de violencia en el cuerpo y que provocó su muerte el pasado 04 de mayo; pero esto se reveló semanas después, a la luz del asesinato de George Floyd, de quien escribo más adelante. Esto despertó el malestar social y suscitó una primera protesta contra la violencia ejercida por los policías y por no aclararse las causas de la muerte de Giovanni López. Fue así que se convocó a una primera marcha el 04 de junio en Guadalajara, donde miles de jóvenes gritaban: “Giovanni no murió, el Estado lo mató”. Sin embargo, en plena movilización se dieron enfrentamientos entre los manifestantes y la policía, con una violencia desmedida, en donde fueron aprehendidos varios jóvenes que, en algunos casos, desconocen su paradero[iv]. Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, señaló ante los medios, de manera escueta, que la policía desobedeció sus órdenes de no actuar de manera violenta, además de afirmar que grupos de infiltrados fueron los que generaron los enfrentamientos[v], pero los videos publicados en las redes sociales evidencian lo contrario.

Las protestas antes referidas, de distintos puntos del mundo, comparten características parecidas: el malestar social, el uso de las redes sociales para la articulación de los manifestantes, el uso de la violencia policial, de los carabineros, que dispersó y reprimió a los manifestantes, la visibilización de los enfrentamientos, la represión y las detenciones arbitrarias; así como la incapacidad de los gobiernos de atender las demandas de la sociedad y garantizar justicia. Todo lo anterior, se da en un momento en que la COVID-19 sigue amenazando la vida de las personas a nivel global, sin embargo, nada parece detener las protestas, como alguna vez me dijo un colega zapatista: “si de todos modos vamos a morir, mejor que sea luchando en defensa de nuestra vida”.

 

Racismo: un mal cotidiano

Hace unos días el mundo volvió a sacudirse al revelarse en los medios de comunicación, el asesinato del afroamericano George Floyd, el pasado 25 de mayo, en manos de la policía de Minneapolis, tras ser arrestado por el oficial Derek Chauvin y que este lo mantuviera en el suelo durante ocho minutos, presionándole el cuello, sin dejarlo respirar. Las imágenes demuestran la brutalidad policial y la incapacidad de escuchar las palabras de Floyd: I can’t breathe (no puedo respirar), palabras que se convirtieron en un grito de lucha que pronunciaron los manifestantes durante las protestas que dieron en varios estados de los Estados Unidos. Varios personajes y actores del medio artístico, deportivo y cultural se sumaron en contra del racismo policial. En contraparte, la respuesta Donald Trump fue fiel a su postura supremacista blanca, pues en vez de exigir y garantizar justicia por la muerte de George Floyd, en twitter incitó a utilizar al ejército para parar las protestas en contra del racismo[vi].

La comunidad afroamericana, la comunidad negra en el mundo, fue la primera en indignarse por el asesinato de Floyd y por los comentarios de Trump. Al mismo tiempo despertó la indignación en distintos países y ciudades que también se sumaron a la protesta, como en Sidney, Australia; Londres, Inglaterra; París, Francia; Montreal, Canadá; Berlín, Alemania entre otros, quienes desafiaron el confinamiento y salieron a las calles para pronunciarse en una voz colectiva en contra del racismo y la discriminación, con el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), en donde gritaron “sin justicia no habrá paz”, como un recordatorio de los asesinatos de la comunidad negra en el mundo, en manos de la policía[vii]. Dicho acontecimiento es reconocido como una protesta histórica que ha logrado trascender fronteras como no sucedía desde el asesinato de Martin Luther King Jr., el 04 de abril de 1968. La muerte de Floyd no es tema menor, pues es la consecuencia de una serie de discursos y prácticas racistas que siguen predominando en todos los espacios sociales, en la vida cotidiana, en todos los rincones del planeta. Las comunidades negras, los pueblos indígenas, los migrantes centroamericanos, africanos y caribeños, así como la comunidad LGBTTIQ son algunos de los grupos sociales minorizados que sufren los mayores índices de discriminación, exclusión y racismo.

Las protestas antirracistas por supuesto que deben de darse en el espacio público, pero no sólo en momentos coyunturales sino como una práctica cotidiana, constante y permanente en todos los espacios donde nos desenvolvemos: en la casa, en la escuela, en el trabajo, en los mercados, entre otros, señalando las actitudes racistas con su nombre, pues de otro modo aquel o aquella que lo ejerza difícilmente podrá darse cuenta de ello y de asumir una ruptura, pues el racismo es una construcción histórica e ideológica que genera desigualdad y que trastoca nuestras vidas en todos los ámbitos. Pienso, por ejemplo, en las experiencias de mis abuelos y abuelas tseltales quienes, ante la necesidad de ganarse unos pesos, tenían que ir a Jobel (San Cristóbal de Las Casas) para vender lo que alcanzaban a cosechar, y en más de una ocasión fueron despojados de sus pertenencias y corridos de las calles con palabras como: “patas rajadas”, “indios mugrosos”, “chamula sucio” y “totorecos” por no saber hablar bien el español, entre otras. Discursos que están en la memoria de mis abuelos y abuelas, y que todavía se pronuncian en los mercados, en los parques, en las escuelas en forma de “broma”, como algo normalizado y sin que nadie diga nada.

Pero esos discursos son un ejemplo claro del racismo enraizado en los cuerpos y en la mente de las personas que los legitiman. Esto se comparte en un estudio que Oxfam México publicó: “por mi raza hablará la desigualdad”, donde la población indígena y los afroamexicanos/as, que apenas fueron considerados en el censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) –la ausencia dice mucho­– son quienes sufren mayormente discriminación y racismo, que se expresa, además de otras cosas, por el color de la piel. En dicho estudio se concluye que “1 de cada 3 personas de tez blanca pertenece al 25% del sector más rico del país, 103% más que las de tez oscura; es 43% más probable conseguir un empleo prestigioso y bien remunerado si se tiene piel blanca”[viii]; sólo el 6% de las personas morenas y negras accede a la educación superior, pues viven en los sectores más precarizados sin tener acceso a los servicios de salud, alimentación, de seguridad, y es mucho más adverso todavía cuando se trata de una mujer.

En este sentido, La lucha antirracista no sólo debe de ser impulsada por los grupos minorizados y violentados, sino por todos los sectores sociales privilegiados que nunca o difícilmente han vivido rechazo, exclusión o falta de oportunidades. No se trata de una guerra de morenos, negros contra blancos, se trata de justicia, de equidad, de respeto y de la búsqueda de garantías en las mismas condiciones sociales y económicas, sin distinción alguna. Lo anterior se vincula con las personas que violentan y rechazan a los migrantes centroamericanos, africanos y caribeños, pues deben de comprender que ellos al decir que “se regresen a su país”, “que no son bienvenidos porque traen el mal”, están ejerciendo una actitud discriminatoria y racista. La lucha antirracista sigue vigente pues es uno de los males que se ha estructurado en las raíces de una sociedad que ha sido producto de un largo proceso colonial, que nunca ha dejado de existir. Es nuestra tarea asimilarla, interpelarla, señalarla, denunciarla y eliminarla desde nuestros espacios cotidianos.

[i] Véase Abel Gilbert (2020). “La protesta vuelve a Chile”, en El Periódico, 20 de mayo. Disponible en: https://www.elperiodico.com/es/internacional/20200520/vuelven-las-protestas-a-chile-en-medio-del-covid-19-7968156

[ii] Véase Lucas de la Cal (2020). “Vuelven las protestas en Hong Kong”, en El Mundo, 13 de mayo . disponible en: https://www.elmundo.es/internacional/2020/05/13/5ebb9a02fc6c83b7328b47b1.html

[iii] Véase Euronews (2020). “Nuevas protestas en Hong Kong ante la nueva ley de seguridad nacional de China”, en Euronews, 24 de mayo. Disponible en: https://es.euronews.com/2020/05/24/nuevas-protestas-en-hong-kong-ante-la-nueva-ley-de-seguridad-nacional-de-chinahttps://www.infobae.com/america/mundo/2020/05/31/hong-kong-al-menos-100-menores-fueron-arrestados-en-las-protestas-contra-el-avance-de-china-sobre-la-autonomia/

[iv] Véase Juan Carlos Huerta (2020). “Alfaro anuncia que se retiran cargos contra jóvenes detenidos por protestas del jueves en Guadalajara”, en El Financiero, 06 de junio de 2020. Disponible en: https://www.elfinanciero.com.mx/estados/alfaro-anuncia-que-se-retiran-todos-los-cargos-contra-jovenes-detenidos-por-protestas-del-jueves-en-guadalajara

[v] Véase Animal Político (2020). “Alfaro acusa a infiltrados y a Morena de provocar violencia durante protestas de #JusticiaParaGiovanni en Jalisco”, en Animal Político, 04 de junio. Disponible en: https://www.animalpolitico.com/2020/06/alfaro-acusa-infiltrados-morena-protestas-jalisco/

[vi] Véase Luis Guillermo Vázquez (2020). “George Floyd: ¿por qué Facebook y Twitter han eliminado el video de Trump?”, en Tikitakas, 07 de junio. Disponible en: https://us.as.com/us/2020/06/07/tikitakas/1591546698_131739.html

[vii] Véase José Pablo Díaz (2020). “Las protestas por la muerte de George Floyd traspasan las fronteras de Estados Unidos”, en El País, 02 de junio. Disponible en: https://elpais.com/internacional/2020-06-02/las-protestas-por-la-muerte-de-george-floyd-traspasan-las-fronteras-de-estados-unidos.html

[viii] Véase Alicia Mireles (2020). “Racismo, clasismo… y ‘whitemexican’: el debate por la discriminación en México dio un giro inesperado”, en Infobae, 03 de junio. Disponible en: https://www.infobae.com/america/mexico/2020/06/03/racismo-clasismo-y-whitexicans-el-debate-por-la-discriminacion-en-mexico-dio-un-giro-inesperado/

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