¿Qué es el ch’ulel?

Fotografías: Rigo Constantino

Texto: Juan Martín Coronel Lara

Cronista de Venustiano Carranza, Chiapas.

Fotografías: Rigo Constantino

Sábado 5 de septiembre de 2020 en San Bartolomé de Los Llanos, Chiapas. El día se encuentra nublado, a punto de llover, son casi las 9:30 de la noche y camino por las calles del Convento, barrio donde viven algunos “Principales” del pueblo. Los Principales son autoridades religiosas encargadas de realizar las fiestas tradicionales a lo largo del año y sus miembros, sin excepción, son hablantes del tsotsil. Se trata de una agrupación masculina, de cierta manera autónoma respecto de la iglesia católica institucional, con unas formas peculiares de “ver y entender el mundo”.

Me encuentro por casualidad sentado en una banqueta a Tata Rafa V. quien platica con su acompañante mientras toman Pepsi, siempre sonriente, él es músico tradicional, ha ocupado el cargo de Prioste de la fiesta de San Miguel Arcángel y conoce el “Ch´ul Pat´on”, la oración sagrada de los Totikes. Por más de media hora y luego de invitarme refresco y galletas, me comparte generosamente sus reflexiones sobre el maravilloso mundo del “Ch´ulel”. Ciertamente, después de 10 años de convivencia con los Principales en los que he sostenido decenas y decenas de charlas, estoy convencido de la importancia que para ellos tiene la concepción en torno a este aspecto de la cultura indígena. Finalizamos la plática; pero el tema no se agota y pactamos otra reunión. Para entonces el promete extender sus reflexiones.    

El Ch´ulel ha sido, desde mi perspectiva, un tema ampliamente estudiado por antropólogos en diversos pueblos tsotsiles y tseltales de los Altos de Chiapas; no obstante, se desconoce las implicaciones que este concepto tiene entre los Totikes de San Bartolomé. En este pueblo, de 16,000 habitantes, cerca del 50% son hablantes del tsotsil quienes viven, sobre todo, en los llamados “barrios comunales”.

De manera muy general señalaré que el Ch´ulel puede considerarse una “entidad anímica” invisible y sutil, acaso gaseiforme, que se aloja al interior del cuerpo humano. Tata Rafa expresa muchas acepciones: lo considera una energía vivificante; también cree que es el pensamiento, la memoria y la conciencia de las personas; está última idea la ejemplifica de la siguiente manera: “hay ocasiones que estamos reunidos con personas, pero no estamos atentos a la plática, sino que nuestros pensamientos, nuestra mente, se encuentra pensando en problemas familiares o en otras cosas, cuando esto sucede los viejitos Principales dicen que veniste, pero sin tu Ch´ulel”.

Fotografías: Rigo Constantino

No obstante, es común que los Principales se refieran a esta entidad anímica, en español, con las palabras “alma” o “espíritu”, lo que establece, desde mi punto de vista, una asociación semántica con estas nociones cristianas, producto de más de 400 años de “sincretismo religioso”. En este orden de ideas, varios describen al Ch´ulel a imagen, gaseosa claro está, de nuestra corporeidad. Algunos más consideran que tenemos “dos o más ch´uleles” y su destino, después de la muerte biológica, es ya el supramundo (vinajel), ya el inframundo (Katinbak). En San Bartolomé es costumbre que, durante los rituales funerarios, se coloque junto al cadáver un pequeño recipiente de calabazo, esto se explica ya que “el ch´ulel del muerto tendrá que hacer un largo recorrido ¿por el inframundo? y tendrá sed; es para que tome su agüita”.

El 31 de octubre y el 1 de noviembre de cada año, durante el K´in Ch´ul Santo, los Totikes esperan el retorno del Ch´ulel de sus difuntos, preparando para ello sendos banquetes que colocan en sus altares domésticos. Existe sin embargo una excepción: se cree el “alma” de los brujos, de los que fallecieron ahogados o bien quienes se suicidaron son liberados 8 días después “muchos llegan a sus casas y ya no encuentran comida, quedan con hambre, tristes”, comentó en una ocasión Tata Mikel Y., músico tradicional de violín    

Por otro lado, Tata Rafa considera que tener el Ch´ulel resguardado al interior del cuerpo es sinónimo de “equilibrio”, es decir de buena salud, tanto física como mental. Existen diversas causas por las cuales se exterioriza, es decir se da una separación de su cuerpo: por espanto, por brujería o bien durante el sueño. Para las dos primeras causas es necesario acudir con un Poxtavanej (curandero) para realizar sesiones cuya finalidad es reintegrar el “alma” al cuerpo, de lo contrario la persona enferma e incluso corre el riesgo de morir. Lalo V. es un joven curandero quien en cierta ocasión ascendió “en persona” al Ch´ul Vits (cerro sagrado de la región) para liberar el Ch´ulel de una reconocida artesana, el cual se encontraba aprisionado, quizá por acción de un Akchamel (brujo).

El concepto de sueño es inseparable al de Ch´ulel. Decenas de personas tsotsiles consideran que al dormir, el “alma” abandona el cuerpo, de tal manera que lo que se recuerda del sueño al despertar es el transitar del Ch´ulel en un “plano otro” de la misma “realidad”. En este tenor hay peligro de que el alma “sea ganada o bien se espante” durante su andar onírico. Los Principales son especialmente susceptibles a soñar con los “Meiltatiles” (Madres-padres), antepasados Principales quienes dictan las normas y los designios de los rituales tradicionales. Varios Principales, Carrerantes y Kantores se integran a la organización tradicional luego de haber recibido el nombramiento de parte de Principales fallecidos, a través del sueño.

Por último, hay que señalar que la posesión del Ch´ulel no es exclusividad de la persona, los animales, las plantas y los objetos inanimados también se consideran poseedores de una
“entidad anímica”: al interior del Ch´ul Vits se encuentra el ch´ulel del agua y allí se asciende durante el mes de mayo para solicitar las lluvias; en la montaña Ch´ul Yaxch´en se guarda el alma de las semillas del maíz y del frijol. Las banderas y la cruz procesionales, así como el clarín de los Carrerantes, todos objetos sagrados resguardados por los Principales, también poseen un Ch´ulel. El Pox que se consume durante las fiestas, las casas, los santos que se hallan en las iglesias y hasta el Xutax (efigie de Judas Iscariote) que se elabora en Semana Santa, también son poseedores de esta esencia invisible. Luego del sismo de septiembre de 2017 los Principales realizaron una ceremonia para reintroducir el Ch´ulel de la iglesia de San Pedro Mártir, de no haberse efectuado este ritual, el edificio corría el riesgo de colapsar, según comentaron insistentemente.

En esta pequeña ciudad chiapaneca, los Principales seguirán soñando con sus antepasados Totikes, quienes les dictarán el rumbo y el destino que debe tomar las fiestas tradicionales. Después de todo, quizá cuando los más ancianos fallezcan su Ch´ulel irá a morar al interior de la montaña sagrada.

       

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