Pateando piedras (O historias de lo que sí y lo que no es rock)

Por Hernán Brizuela Casimir

 

Prólogo

Es un hecho que a Netflix le encanta el argüende y el alboroto.

 

1.- Conservadurismo (¿Por qué no se van del país?)

 

Netflix, a través de Gustavo Santaolalla (o vice-versa), tocó la llaga en uno de los géneros musicales de fans, en su mayoría, súper conservadores

Atrás quedaron esos días en los que los músicos y consumidores de la llamada música clásica criticaban toda manifestación musical que no fuera culta y de alcurnia y sobre todo, que no cubrieran los estereotipos y parámetros esperados.

 

Aunque, paradójicamente, esto ocurre no con los músicos de rock, sino con los Fans.

Hablar, en particular, de rock ya es una afrenta a los fans mega mochos y conocedores de los ires y venires del rocanrol y que piensan que lo único que debería nombrarse así es aquel rock manufacturado entre las décadas de los 60 y 70 del siglo XX y, obviusly, just in english, please! Todavía hubo rock en los 80, según estos gentlemen del rock. Y definitivamente de la década de los 90 y el nuevo milenio nanai. Nada de eso es rock. Ya es una aberración o copia y cosas peores.

 

Cabe recalcar, que de ese rock en inglés (el de los 60/70) para los grandes críticos de pasillo, no todo merece ser llamado así. Grupos como Kiss, son una parodia y eso no debería ser rock. The Beatles, aquellos tan sobrevalorados, son más pop que rock. Y así, en el Reino del rock solo existen los grupos que sus recalcitrantes creencias tienen en sus altares.

 

Ahora imaginen esto. ¿Cómo entraría en las mejores mentes (sarcasmo) la idea contracultural, rebelde, contra natura, de que exista el rock cantado en español? Ya Richie Valens, valiéndole la discriminación, en esos ayeres (parecidos a los de hoy), cantó la bamba en rocanrol a finales de la década de los 50 ¿Se imaginan que le hubiera hecho caso a los puristas? Él fue el primero al que se le debería rendir pleitesía. Gracias a Richie Valens es que existe el rock en el idioma de Cervantes haciéndole una afrenta al mismísimo Shakespeare.

Pero bueno. Volviendo al Séquito de la Mochilanguez (son un símil de las Doñis de la Vela Perpetua pero en rock). ¿Qué van a decir las buenas costumbres si en algún momento a los rockeritos nativos se les ocurrió la afrenta de cantar en español? Claro está que en sus hombros llevaron varios años, la paradoja de elegir nombres en inglés, llámase Three Souls in my Mind, llámese Peace and Love, Love Army, etcétera.

 

En este contexto, lo que ocurrió después, allá en los 80 y 90 es totalmente inadmisible. Esos grupos que quisieron jugar a las patadas con Sansón desde el Tri (ya remasterizados sin el bataquero), Ritmo Peligroso (antes Dangerous Rithm), Kenny & The Electrics (o Kenny y Los Eéctricos), Green Hat (Sombrero Verde y luego Maná), y etcétera.

 

Afortunadamente, el movimiento siguió creciendo y tenemos harto rock con Ñ.

Hasta un grito de batalla del mismísimo Thee Souls:

 

2- ¡Que viva el rocanrol! (breves apuntes sobre historia rocanrolera mexicana)

 

La serie expone, bien, de algún modo, el contexto para que llegara la madre de todas las bandas (de rock pue). Botellita de Jerez rompió todo (literalmente) en México. Crearon un subgénero llamado guaca-rock (Sus padres putativos, Los Tepetlatles, parodiaron a los Beatles allá en los 60). Llevaron al rock al terreno inhóspito de la cultura urbana nacional, con un juego del lenguaje y una imagen de charrocanrolero.

 

Poco después, en esa línea de la apropiación del rock, Sangre Azteca, con su propuesta llevó esa idea del rock ranchero a consecuencias mayores, pero no prosperó el proyecto más allá del debut (sin embargo, la banda se volvió mítica). También el cometa Rockdrigo hizo su fugaz aparición y dejó un legado inmenso tras su partida en aquel terremoto que sacudió la capital del país. El rock urbano o rupestre murió y nació con él.

 

Todo fue acomodándose para que llegara Caifanes. Que por mucho, en ese tiempo fue la mejor banda que parió el territorio hispanoamericano. Duélale a quien le duela. No significa que no hubo más rock. Una lista no da para este espacio. Pero tuvimos el privilegio de tener una banda incomprendida llamada Consumatum Est que tocaba rock progresivo. Al Juguete Rabioso que no necesita presentaciones. Posteriormente llegó La Barranca, pasando por todas sus metamorfosis desde Sangre Azteca, Nain Rain, incluido el primer Jaguares, para consagrarse como la mejor de las mejores propuestas de rock en español.

 

Recuerden, ¡Oh! amables lectores, que para los detractores del rock en español, Caifanes ni es rock ni representan nada. Imaginen qué podrán pensar de todo el movimiento si opinan lo mismo de Soda Stereo, la otra banda emblemática que llevó al rock en español a las grandes arenas y a la nternacionalización. Esto no es invento. He leído en la red social de la F azul al Séquito de la Mochilanguez burlarse de esas dos bandas y señalando que no son rock.

Entonces:

 

3- ¿Rock o no rock? He ahí el dilema

Primero hay que señalar lo que no es rock, aunque tenga espíritu de rockstar.

En México, y al parecer en Argentina, los medios masivos de comunicación desconocen la noción básica del concepto. En el caso de México (desde la óptica de “rompan todo”), agrupar desde Control Machete hasta La Maldita Vecindad pasando por Café Tacuba como rock es algo errado, por la sencilla razón de que el ska, la electrónica, el hip-hop, no son rock. Son ska, hip-hop, electrónica.

En el caso argentino Los Auténticos Decadentes, Los Fabulosos Cadillacs, Pericos no son rock. Pero para los productores y medios toda manifestación musical que no sea folclórica (rancheros, tangos, polkas, etcétera) son rock porque son chavos (X somos chavos) y eso los hace rebeldes y rockeros en automático.

Sin caer en el conservadurismo ciego lo digo. Hay muchísimos grupos que no tocan rock y que se subieron al tren de la ignorancia de los medios y el oportunismo de los productores.

Esto de ninguna manera significa que esas bandas señaladas sean malas. Todo lo contrario. Pero no tocan rock.

 

¿Entonces qué sí es rock?

El rock, según Netflix y Santaolalla, es muy variopinto, pero ni Natalia Lafourcade, ni Mon Laferte, ni Residente, ni Julieta Venegas, ni Fermín IV tocan rock.

Si estoy investigando un tema, como el rock, en este caso, no debería hacer entrevistas sobre la historia del rock a la chunchaca maldita, al pasito duranguense, al danzón, por decir. Debo ir con los más que pueda que sean rockeros y entrevistarlos. Es decir, mi universo de estudio es el rock luego entonces debo buscar rockeros. Si estoy interesado en reconstruir el rock en Latinoamérica debo ir a Latinoamérica. No quedarme cómodamente en 4 países y olvidar que había más países en el territorio.

 

Un joven antropólogo norteamericano dio la pauta de la forma correcta de hacer documentales. Previamente él era metalero y un día, estudiando antropología, tuvo una iluminación: hacer la etnografía del metal. Ni soñando fue a entrevistar a Lionel Richie o a El General. Fue por todos los metaleros del mundo (literal). Acá el territorio estaba más pequeño y lamentablemente (con toda la lana que genera netflix), no pudieron recorrerlo todo. Afuera. Afuera (tú no existes) se quedaron todos (nombraré a los que conozco porque compré/obtuve/copié sus discos en su momento):

Guatemala

Alux Nahual

Panamá

Os Almirantes (su primer trabajo: el ataque de los chispines parte 1: lamentablemente hoy tocan ese rock que ya no es rock)

Los Rabanes All Star (volumen II)

Venezuela:

Los Amigos Invisibles

Argentina:

Memphis la Blusera, Ataque 77, Dos Minutos, La Renga…

Chile:

Sexual Democracia…

México:

Jumbo, San Pascualito Rey, Jaguares, Guillotina, Santa Sabina, Ansia, Real de Catorce

El Personal…

 

Y muchísimas más bandas y países que prefirieron dejar fuera de foco (e inalcanzables).

Es innegable que Latinoamérica refiere a lo Latino (lenguas romances) e incluye la lusofonía y la francófona, (como ya señalé). Si entonces queda poco claro el concepto, ambiguo, deberían decir Hispanoamérica que específica únicamente en su descripción a los que hablan español.

Pero entonces

¿Qué es Latinoamérica más allá de Santaolalla?

 

4- Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos

 

Si hubiesen metido a Brasil, grandísimo referente para el rock en el continente, habrían arrasado. Pero “el hubiera” sólo existe en la conjugación verbal. Os Paralamas do Suceso, Ultraje A Rigor, Legião Urbana… Y un amplio etcétera.

 

Y volviendo al rock nacional. Para los rockeros mexicanos, decidieron entrevistar a Fher, los Malditos y los Tacubos a Julieta Venegas, Natalia Lafourcade… en lugar de a José Manuel Aguilera, Saúl Hernández, Sabo, Poncho Figueroa, Briseño, al Mastuerzo, Charly Hauptvogel, José Fors, Cecilia, Kenny, Jaime López, recuperar entrevistas de Rita Guerrero…. La mini serie daba para más. Prácticamente pudieron dedicar 4 o 5 episodios por país (de los 4 países que conocen los productores) o mínimo una serie de 20 episodios, uno por país (o dándole más espacio a aquellos países con una amplia materia de rockerología: no sé… hay muchas ideas de cómo sí hacerlo mejor y nos dieron el ejemplo de cómo no hacerlo bien).

 

Queda claro que la noción de rock cambia si uno es el fan y otro es el productor. Hay grupos nuevos con mujeres vocalistas (Luna Negra de Chiapas por señalar uno muy bueno) o de puras mujeres (Mystica Girls), incluso hasta Las Ultrasónicas que deberán ser incorporadas en una futura entrega. Sin embargo, el rock con mujeres ya existe. Netflix y Santaolalla se subieron al tren, pues los medios y los productores no voltean hacia otras latitudes si no hay un $ interés $ de por medio.

 

5- Es solo rocanrol pero me gusta

 

Volviendo a «rompan todo», Igual pudo haberse llamado simplemente la historia del rock en Hispanoamérica (porque la referencia del título solo es comprensible en Argentina) o con aquel grito de guerra del Three Souls in my Mind «que viva el rocanrol». Cuando uno se entera de la historia del rompan todo, está bien, se acepta. Dile no a la represión cantó El Juguete Rabioso. Así que en esa sintonía, va. Pero pareciera que la justificación de la existencia del rock es gracias a gobiernos dictatoriales y su debacle (del rock en español), según el discurso encubierto del productor, es porque ya vivimos en armonía y paz.

 

Ahora bien. No es una regla que el rockero sea contestatario en sus letras o acciones (o en ambas mejor), pero no es requisito. Todo se transforma. Aunque la esencia no cambia.

Las letras del rock han ido desde la confrontación contra el sistema de los medios masivos (que no te haga bobo Jacobo: Molotov. El comunicador: Caifanes), pasando por pedir alto a la violencia (alto al fuego: Alux Nahual), erotismo (déjame leerte en braille: Ansia), amor tormentoso pero amor (el son del dolor: Cuca), amor de arrabal (me miraba a los ojos: Real de Catorce), amor suplicante (suavemente: Soda Stereo), vida cotidiana (Pino Suárez: Botellita de Jerez). Por poner ejemplos.

 

Y a todo esto, falta responder ¿Qué sí es rock (del Hecho en México)? de la mini serie:

Maná es rock (influido enormemente en sus principios por Os Paralamas) pero sí es.

Javier Batiz si es rock y blues. Zoé sí es rock. Caifanes no es la negra Tomasa, es rock. Botellita de Jerez es guaca-rock.

 

Epílogo

Más allá de los productores y el Séquito de la mochilanguez, hay rock con Ñ, cómo chinitas no: Dale de comer que está chiquito.

 

 

Hernán Brizuela Casimir

Un comentario en “Pateando piedras (O historias de lo que sí y lo que no es rock)”

  1. Oscar Mora
    25 diciembre, 2020 at 18:21 #

    Muy buen artículo, me parece importantísimo nombrar a Alux Nahual. Con relación a Santa Sabina sí lo nombran en la serie, al menos brevemente. Saludos!

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