#JusticiaParaMariana: el eco de muchas voces

En los últimos días, en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), hemos experimentado con profunda tristeza, preocupación e indignación la muerte de Mariana Sánchez Dávalos, estudiante de la carrera de medicina de la UNACH y pasante de la misma, quien se encontraba realizando su servicio social en la colonia Nueva Palestina, Ocosingo, Chiapas. Mariana es una víctima más de la agudización de la violencia sexual en medio de una pandemia, de una crisis de salud agravada, de la omisión institucional y de la violencia de género cotidiana y exacerbada.

Durante varios días hemos visto muestras masivas de solidaridad con sus familiares y seres queridos por el dolor tan tremendo producido por esta pérdida irreparable. En marchas y protestas, en carteles y en altares, en las redes sociales, la foto de Mariana se ha replicado por todos lados exigiendo justicia, solicitando una investigación exhaustiva, esclarecimiento transaparente y público de los hechos acontecidos y castigo a los responsables  que hayan incurrido en la omisión de acciones de acuerdo a los protocolos en caso de acoso y violencia sexual, tanto a nivel universitario, local y estatal.

La información en distintos medios relaciona la muerte con un posible ataque sexual vivido por la estudiante durante los días anteriores, una situación de precariedad a causa de no haber recibido su beca, angustia y depresión, denuncias no tomadas en cuenta por distintas autoridades,  lo que ha generado manifestaciones públicas y un paro indefinido de estudiantes para que el caso sea tratado como un feminicidio.

      Mariana es el eco de muchas voces al enfrentar la indiferencia de las autoridades institucionales y el desinterés en la atención al acoso, hostigamiento y violencia sexual, aunados a la pobreza económica y a la violencia por el hecho de ser una mujer joven. Mariana es el eco de cientos de estudiantes que realizan su servicio social, prácticas profesionales, trabajo de campo u otras actividades académicas y que enfrentan contextos de múltiples violencias (de género, clase, lugar de origen, entre otras).

La violencia de género al interior de las instancias universitarias, pero también al exterior, es un problema serio que requiere de una atención rigurosa, crítica, políticamente comprometida y con una perspectiva orientada a observar la situación de emergencia y de urgencia que viven las mujeres en México y el incremento de los feminicidios y las desapariciones en distintos campus de universidades del país.

Aún hace falta mucho para que los espacios educativos, en un sentido amplio, se conviertan en lugares seguros. Los protocolos de atención al acoso y al hostigamiento refuerzan los derechos humanos pero carecen de una perspectiva de género feminista. La violencia generalizada contra las mujeres y los feminicidios siguen aumentando en Chiapas, la pandemia los agudiza y es preocupante que afecte a nuestras estudiantes y compañeras de la comunidad universitaria, no solamente dentro de las aulas, sino también en otros espacios sociales.

Seguir sosteniendo las violencias cotidianas que desvalorizan, hipersexualizan, cosifican y generan violencias simbólicas contra las mujeres y otros sujetos diversos es permitir que la violencia extrema se reproduzca. Las múltiples violencias contra las mujeres y otros sujetos diversos, tales como el acoso, el hostigamiento, el racismo, el clasismo, la lesbofobia y la transfobia, reducen las oportunidades de acceso a la educación e impiden a las mujeres y jóvenes estudiantes su óptimo desarrollo académico. De las autoridades locales y estatales esperamos no sólo el castigo penal y administrativo a los responsables, sino políticas comprometidas para garantizar el acceso a una vida libre de violencia para las mujeres.

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