Las preguntas incómodas de la participación electoral

Foto Francisco Velázquez

Por Jorge Luis Triana Sánchez*

“¿Y para qué salgo a votar? Si yo no soy de ningún partido ni me interesa la grilla… además va a ganar el que compre más votos, y como siempre el INE no va a hacer nada… mejor ya ni deberían hacer elecciones, pura gastadera de dinero con las campañas…”

Lo escuché en la fila para comprar el pan, y hasta el señor-doctor-profesor más letrado queda desarmado con tremendo argumento. Imposible estructurar una respuesta a bote pronto en lo que embolsan las cazuelejas y empanadas; menos sin una taza de café en mano.

Pero se queda pensando uno; revisa, estructura, analiza. Y pues sí: la corrupción político-electoral se encuentra bien incrustada en nuestro país, las instituciones electorales no están lo suficientemente consolidadas para sancionarla, y para acabarla de amolar, el circo de las campañas se paga con dinero público.

Entonces, ¿qué se pudiera hacer para consolidar a estas instituciones electorales?, me pregunté ya degustando el café con pan. Tampoco es que nos falten, pensé; tenemos al INE, que organiza las elecciones federales (y las locales en coordinación con el IEPC), a los Tribunales Electorales (el federal y el local) que se supone resuelven las controversias en dichas elecciones, o a la FEPADE para perseguir delitos electorales. ¿Será que no tienen dinero ni para las copias?

Nomás busqué para hacer corajes: para este austero 2021, a la FEPADE se le asignaron 183 millones de pesos, al Tribunal Federal Electoral tres mil millones, y al INE casi 27 mil millones de pesos (de los cuales siete mil millones son para los partidos políticos) [i]; en lo local, al IEPC de Chiapas se le asignaron 811 millones [ii]. Estamos hablando de que, tan sólo en el ámbito federal, se necesitan más de 30 mil millones de pesos para sostener la democracia en un año de elecciones intermedias. En 2018, con todo y elección presidencial, nos costó 28 mil millones, frente a los 17 mil millones de 2012. En otras palabras, estamos gastando cada vez más en esta fiesta llamada elecciones democráticas, una fiesta a la cual casi la mitad de los invitados, no asiste.

El voto, dicen los libros, es la forma más elemental de participación política en una democracia [iii]. O sea, es la más sencilla y la que menor costo implica para la ciudadanía. Ahí estaba la respuesta a bote pronto que debí soltar en la panadería. ¿Por qué deberíamos ir a votar el próximo domingo 6 de junio? Muy sencillo: porque es gratis, y porque es fácil.

Y si me apuran con una respuesta más dominguera les diría: porque tenemos el DERECHO a hacerlo. Un repaso rápido por la historia de México y los puedo convencer, además, que ese derecho nos costó muchísimo, no tanto en dinero sino en vidas de hombres y mujeres, que no la tenían ni fácil ni gratis; un derecho al cual las mujeres no pudieron acceder en nuestro país hasta hace apenas 66 años [iv].

Los libros también dicen que las elecciones cumplen con la función de legitimar al gobierno [v]. Esto quiere decir que, al participar en las elecciones, independientemente de si votamos por quien resulta ganador o no, aceptamos de manera implícita que la voluntad mayoritaria entre la ciudadanía es el criterio encargado de designar a nuestros gobernantes. No un linaje de monarcas, ni la voluntad de un país extranjero, ni los preceptos de una religión, ni la imposición arbitraria por medios violentos, ni guerras ni conquistas ni terrorismo.

Con toda esa importancia, como quiera la gente vota poco. En las últimas siete elecciones federales (del 2000 al 2018), la participación a nivel nacional en promedio fue del 55%; en cinco de esas siete elecciones, la participación electoral del estado de Chiapas fue inferior al porcentaje nacional. El peor desempeño de la entidad ocurrió en 2003 con una participación de apenas 32%, frente al más alto de 68% que obtuvo en la elección de 2018 [vi].

En los libros también explican que la participación electoral depende de distintos factores, entre ellos la percepción del sistema político y la confianza en sus instituciones [vii]. Partiendo de esto el panorama tiene mucho sentido: en México, solo el 34% de la ciudadanía confía en el INE, la confianza en los partidos políticos es del 19% y de los diputados del 18% [viii].

A pesar de toda esta innegable desconfianza y del turbio escenario electoral, igual hay gente que sí sale a votar. Y a la que no sale, le sobran excusas: que si la corrupción, que si la desconfianza en las instituciones, que si los partidos, que si la fila y el sol y la caminada, que esto y que lo otro.

A la segunda taza de café me pregunté, ¿si no vamos a votar, igual podemos ayudar a tener una mejor democracia? Seguí buscando en los libros, y encontré que diversos estudios han demostrado que aquellos grupos que sistemáticamente renuncian a participar en las elecciones, tienen menor influencia en las decisiones políticas [ix]. O sea, que abstenerse de salir a votar solo es el principio de una espiral de desinterés, apatía e indiferencia por la vida pública y los problemas sociales.

Por eso todas y todos deberían salir a votar en las próximas elecciones. Los jóvenes tienen que votar, no para legitimar al gobierno, sino para empoderarse e incidir en la vida pública y resolver los problemas que los aquejan. Las mujeres tienen que votar, no solamente porque saben que la voluntad mayoritaria entre la ciudadanía es el mejor medio para decidir a nuestros gobernantes, sino también porque es la única manera de continuar la lucha por la reducción de tantas brechas de género. Los indígenas tienen que votar, no solamente porque a sus pueblos les arrebataron hace 500 años su soberanía por medios violentos, sino también porque cada peso que se gasta en sostener nuestro sistema democrático, es un peso que se deja de gastar en combatir la discriminación, la pobreza, la marginación y la desigualdad. Profesionistas, estudiantes, clase media, adultos mayores, magisterio, sector obrero, toda la ciudadanía… tienen que votar porque es su DERECHO.

Participar en las elecciones es el punto de partida para mejorar nuestra democracia. Suena paradójico, porque es justamente un círculo vicioso: no participamos porque no confiamos en las instituciones, no confiamos porque no sancionan la corrupción, no sancionan porque no están consolidadas, pero no están consolidadas porque no participamos. Votar es el primer paso en una larga marcha de participación política, que nos llevará a involucrarnos como ciudadanía en las decisiones públicas, para poder exigir una verdadera rendición de cuentas, promover la transparencia, fomentar la inclusión y cerrar las brechas de participación en nuestro sistema político.

Todos somos parte de nuestra democracia y sus instituciones electorales; por eso participar las fortalece, y mientras más participamos más se consolidan. Y cuando logremos instituciones electorales consolidadas, tendremos una mejor democracia, y con ella la oportunidad para construir un mejor país.

 

*Integrante del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica, del CESMECA-UNICACH. Correo: jorgetriana@outlook.com

 

[i] Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Gobierno de México (2020). Presupuesto de Egresos de la Federación. Ejercicio Fiscal 2021.  https://www.pef.hacienda.gob.mx/es/PEF2021

[ii] Secretaría de Hacienda, Gobierno de Chiapas (2020). Presupuesto de Egresos del Estado de Chiapas. Ejercicio Fiscal 2021. https://www.haciendachiapas.gob.mx/marco-juridico/Estatal/informacion/Decretos/decreto21.pdf

[iii] Crespo, José Antonio (2020). Elecciones y democracia. Cuadernos de divulgación de la cultura democrática, Instituto Nacional Electoral. https://www.ine.mx/wp-content/uploads/2021/02/CDCD-05.pdf

[iv] Comisión Nacional de los Derechos Humanos (2020). Primera vez que la mujer vota en México. http://www.cndh.org.mx/noticia/primera-vez-que-la-mujer-vota-en-mexico

[v] Salazar, Luis y Woldenberg, José (2020). Principios y valores de la democracia. Cuadernos de divulgación de la cultura democrática, Instituto Nacional Electoral. https://www.ine.mx/wp-content/uploads/2021/02/CDCD-01.pdf

[vi] Instituto Nacional Electoral (2021). Sistema de Consulta de la Estadística de las Elecciones Federales. http://siceef.ine.mx/

[vii] Moreno, Alejandro (2015). El votante mexicano. Democracia, actitudes políticas y conducta electoral. Fondo de Cultura Económica.

[viii] Instituto Nacional Electoral (2015). Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México. https://portalanterior.ine.mx/archivos2/s/DECEYEC/EducacionCivica/Documento_Principal_23Nov.pdf

[ix] Jaramillo, Cristhian (2019). La participación política y el abstencionismo: breves definiciones en el marco latinoamericano. En Manuel Valenzuela (coord.), Sanciones, multas y abstencionismo electoral en el Perú. Oficina Nacional de Procesos Electorales.

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