Caminar con transparencia
Por Eliseo Marín
Será acaso muy difícil caminar bajo el escrutinio público y rendir cuentas de forma eficiente sin necesidad de reservar y clasificar la información pública, sin ningún fundamento jurídico sólido, simplemente por la voluntad del poder, ocultando información la cual no tendría por qué ocultarse, ya que toda información o documento que se genere, debe de ser puesta a disposición de los ciudadanos, para los efectos legales y para evitar un uso indiscriminado de los recursos públicos y del poder mismo.
La transparencia continua a cuenta gotas sin que ninguna autoridad haga prevalecer una rendición de cuentas autentica mediante los métodos específicos que señala la Ley de Transparencia; la simulación se ha apoderado de todas y cada uno de los diferentes sujetos obligados dejando a un lado el cumplimiento de la Ley.
Los diferentes actores “administradores” de los recursos públicos y del desempeño, son entes opacos que dejan a un lado el cumplimiento de las normas y de una rendición de cuentas proactiva, ocasionando que la información que generan y administran, carezca de los elementos necesarios que conduzcan a una transparencia efectiva en su máxima publicidad.
Es importante que el ejecutivo con la facultad que de el emana, se empodere con el manto de una transparencia eficaz que de solidez a su gobierno y que exija a los sujetos obligados una rendición de cuentas más amplia y expedita, sin recurrir a capotear y a no publicar o no contestar cualquier solicitud de información por parte de los ciudadanos.
Cuando el gobierno entienda que la transparencia puede ser su mejor aliado y que los ciudadanos pueden ser sus mejores funcionarios, que sin goce de sueldo, vigilan la buena administración pública y el poder absoluto con el que se manejan los funcionarios públicos, será entonces, cuando realmente tengamos un gobierno cercano a la gente, que escucha y trabaja en pro de un gobierno abierto.
Lamentablemente esta herramienta ha sido mal interpretada por todos los actores políticos, quienes no buscan el bien común, sino su beneficio propio y encuentran en la transparencia un obstáculo para sus obscuros intereses, dejando a un lado el cumplimiento de la Ley y la credibilidad de las instituciones, quienes cada día son criticadas por una sociedad hambrienta de resultados tangibles.
Los beneficios de la transparencia deben de ser medibles en resultados positivos para la sociedad, con un crecimiento sustentable y donde la población pueda participar proactivamente con sus gobiernos y en donde los mayores beneficiados sean la sociedad y el gobierno.
Una rendición de cuentas debe de ser la prioridad de todo gobernante, ya que al tener una transparencia insipiente se convierte en un gobierno de simulación con rumbo al fracaso y continuar como una promesa fallida de resultados como sus antecesores.
¡Pasar a la historia es pasar con transparencia!!!
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