El fetichismo de la Democracia. A propósito de Pantelhó

“Somos como el David que venció al Goliat”, dijeron pobladores de Pantelhó, en una emotiva ceremonia que inició y terminó con oraciones en tsotsil, donde hablaron sobre la recuperación de una forma de vida donde no exista la violencia y el narcotráfico. Foto: Ángeles Mariscal

Fernando Pérez[*]

En México, como en la mayor parte de los países del mundo capitalista, la democracia tiene su máxima expresión en el proceso político electoral, donde participan instituciones federales como el Instituto Nacional Electoral (INE), instituciones estatales como el Instituto de Elección y Participación Ciudadana (IEPC), los Partidos Políticos como el PRI, PAN, PVEM, MORENA, entre otros, y los ciudadanos en condición de “igualdad”. En este proceso, el INE organiza las elecciones, los Partidos políticos proponen a sus candidatos y los ciudadanos eligen y votan a quienes los van a representar por tres o seis años, dependiendo si son elecciones municipales, estatales o federales. Es decir, la democracia es organizada y administrada por el Estado de manera jerárquica, donde el ciudadano es colocado en la escala más baja de la pirámide. Sin embargo, se nos ha hecho creer que aún estando en la escala más baja de la democracia son los ciudadanos que eligen a sus gobernantes en los planos municipal, estatal y federal, a través del voto, puesto que la democracia significa “el poder del pueblo”. No obstante, para dichas instituciones el poder del pueblo solo debe de ser expresado en tiempos políticos electorales oficiales, o sea cada tres o seis años, donde los ciudadanos deben de elegir a sus representantes de entre los candidatos que se registren y presenten al proceso de elección, aunque no los conozcan ni compartan sus intereses. Peor aún, muchos votan a favor de uno u otro partido en función de un pago en dinero, de regalos materiales, de canonjías o prebendas políticas, así como por clientelismo o coacción de algún partido político.

A grandes rasgos, este es el sistema político electoral que se instauró en el país desde la tercera década del siglo XIX bajo los referentes de la democracia liberal europea, la cual tuvo mayor presencia en el Congreso Constituyente de 1856-1857 con la premisa de un “gobierno representativo”[1] y que hoy ha devenido en el denominado sistema democrático moderno capitalista. En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que todavía para 1945 -año de su conformación, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial- buena parte de sus Estados miembros no tenían sistemas democráticos, no los asumían o no los ejercían. Para este organismo, la Democracia “es uno de los valores y principios básicos universales e indivisibles de las Naciones Unidas. Se basa en la voluntad libremente expresada por el pueblo y está estrechamente vinculada al imperio de la ley y al ejercicio de los derechos humanos y las libertades fundamentales”.[2] Aunque el término de democracia no está incorporado en la Carta máxima de dicha organización, se argumenta que cuando en ésta se escribe “Nosotros los pueblos” la Carta “refleja el principio fundamental democrático de que la voluntad del pueblo es la fuente de legitimidad de los Estados soberanos y, por consiguiente, de las Naciones Unidas en su totalidad”.[3]

De esta manera, para la ONU un sistema democrático no se expresa solamente en un proceso electoral donde se expresa en secreto la “voluntad” de la población, sino que incluye: Respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales; Libertad de asociación; Libertad de expresión y de opinión; Acceso al poder y su ejercicio de conformidad con el imperio de la ley; Un sistema pluralista de partidos y organizaciones políticas; La separación de poderes; La independencia del poder judicial; La transparencia y la responsabilidad en la administración pública; [y] Medios de comunicación libres, independientes y pluralistas.[4] Es decir, todo Estado que se asuma democrático debe de cumplir con dichos elementos, y no sólo con el llamado al proceso electoral para que el pueblo emita su voto cada cierto periodo de tiempo, como lo hace el Estado mexicano. Obviamente, esta concepción de la democracia está íntimamente ligada al ejercicio pleno de un Estado de derecho, que en el caso de México, hasta ahora, se ha orientado a favorecer a la oligarquía capitalista y a los miembros de los partidos políticos en el poder.

A pesar de esto, instituciones como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación consideran que México goza de una democracia plena desde 1996, porque a partir de ese año, “el país cuenta con todas las instituciones que garantizan el efectivo derecho al sufragio de los ciudadanos dentro de la sociedad mexicana”.[5] Aunque varios estudiosos del tema argumentan que la verdadera democracia empezó en el año 2000, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI), después de más de 70 años en el poder, traspasó el gobierno al Partido Acción Nacional (PAN), proceso al que denominaron como la “alternancia política”. Por eso, algunos expresan que la democracia en México aún es joven y muestran esperanzas que con el paso del tiempo ésta mejorará, sobre todo porque en 2018, la alternancia política permitió la llegada al gobierno al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), con las mismas instituciones creadas por los gobiernos Priistas. Sin embargo, quienes regularmente asumen esta posición política siguen pensando que la máxima expresión de la democracia se refleja en el proceso político electoral oficial, dejando de lado la violencia, la pobreza y la desigualdad estructural que emana de las relaciones de producción capitalista, así como la violencia generalizada (robos, secuestros, asesinatos, encarcelamiento, ejecuciones extrajudiciales, encarcelamientos políticos, desapariciones forzadas, desplazamientos forzados, crímenes de lesa humanidad, entre otros) profundizada a partir de 2006 con la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado emprendida por Felipe Calderón Hinojosa, donde los más afectados han sido las organizaciones políticas independientes y la clase trabajadora en su conjunto.

Ante ello, dado que la democracia en México es catalogada como una democracia representativa, algunos han optado por proponer una democracia participativa, la cual llevaría a la participación de los ciudadanos a otras escalas (como las consultas que se han aplicado últimamente) y esferas del ámbito público, más allá de la emisión de un voto en tiempo electoral oficial. Mientras que otros, que asocian la democracia con un ejercicio pleno del Estado de Derecho y poniendo de antemano la violación sistemática de derechos humanos y derechos fundamentales en el país, así como el alto grado de inseguridad, injusticia e impunidad que padece la sociedad mexicana, han optado por denominar al sistema democrático mexicano como una “democracia burguesa” o “democracia capitalista”, en tanto que ésta sólo favorece a los intereses privados de empresarios, banqueros, industriales y políticos en el poder, tratando de poner énfasis en las contradicciones entre el discurso político de los gobernantes y la realidad.

En esta sintonía, si bien los adjetivos que se le han asignado al tipo de democracia que prevalece en nuestro país y sus asociaciones cruciales al Estado de Derecho son de suma importancia porque muestran la complejidad y las contradicciones de la democracia en México, también es primordial develar la dinámica de explotación de la fuerza de trabajo y el sistema de opresión y represión política que se oculta detrás de la democracia. Al respecto, Atilio Boron nos dice que, antes que la democracia contemporánea se convirtiera en el sistema político dominante en buena parte de los países del mundo, primero se consolidó el capitalismo como el sistema económico dominante y que hasta ahora lleva ya más de 500 años en el mundo. Por lo tanto, ha sido la dinámica de reproducción del capital, su necesidad de expansión hacia nuevos mercados y su apetito de generar las máximas ganancias, lo que ha impulsado a la burguesía capitalista a transformar los sistemas políticos existentes en lo que ahora se conoce como Democracia, no importando si esta democracia tenga que implantarse con Golpes de Estado, como lo muestra la historia de América Latina. Una democracia que es funcional a la reproducción del capital y a los intereses políticos, económicos y geoestratégicos de Estados Unidos. De este modo, “el capitalismo es desplazado a una posición discreta detrás de la escena política, convertido en invisible pese a ser el cimiento estructural de la sociedad contemporánea”.[6]

Desde esta perspectiva, Atilio Boron considera que más allá de ponerle adjetivos al término democracia, se debe de considerar que ésta oculta la esencia de la reproducción del capital en los tiempos modernos, así como la creciente pobreza y desigualdad social que genera, por lo que una expresión que revele este fenómeno sería el de “capitalismo democrático”. Pues, esta concepción recupera con mayor fidelidad “el verdadero significado de la democracia, al subrayar que algunos de sus aspectos estructurales y características definitorias –elecciones periódicas y “libres”, derechos y libertades individuales etc.– son, no obstante su importancia, formas políticas cuyo funcionamiento y eficacia no pueden neutralizar, ni mucho menos disolver, la estructura intrínseca e irremediablemente antidemocrática de la sociedad capitalista”[7]

Ahora bien, el Estado, aparte de ocultar el fenómeno de la explotación y acumulación capitalista con el velo de la democracia, también transfigura y corrompe la esencia de la democracia enunciada como “el poder del pueblo”. Un poder expresado en los movimientos sociales de los oprimidos en el mundo que han desembocado en una transformación del sistema político dominante o han obligado a las élites políticas y a la burguesía capitalista a brindar concesiones al movimiento obrero, campesino y popular. Es decir, la democracia representa la lucha del pueblo en la búsqueda de su liberación, tal como lo hizo una parte del pueblo mexicano encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Vicente Guerrero, entre otros, en 1810, en el proceso de la Independencia de México. O bien, como lo hizo una parte del pueblo encabezado por Ricardo y Enrique Flores Magón, Emiliano Zapata y Francisco Villa, entre otros, en 1910, en el proceso de la Revolución mexicana. Estas expresiones del poder del pueblo, aunque no lograron instalar un gobierno que defendiera los intereses del pueblo, permitieron que las élites políticas de las facciones dominantes incorporaran a la Constitución de 1857 y de 1917 ciertos derechos a favor del pueblo. Pero, lo más relevante de dichos procesos es que en el artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se estableció que: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

Bajo esta premisa, amparados en la Constitución, se han levantado distintos movimientos políticos en el país, como lo fue el movimiento popular de 1968, los movimientos políticos-armados de la década de 1970 y el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, los cuales buscaban una transformación del sistema político y económico del país. Sin embargo, estos movimientos fueron fuertemente reprimidos por el Estado mexicano, atentando contra la integridad de la vida y violando todos los derechos humanos y fundamentales plasmados en nuestra Constitución y en organismos internacionales. En este contexto, la democracia como forma de gobierno y discurso político adquirió un mayor sentido en la vida política del país. No obstante ésta ha sido limitada al derecho de los ciudadanos de votar y ser votado en el proceso de elecciones oficiales, y ahora en los tiempos de la llamada cuarta transformación se agrega el derecho a la consulta pública sobre algunos proyectos y decisiones que el gobierno considere conveniente. Es decir, el derecho del pueblo a alterar o modificar la forma de su gobierno asentado en la Constitución ha quedado reducido a la cuestión electoral, a un proceso de elecciones jerarquizada, organizada, administrada y controlada por el Estado. El detalle es que en este proceso el Estado como institución se presenta ante el pueblo como el Dios benevolente que le otorga el derecho y el poder de elegir y votar a los ciudadanos, cuando en realidad, por medio del sistema electoral oficial el Estado busca legitimar el ejercicio de su poder. Para Enrique Dussel, este es el fetichismo político del poder y de la democracia como tal, porque el poder no dimana del Estado como institución, sino del pueblo como comunidad política.[8]

En este sentido, para Dussel la fuente creadora del poder es el pueblo como comunidad política (potentia), que en algún momento de nuestra historia creó las instituciones (potesta) y las dotó de legitimidad. Sin embargo, el Estado como institución ha corrompido este fundamento y se ha erguido como el creador de este poder y a través de distintos mecanismos, entre ellos, la institución policiaca y militar, ha reprimido violentamente los intentos del ejercicio del poder del pueblo, asumiendo que el Estado posee el monopolio legítimo de la violencia.[9] Para Dussel, la corrupción de este fundamento es lo que ha llevado a que los representantes de las instituciones estatales y gubernamentales ejerzan el poder a favor de la élite dominante y en beneficio de los intereses del capital privado, y no a favor de los intereses del pueblo. O sea, que el gobierno mande mandando y no que mande obedeciendo como han planteado los zapatistas desde 1994. Incluso, esta anomalía del poder político y de la democracia ha permitido que funcionarios gubernamentales se asocien con organizaciones dedicadas al narcotráfico y al crimen organizado. O de manera contraria, que miembros de este tipo de organizaciones sean propuestos por los Partidos Políticos como candidatos para ocupar distintos cargos gubernamentales y lleguen a detentar el poder en la esfera del gobierno federal, estatal o municipal, como se ha presentado recientemente en el municipio de Pantelhó.

Este caso es relevante en la geografía del capitalismo democrático, porque en el proceso político electoral oficial realizado el 6 de junio de 2021, en lo que corresponde a las elecciones municipales, el candidato del Partido de la Revolución Democrática que ganó las elecciones para Presidente Municipal de Pantelhó fue acusado por una buena parte del pueblo de pertenecer al crimen organizado y de ejercer coacción sobre el electorado desde las instancias del poder municipal, obligándolos a votar a su favor por medio de amenazas y de la violencia física. Ante ello, el día 7 de julio de 2021, debido al recrudecimiento de la violencia, el hostigamiento y el asesinato de tres personas reconocidas por su labor social, política y religiosa sin que las autoridades estatales y federales intervinieran, una parte del pueblo irrumpió en la cabecera municipal y armados con machetes, marros, palas y armas de fuego decidieron hacer frente a la violencia emanada del poder de Estado en la esfera municipal. De acuerdo con algunos reportajes,[10] Pantelhó se convirtió en un escenario de guerra, con saldos de personas muertas, decenas de personas heridas y miles de personas desplazadas. Posteriormente, esta irrupción armada fue atribuida por el grupo de “Autodefensa del pueblo de Pantelhó el Machete”, quienes en un video difundido por redes sociales afirmaron que desde el año 2002 detectaron la presencia de narcotraficantes y del crimen organizado en el municipio, y que desde ese año empezó una espiral de violencia que hasta el 7 de junio de 2021 había dejado más de 200 personas muertas en el territorio municipal. Para ellos, lo más grave de esta situación es que en los últimos tres años la autoridad municipal quedó subordinada a los intereses privados.

Frente a estas circunstancias, muchos denunciaron los agravios hacia la población, “pero el ministerio público nunca tomó en cuenta nuestras denuncias y algunos de nuestros compañeros fueron asesinados por denunciar la violencia que estamos viviendo (…). Desde hace varios años somos testigos de los asesinatos que le han hecho a nuestros abuelos y padres, hemos visto cómo nos roban y despojan de nuestros bienes, y a todo esto que sucede no vemos nada de justicia por parte del gobierno federal y estatal (…). Por estos hechos tan dolorosos fuimos platicando y reflexionando que debemos defender la vida de nuestras comunidades y así poco a poco en silencio fuimos formando nuestra autodefensa para nuestro pueblo de Pantelhó (…). Por eso dijimos: ¡basta ya de tantos sufrimientos y derramamiento de sangre!, y así decidimos entrar en el pueblo de Pantelhó el 7 de julio de 2021. No para atacar el pueblo, sino para expulsar a los sicarios, a los narcotraficantes y al crimen organizado”[11] de las instancias del poder municipal.

Lo relevante de este proceso es que, en una Asamblea celebrada el 18 de julio del mismo año, donde participaron autoridades y lideres de 86 comunidades integrantes del municipio de Pantelhó, el pueblo otorgó su respaldo y legitimidad al grupo de “Autodefensas del Pueblo de Pantelhó El Machete”, afirmando que: “Durante estos años todas las comunidades han recibido temores, sin el derecho a vivir en paz, sin seguridad, sin justicia (…) por esta razón se levantó el grupo de autodefensas del pueblo indígena, con el fin de defender la vida y el derecho de nuestros hermanos”.[12] En este sentido, el pueblo organizado exigió a los gobiernos federal y estatal que “reconozcan que en Pantelhó hay un problema, la existencia del crimen organizado en el ayuntamiento”; asimismo, demandaron justicia para las víctimas del crimen organizado, ser reconocidos como pueblos originarios y respetar el nombramiento de sus autoridades [municipales] por usos y costumbres”. Es decir, elegidas por el mismo pueblo y no por los Partidos políticos oficiales.[13]

Este acontecimiento en la geografía estatal y nacional corresponde a una vía de la democracia que se expresa concretamente en el poder del pueblo, sustentado en el artículo 39 de la Constitución, así como en organismos internacionales que estipulan la autodeterminación de los pueblos a elegir su propio sistema de gobierno. Por lo tanto, la decisión de cambiar la forma de gobierno municipal a favor de la protección de la vida y de los intereses del pueblo cuando los partidos políticos oficiales ya no cumplen con esta función no debería ser un obstáculo para un Estado que se dice democrático, mucho menos para la Cuarta Transformación que a diario pregona que “el pueblo es sabio” y que es respetuosa de la voluntad política de los ciudadanos.

 

[*] Doctorante de la Universidad Autónoma Chapingo y colaborador del Observatorio de las Democracias: Sur de México y Centroamérica del Cesmeca. Correo electrónico: pepe_cielo@hotmail.com

[1] Aguilar Rivera, José A. (2019). “La redención democrática: México 1821-1861”. Historia Mexicana, Vol. LXIX, núm. 1, pp. 7-56. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=60060038001

[2] ONU (2008). “La Democracia y las Naciones Unidas”. [En línea] Disponible en: https://www.un.org/es/events/democracyday/2008/pdf/DEMOCRACIAYNACIONESUNIDASFINAL.pdf

[3] ONU (S/F). “Democracia. Desafíos globales”. Naciones Unidas, Paz, dignidad e igualdad en un planeta sano. [En Línea] Disponible en: https://www.un.org/es/global-issues/democracy

[4] ONU (2008). “La democracia y los Derechos Humanos”. Naciones Unidas. [En Línea] Disponible en: https://www.un.org/es/events/democracyday/2008/pdf/DEMOCRACIAYDERECHOSHUMANOSDEFINITIVO.pdf

[5] TEPJF (2010). “Régimen democrático”. Manual del participante. Centro de Capacitación Judicial Electoral. [En línea] Disponible en: https://www.te.gob.mx/ccje/Archivos/manual_regimen.pdf

[6] Boron, Atilio (2006). La verdad sobre la democracia capitalista. Socialist Register 2006, Vol. 42, pp. 45-78. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/social/2006/boron.pdf

[7] Boron, Atilio (2006). Ibídem.

[8] Dussel, Enrique (2006). 20 tesis de política. Siglo XXI Editores. Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y El Caribe (CREFAL).

[9] Max, Weber ([1919] 2001). La política como vocación. Con notas de Marianne Weber, en Heidelberg, agosto de 1926, y de Enrique Martín, en Madrid, agosto de 2001. Documento en pdf.

[10] Rompeviento TV. Grupo de Autodefensas “El Machete”: Defender, no atacar – Reportaje especial. 14 de julio de 2021. [En línea], disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=tDg_lKdyI8M

[11] Pronunciamiento de las Autodefensas del Pueblo de Pantelhó, Chiapas. Chiapas Paralelo. 12 de julio de 2021. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=PJYt1cp5ZPI

[12] Mariscal, Ángeles (2021). Miles de indígenas mostraron respaldo a autodefensas de Pantelhó, Chiapas. Chiapas Paralelo. 18 de julio, disponible en: https://www.chiapasparalelo.com/noticias/chiapas/2021/07/miles-de-indigenas-mostraron-respaldo-a-autodefensas-de-pantelho-chiapas/

[13] Enríquez, Elio (2021). Exigen gobierno de usos y costumbres en Pantelhó. La Jornada, 04 de agosto. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/08/04/estados/exigen-gobierno-de-usos-y-costumbres-en-pantelho/

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