Indicadores de violencia hacia las mujeres en el sureste mexicano: una exploración desde los atlas de género (parte 1)
Por Gabriela Fenner Sánchez*
A propósito del 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, he decidido dedicar esta columna a explorar la panorámica que los atlas de género nos permiten conocer respecto a las condiciones de vida y situaciones de violencia que las mujeres viven en el sureste mexicano; en específico en los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero, por ser estas las tres entidades que cuentan a la fecha con Atlas de Género estatales; además de compartir históricamente indicadores demográficos que marcan su dinámica social; tales como contar con los porcentaje más altos de mujeres hablantes de lengua indígena en el país, superado Guerrero solamente por Quintana Roo; pero también los índices más altos de pobreza multidimensional (2014)[1]. Igualmente son las tres entidades con el índice de desarrollo relativo al género más bajo del país (0.7) según datos del 2010. Este mide “el progreso conseguido en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno (ONU)”[2] .
Para ello en una primera entrega ofreceré una panorámica de cuáles y cómo son los Atlas de Género con los que contamos en el país, así como algunos otros instrumentos estadísticos de monitoreo, y haré una primera exploración por aquellos datos que dan cuenta de algunas de las condiciones generales de vida de las mujeres en estos tres estados, así como por los que muestran violencias no explícitas, pero que igualmente socavan los derechos humanos de mujeres y niñas. En la segunda entrega ahondaré más en los datos correspondientes a indicadores de violencia catalogados directamente como tales.
En México disponemos de varios y valiosos instrumentos para medir y monitorear las condiciones de vida de las mujeres, impulsados tanto por organismos gubernamentales, como por organizaciones sociales[3]. En específico el INEGI[4] ha diseñado encuestas específicas como la ENDIREH (Dinámicas y relaciones en los hogares), que permite monitorear las violencias vividas por mujeres al interior de sus hogares, o incluso en hospitales cuando se trata de violencia obstétrica. También está el MOCIBA, módulo que desagrega por sexo los diferentes tipos de ciberacoso que se presentan a nivel nacional, lo cual visibiliza que en ello existe también una importante componente de desigualdad de género. Tenemos además la ENVIPE (Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública) que recoge las percepciones de violencia vivida e inseguridad, también desagregadas por sexo y por entidad, en la mayoría de sus indicadores.
A su vez, estos instrumentos sirven como fuente a los atlas de género. En los cuales la información es organizada y representada según el lugar en donde acontece, a fin de visibilizar su distribución geográfica y así agregar a su comprensión y/o atención, la componente espacial. En el país, en formato digital contamos con los siguientes atlas con enfoque de género: Atlas de Igualdad y Derechos Humanos (2018)[5], creado por la CNDH y el IG-UNAM; el Atlas de Género del INEGI (2016)[6]; y los Atlas de Género de Oaxaca (2019)[7], Chiapas (2019)[8] y Guerrero (2019)[9], cada uno impulsado por su gobierno estatal a través de diferentes instancias y en colaboración con INEGI. En proceso de construcción se encuentran el correspondiente al Estado de México. Todos ellos, con excepción del de Chiapas son presentados como geovisores; es decir como plataformas en línea que facilitan una interacción dinámica con los mapas y con los datos, permitiendo hacer búsquedas o visualizaciones por tema, indicador y/o área geográfica.
Estos instrumentos, de reciente creación, tienen un alto potencial para hacer visible la concentración o dispersión geográfica de las desigualdades de género y de las condiciones de vida inequitativas que no permiten a millones de mujeres en nuestro país alcanzar una vida digna. Cada uno de ellos tiene alguna característica específica; sin embargo, comparten la mayoría de las temáticas, como son: salud, educación, política, (no) violencia, población, uso del tiempo, trabajo, entre otros. Todos ellos ámbitos en los que se espera alcanzar, por medio de acciones, condiciones de igualdad para mujeres y niñas.
La desagregación y/o integración espacial que maneja cada atlas también es distinta, pues mientras el de CNDH/ IG y el de INEGI muestran los indicadores a nivel nacional por entidad federativa, evidentemente los estados lo hacen a nivel municipal; contando además Oaxaca con la posibilidad de visualizarlos a escala regional. Este mismo atlas, así como el de Guerrero permiten comparar el municipio elegido, tanto con los municipios que presentan las cifras más altas y más bajas; como con el indicador estatal. El atlas además del mapa, incluso genera una gráfica comparativa para algunos de los indicadores. En cuanto a la forma de medir los indicadores, el Atlas Nacional de INEGI señala la brecha entre hombres y mujeres para algunos de ellos, mientras que el Atlas de Igualdad ofrece indicadores relacionales (en porcentajes), para hacer esta comparación.
Entonces, ¿para qué sirven estos atlas y qué nos muestran? Precisamente, nos ayudan a sintetizar y acceder de una mejor manera a todas estas mediciones que a lo largo del país se hacen para conocer cuáles son y dónde están las mayores desigualdades entre hombres y mujeres, así como las mediciones que permiten evidenciar con precisión la violencia de género. Además, nos permiten hacer comparaciones en el tiempo (sobre todo el atlas de igualdad), de manera inmediata y fácil, con lo cual se pueden reconocer agravamientos o mejoras. Conocer y comprender esta información es punto de partida clave para implementar las medidas que logren tanto la erradicación de la violencia, como la mejora general de condiciones de vida digna para todas las mujeres que habitamos en el país[10].
Para caracterizar entonces, la situación de violencia que viven las mujeres en Guerrero, Chipas y Oaxaca, realicé una exploración principalmente por el Altas de Igualdad y Derechos Humanos, para poder así comparar los indicadores de las tres entidades; también elegí este atlas porque se encuentra más actualizado que el Atlas de Género de INEGI. Aun así, en materia de seguridad fue necesario complementar la información con la versión más reciente de la ENVIPE y del módulo de ciberacoso, puesto que sus datos aún no han sido integrados al mismo, y estos son relevantes para evidenciar diferentes tipos de violencias, así como espacios en dónde sucede.
Comenzando con condiciones generales de vida, podemos ver que en cuanto a dependencia, Chiapas, Oaxaca y Guerrero, presenta porcentajes entre los más altos (por encima del 65%) a nivel nacional en cuanto niñas y personas adultas mayores que dependen de otras mujeres (en edad productiva). En comparación con estados como Quintana Roo (con alrededor de 47%). Mientras que, en la relación de niñas y niños que dependen de otras mujeres sobresale Chiapas, con un 54.7%, contrario a la relación de dependencia estatal de personas mayores, donde se invierte, y es Chiapas donde el porcentaje es menor (15.7%) cercano a los más bajos nacionales (Baja Californias, Quintana Roo y Querétaro). Estos datos demuestran que en estas tres entidades, dados los roles de género predominantes, siguen siendo las mujeres las que mayoritariamente se hacen cargo de los cuidados de la crianza infantil.
Sobre condiciones femeninas en el mercado laboral, el atlas de Igualdad, con datos de INEGI, 2015, revela que Chiapas presenta el porcentaje de participación más bajo a nivel nacional (29%) mientras que Guerrero tiene: 38.1 y Oaxaca: 39.6 (comparado con el máximo en la CDMX, que tiene un porcentaje de 43.8, de por sí ya demasiado bajo). Estas mujeres trabajadoras no disponen de salarios suficientes, como puede verse al comparar los mapas que van estratificando por percepción de salarios mínimos. Vemos así que la mayoría de las mujeres que reciben hasta un salario mínimo, habitan predominantemente en el sureste; mientras que, a partir de dos salarios mínimos, comienza a dominar el centro –occidente y el noroccidente del país. A partir de tres salarios, se concentra solamente en algunas entidades (BCS, SIN, JAL, NAY, NL y CDMX). Y más de 3 y hasta 5 salarios mínimos, son percibidos solamente por mujeres de BCS (8.8%). Finalmente, en el escalafón de más de 5 salarios mínimos destaca Nuevo León. Aunada a esta precariedad laboral, los mapas de derechohabiencia también permiten distinguir los porcentajes más bajos para las mujeres de las tres entidades sureñas de interés.
Si pensamos en que la violencia tiene múltiples manifestaciones, vale la pena explorar los indicadores de discriminación que el atlas permite analizar. Así tenemos que el índice de discriminación por actividades terciarias (servicios) es también de los más altos para el caso de Chiapas y Oaxaca principalmente, aunque en todo el país está por arriba del 40%. Ahora bien, cruzando este dato con el estado civil, pueden verse que, en las tres entidades, las mujeres casadas fueron las más discriminadas en el ámbito laboral. Mientras que, en el caso de las mujeres separadas, divorciadas o viudas, la discriminación se sufre más en el ámbito comunitario, (sobre todo en Chiapas), lo cual nos habla de las estructuras machistas en las que siguen predominando estereotipos donde las mujeres que no son percibidas bajo el tutelaje de un hombre, están más expuestas a ser infravaloradas o no respetadas.
En el mismo ámbito, una expresión de violencia que ha sido invisibilizado, pero de la cual ya se da cuenta en la ENDIREH 2016 es la obstétrica. Los datos que nos arroja al respecto es que para Chiapas el 20.8% de las mujeres entre 15 y 49 años que dio a luz en 2015, sufrió algún tipo de maltrato. En Guerrero fue el 26.3%, mientras que en Oaxaca se eleva a un 31.1%, cercano al valor nacional de 33.4%. En las primeras dos entidades estos maltratos se dieron más entre las mujeres urbanas, mientras que en Oaxaca fue más alto para las mujeres que habitan en el ámbito rural.Otro ámbito de la vida que revela condiciones de desigualdad y muchas veces de violencia no siempre explícita es el de la salud. Vemos así que el Atlas de Igualdad muestra que estas tres entidades de la República son las que mayor demanda insatisfecha de planificación familiar[11] registran, con un porcentaje de entre 14% y 18%, siendo Chiapas el que presenta la cifra más alta (2014). Igualmente, al revisar la razón de mortalidad materna, que mide las muertes en función de los hijos nacidos vivos para el mismo periodo de tiempo, los tres estados presentan cifras altas; Guerrero con 49.4, Oaxaca 48.5, y Chiapas 68.4, la más alta a nivel nacional.
*Colaboradora de ODEMCA, encargada del ACEM-CESMECA
[1] Módulo de condiciones socioeconómicas de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares, INEGI, 2014.
[2] Atlas de Igualdad y Derechos Humanos, CNDH/IG.
[3] Estas no serán aquí abordadas.
[4] Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
[5] https://observatorio.cndh.org.mx/atlas/1/contenidos-generales
[6] http://gaia.inegi.org.mx/atlas_genero/
[7] https://atlasdegenero.oaxaca.gob.mx/
[8] http://atlasdegenero.chiapas.gob.mx/
[9] http://atlasdegenero.coespogro.gob.mx/
[10] Evidentemente también para las que transitan en este territorio, pero en ello no podré ahondar aquí por cuestiones de espacio.
[11] Calculado en función de las mujeres en edad fértil, según datos de CONAPO, 2014.
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