Chajpanel k’opetik: hacia la resolución de conflictos

Por Delmar Méndez Gómez*

K’op: entre el conflicto y la palabra

En el habla coloquial de los pueblos tseltales y tsotsiles en Chiapas se comparte la expresión k’op, la cual se traduce como palabra/voz/lengua/conflicto. Esto permite entender que todos los procesos de mediación y significación de la vida-mundo pasa ineludiblemente por la palabra. Por supuesto que la realidad material existe, pero al ser nombrada encuentra su sentido social y cultural. Aquí radica la importancia de entender cuáles son las dinámicas que permiten la reproducción de la vida cotidiana y comunitaria, para la consolidación de una sociedad plena o con permanentes tensiones.

La palabra k’op, al ser mencionada, expresa el referente al que se dirige. Por ejemplo, al decir jach’ix te k’ope, se refiere a que “un conflicto ha iniciado”. El conflicto puede aparecer cuando alguien quebranta las reglas de la comunidad, cuando no se respetan los acuerdos, cuando alguien toma las pertenencias de otra persona sin su consentimiento o cuando alguien se siente perjudicado por las decisiones colectivas. Ello devela, por un lado, que la palabra/diálogo no ha sido suficiente para evitar aquello que suscita el problema, ya sea por la ausencia de esta o porque no se explica con certeza lo que se pretende hacer. Y, por el otro, que inicia una etapa en donde la palabra se diluye, al ejercer acciones coactivas y violentas que establecen las fronteras, las disputas y los intereses entre las personas que libran una batalla.

De acuerdo con John Rex “el conflicto es una acción intencionalmente orientada a la realización de la voluntad del actor, en contra de la resistencia de otra parte o de otras partes”[i]. Los actores implicados asumen una postura que prolonga la negociación y resolución del conflicto, al considerar que su versión o testimonio es la única “verdad” frente a la otra, y viceversa. La palabra se convierte en un arma que induce una reacción: la toma de armas, el cierre de las carreteras, la privación de la libertad, hasta el asesinato de alguien. Todo pasa por el k’op, como conflicto y como palabra, paradójicamente comprende, por un lado, la causa-consecuencia y, por el otro, la solución misma.

 

Pueblos en conflicto

Cuando el k’op está hecho, la ofensiva se habilita. La gente se organiza, protesta, disienta y lucha. Quedarse inmovilizados no resulta una opción. Las partes afectadas ejercen sus propias acciones, pero sin considerar el sentir y pensar de las personas que son lastimadas al estar en medio de la disputa. La metáfora de la “bala perdida” se materializa. Así se reconoce de los casos actuales como entre Aldama y Santa Martha, donde los disparos de arma de fuego son una constante, debido a la disputa de los límites territoriales y de tierras ––iniciado en la década de los setenta–– que ambas localidades reconocen como suyo[ii]. El conflicto continúa activo, sin tener un claro panorama de pacificación, a pesar de impulsar mesas de diálogo donde únicamente participan los líderes, las organizaciones, el gobierno y los mediadores, pero sin escuchar a las familias directamente agraviadas. Así se cerca y condiciona la palabra, se impide la paz.

También en la cartografía de conflictos en Chiapas se encuentra el caso de Oxchuc, donde varios grupos se pelean la adminstración del ayuntamiento, luego de no aceptar los resultados de la elección realizada en diciembre de 2021, efectuada mediante los usos y costumbres, avalado por las instancias del gobierno. La situación ha causado que los grupos bloqueen las carreteras, que usen las armas de fuego para repelerse y quemen las casas de sus adversarios. Así han establecido un ambiente de violencia y de temor social, que ha imposibilitado que la vida en Oxchuc pueda desplegarse con libertad. La gente se concibe asediada. Actualmente, el Congreso local nombró un nuevo concejo municipal[iii], que operará durante dos meses, tiempo en que tendrán a su cargo el convocar a nuevas elecciones. Sin embargo, la tensión sigue latente porque los grupos no aceptan la conformación de dicho concejo. Sin embargo, se espera que puedan contener los problemas, apaciguar las agresiones y la persecución de los actores políticos.

Pero los conflictos no suceden únicamente por las intenciones de las propias comunidades. También se dan por las injerencias de actores externos. Así sucede en la región zoque, donde los pueblos luchan contra los proyectos extractivos, contra las mineras[iv] (Gold Corporation, Brigus Gold CorporationKinross, KG Minera IxhuatánMinera FriscoCangold Limited y Apollo Gold Corporation), que amenazan con saquear los recursos naturales de cientos de familias campesinas. Las mineras han tratado de desinformar a la gente, con el discurso del “desarrollo y el progreso”. El k’op, la palabra, se ejerce para mentir, para persuadir a partir del engaño. Sin embargo, las comunidades se han organizado, porque es desde adentro, en el corazón de los pueblos, donde surgen las respuestas para defender y cuidar lo que les pertenece. No es gratuita la presencia del Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en Defensa de la Vida y la Tierra (Zodevite), que es la principal fuerza que articula las voluntades de las familias zoques, de hombres y mujeres que no solo reivindican su existencia, sino además movilizan el deseo y el sueño de construir otros mundos posibles.

 

Ya sk’an senanel te k’ope/ resolver el conflicto

El k’op tiene distintas facciones y orígenes. De allí que las formas de resolver el conflicto no tienen la misma ruta ni las mismas respuestas. Por supuesto que los métodos de pacificación pueden ser una guía, una alternativa. Pero las soluciones nunca vienen de afuera, siempre están adentro: ay ta ko’tantik (en nuestros corazones). Una de las condiciones del k’op es la movilización de la escucha. La palabra no es nada si no hay oídos dispuestos a escuchar. Esta es una de las barreras que se instaura entre las personas en disputa, que impiden la circulación del habla y la escucha. Siempre una parte y la otra argumenta tener la “verdad”, busca imponer su voluntad acosta de la vida misma. Un ejemplo de ello son las potencias mundiales que pretenden instituir su ideología y modelos económicos, al punto de crear conflictos bélicos y justificar las invasiones. La guerra es el grado máximo del k’op.

Ya sk’an senanel te k’ope es la afirmación que se pronuncia cuando el conflicto quiere resolverse. Para ello, una de las claves es siempre apelar a la palabra, pero se necesita de la voluntad de las partes implicadas, crear un contexto en que puedan encontrarse para escucharse y dialogar. Es cierto que en muchas ocasiones existen intereses de por medio, los lucros del conflicto y su administración benefician a unos cuántos. Además, las emociones y los afectos son cruciales para comprender las diferencias que distancian y enemistan a las personas, como el dolor y el rencor propiciados por la desaparición o el asesinato de alguien. La justicia es lo que se busca, y es una búsqueda que no se logra sin el consentimiento tácito de quienes son y se sienten afectados.

Esa es la razón del por qué en algunos pueblos, como es el caso de Bachajón, se apele a la intervención de actores que cumplen un cargo comunitario, como los jmeltsa’anwanejetik, “arregladores de conflictos”, que su principal objetivo es buscar la “armonía y la alegría del corazón, elementos para el bien vivir”[v], a partir de la impartición de justicia, mediante el “acuerdo, la conciliación y la concientización de las partes involucradas”[vi]. Esta es tan solo una experiencia concreta de las rutas posibles por atender el k’op.

Lo hasta aquí expuesto es una breve reflexión para entender las dinámicas del k’op, que no implica únicamente la disputa o la coacción de quienes están implicados, sino además suscita la organización, la mediación, el encuentro entre voces de los sentires y pensares, que es la vía para abrir los caminos, para poder decir Ch’abix te k’ope: el conflicto ha terminado. La reflexión continuará porque, precisamente, una de las condiciones del k’op, en tanto palabra, es que está en constante movimiento.

*Doctorante en Ciencias Antropológicas (UAM-I). Colaborador del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica (ODEMCA) del Cesmeca-Unicach. E-mail: delmarmego@gmail.com

 

[i] Rex, J. (1985). El Conflicto Social, México: Siglo XXI, 1985, p. 3.

[ii] La tensión está por la disputa de 60 hectáreas entre la comunidad de Santa Martha y 115 comuneros de Aldama. El conflicto inicia en la década de los setenta cuando la SRA certificó los límites territoriales entre ambos municipios, los cuales fueron avalados por los comuneros. Sin embargo, ante un “descuido” realizado por el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (Procede), hicieron nuevos planos de los bienes comunales, “de los que resultó que una porción de tierra que aparentemente era de Aldama quedó dentro del territorio de Santa Martha, Chenalhó. Tras ese reajuste, iniciaron varias tensiones entre los comuneros afectados. Fue en el 2009 cuando se firmó un convenio, ratificado por el Tribunal Agrario, en el que los habitantes de Santa Martha reconocían que las 60 hectáreas situadas en su territorio pertenecían a Aldama. Dicho convenio fue transgredido al poco tiempo. Vega, Andrea (2018).”De la religión al territorio y a la política: la violencia que mina la vida en Los Altos de Chiapas”. Animal Político, https://www.animalpolitico.com/2018/04/religion-territorio-politica-la-violencia-que-mina-los-altos-chiapas/ Fecha de consulta: 02 de marzo de 2022.

[iii] el pleno nombró a Luis Sántiz Gómez presidente concejal; a Regina Encinos Méndez, concejal síndica, y a Lucio Sántiz Gómez, Reynaldo Gómez Méndez y Margarita Sántiz López regidores concejales. Véase Elio Henríquez (2021). “Nombran segundo concejo municipal en Oxchuc”, La Jornada, disponible en: https://www.jornada.com.mx/notas/2022/03/02/estados/nombran-segundo-concejo-municipal-en-oxchuc/ Fecha de consulta: 03 de marzo de 2022.

[iv] Aldo Santiago (2021). “En Chiapas, comunidades zoques emiten alerta por incursión de mineras”. En avispa, disponible en:  https://avispa.org/en-chiapas-comunidades-zoques-emiten-alerta-por-incursion-de-mineras/ Fecha de consulta: 03 de marzo de 2022.

[v] Gasparello, G. (2021”. “Conciliación y construcción de la paz en contextos de violencia: la experiencia de los jmeltsa’anwanejetik en la región de Bachajón, Chiapas”, en Xochitl Leyva Solano, Lola Cubells Aguilar y Júnia Trigueiro de Lima (coords). Sistemas normativos y prácticas autonómicas del pueblo tseltal de Chilón y Sitalá. Buenos Aires, Argentina: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso); San Cristóbal de Las Casas, Chiapas: Cooperativa Editorial Retos; Chilón, Chiapas: Centro de Derechos Indígenas A.C. (Cediac), Guadalajara, Jalisco: ITESO; Ciudad de México: Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez A.C., p. 123.

[vi] Ibidem, p. 124.

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