De huertos y ciudades

Huerto urbano. Foto: Markusspiske

Desde hace ya unos años se han estado fomentando el desarrollo de huertos de traspatio en zonas rurales desde organizaciones sociales. Sobre todo fomentando el cuidado de alimentos de autoproducción, para conseguir tener dietas más equilibradas. Estos proyectos están dirigidos mayoritariamente a mujeres, que son las que tradicionalmente se ocupan del trabajo en casa.

Desde hace menos años, pero que está tomando impulso, se están creando redes y alianzas en las cuidades en relación a los huertos. En algunos casos son proyectos demostrativos, de aprendizajes, pero casi todos dan frutos.

Xun y Elisa han cambiado mirar todas las noches la última serie distópica de Netflix por documentales y videotutoriales sobre huertos, sobre cómo sembrar tal o cual verdura, sus cuidados, el tipo de tierra y demás.

Comenzaron hace unos pocos meses a plantar en macetas y rejas. Y les ha cambiado el ánimo, tienen menos estrés y sonríen más. En algunos lugares del Norte a esto lo llaman hortoterapia, gracias al valor terapéutico de las plantas para mejorar las capacidades físicas, psíquicas, cognitivas y sociales de las personas.

También influye seguramente en la mejora del ánimo que se relacionan con vecinos y vecinas que usan una pequeña parcela común para sembrar. Así se crean relaciones de confianza, de apoyo mutuo, de tranquilidad y surgen ideas, creatividad vecinal frente al aislamiento y los temores.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 80% de la población latinoamericana vive en zonas urbanas, donde los espacios verdes son mucho más reducidos o a veces inexistentes. Pero hay cada vez más personas en las ciudades que dedican un espacio, desde macetas a lotes abandonados, pasando por hacer bancales en azoteas y patios.

Esto recibe diferentes nombres: huertos urbanos, huertos verticales, huertos comunitarios u otros. Y en muchas partes se vinculan en redes y movimientos. En San Cristóbal de Las Casas, por ejemplo, hay iniciativas que fomentan estas actividades, como son Pies a la Tierra, el Huerto Universitario de FCS-Unach, el Colectivo Plan Bioma en el barrio de Tlaxcala, la Red Huertos Chiapas, la Red Chiapaneca de Huertos Educativos y más.

En estos espacios se aprende, se comparte conocimiento y recursos, y se fomenta la mejor alimentación, otra forma de relacionarnos con la tierra y con vecinos y vecinas. Y no hay que olvidar, que en tiempos de mayor inflación no está de más acceder a productos frescos que hemos cultivado o hemos intercambiado con nuestras vecinas.

También nos hace valorar de otro modo a quienes se dedican a cultivar alimentos, nos hace pensar en los residuos que generamos, a producir compost en casa, a ahorrar agua, a conservar semillas, a interesarnos en procesos agrícolas que tienen miles de años.

Hacer comunidad, saber cómo obtener parte de nuestra alimentación, tener satisfacción al lograr cuidar seres vivos, aprender e intercambiar nos hace mejores sociedades, más resilentes.

Y qué bueno se siente al meter las manos en la tierra y regar. Llaman petricor a ese olor a tierra húmeda, que nos conecta con ciclos naturales. Somos parte de la naturaleza.

Bueno, dejo al artículo por hoy, que tengo que regar las lechugas y las rúculas y cosechar unos cuantos tomates y cebollas.

Nos vemos por acá. Salud!

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Contacto: manugomez@disroot.org

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