De olivos y neoliberalismo

Foto: Austin Schmid

Cada año, como sabrán ya, se celebra la cumbre del clima, llamada COP, en alguna ciudad del mundo. Este año la COP27 ha sido en Sharm el-Sheikh (Egipto), y como el número indica es la edición 27. Ya trataremos en próximas semanas qué resultados ha dado, qué avances y qué críticas. Hoy me centro en los tiempos.

Porque hablando sobre esto con don Sebastián, en su pueblo del municipio de Sitalá, me contó de cuando construyó su casa, de adobe, en tiempos de la expansión del cemento y los blocks, que aún hoy dura. Su casa la construyó más lentamente frente a la inmediatez que dan los materiales industriales. La hizo él junto a su hermano y su cuñado, con la idea de que dure mucho en el tiempo. Y así es, hace casi 40 años de eso, a pesar de que mucha gente le decía que no aguantaría en pie. Es más, cuando hace mucho calor, dentro se está más fresco, y cuando hace un poco de frío, dentro se mantiene un clima más cálido. Construcción bioclimática, que le dicen ahora. Materiales naturales y otros tiempos.

En la era de la inmediatez, de lo rápido, de las prisas, se valora el slow food, la slow education, la slow fashion y demás. Pero no es más que volver a la normalidad del ser humano. El neoliberalismo nos impone esa velocidad vertiginosa para obtener rápidas ganancias, crecimiento constante. Ahora resultan impensables las prácticas de largo plazo, como cuando los romanos sembraban olivos para que diesen frutos a las generaciones venideras o cuando se comenzaban a construir catedrales para tenerlas 70 u 80 años después.

En la red hay youtubers y tiktokers que enseñan a ganar dinero rápidamente, a ligar al instante, a tener todo de inmediato. Como las apps de compras y envío a domicilio. El llamado neoliberalismo no ha sido solo un proyecto económico, sino profundamente cultural. Inocula ideas, formas de ser y hacer.

Don Sebastián me dice que lo de ahora es todo muy antinatural. La rapidez y el individualismo solamente nos estresa y es contrario a como funcionan los ciclos naturales. Y el ser humano es naturaleza.

Yo le digo que igual pasa con los gobiernos, que se quedan en la rentabilidad cortoplacista, de llegar bien a las siguientes elecciones. Políticas de solo tres años, de seis. Faltan proyectos duraderos, que propicien engendrar grandes sueños, pensar en grande, de forma colectiva. Ser buenos antepasados.

Y cada año se celebra una cumbre del clima, se comparten buenas intenciones y hasta el año que viene. Pero la crisis climática avanza, se hace notar en la economía, en las migraciones, en las catástrofes naturales, en la salud y demás afectaciones. Menos mal que las próximas generaciones vienen con fuerza y mejor preparadas. Al menos seamos buenos antepasados y no lo destruyamos todo antes.

 

Nos vemos por acá. Salud!

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