“Trabajar en la construcción mientras se espera”, la experiencia de haitianos, venezolanos y centroamericanos en Tapachula
Iván Francisco Porraz Gómez[1]
Las ciudades del sur de México son poco atractivas para muchos solicitantes de la protección internacional en comparación con las ciudades del norte; una de las razones es la falta de empleo, y en diversas ocasiones, la mala paga. El informe “Recepción, apoyo e integración de las personas refugiadas y solicitantes de asilo” publicado en el 2019[2]señala: “de manera contraria, los menores ingresos se presentan en Palenque (3,134.2 pesos), Tuxtla Gutiérrez (3,937.4 pesos) y Tapachula (4,343.7 pesos)” (Hernández y Cruz, 2020, p. 55).
La construcción de casas u obras particulares es uno de los espacios donde cada día hay más visibilidad de los solicitantes, en su mayoría hombres jóvenes solteros; en cuano a las nacionalidades, estas son diversas, por ejemplo, en una obra que se encuentra Par Vial, novena norte y esquina con diecinuve oriente, trabajan haitianos, venezolanos, hondureños, guatemaltecos y personas locales. En otros espacios sin embargo, es notoria una preferencia por contratar trabajadores de origen haitiano, sobre ello nos comenta uno de ellos:
“El trabajo en Tapachula, es poco, pero yo he conseguido en la construcción, ahí a veces te dan porque no siempre la gente quiere trabajar. Yo llego y pregunto si hay trabajo como “peón de masañil” que sería acá en México ayudante del albañil, me dicen que sí hay y ya me presento desde el lunes, el dinero no es mucho pero a veces puedo mandar a mi familia” (comunicación personal, enero de 2023, Tapachula, Chiapas).
Andrés de origen venezolano comentó:
“Yo sé albañilería y algo de fontanería, a veces consigo trabajo como fontanero y otras como ayudante del albañil, es difícil que te den de albañil, ahí están más las personas locales que ya conocen a los patrones o ellos hacen el trato del trabajo, por lo menos de eso sobrevives acá, y también como yo que vengo solo, encuentro a otras personas de Venezuela o algunos centroamericanos con los que puedes hacer amistad, ir a tomar una cerveza; ahí me encontré un chamo que ya estamos planeando que cuando nos den la visa nos vamos a ir para Canadá” (comunicación personal, enero de 2023, Tapachula, Chiapas).
El trabajo de la construcción es un mundo con características particulares; escuché en alguna ocasión decir a un albañil -y lo es-, que la construcción es un espacio diverso donde cada persona tiene una historia de su habitar en la ciudad del sur, pero también es un espacio de encuentro para ser amistades, o de desencuentro entre nacionalidades por disputar algún puesto de trabajo. La entrada a la obra puede variar, en algunos sitios es a las 6 de la mañana y en otros a las 7, se hace una pausa a la 1 o 2 de la tarde para comer o tomar algo, o simplemente descansar por el calor que llega en esta temporada a 35 o 38 grados, la salida es las 5 de la tarde, el sueldo en algunas obras es $200 o $250 pesos por jornada laborada, “depende que tan buena gente es el patrón”, nos comenta Juan quien es de origen hondureño, lleva ocho años en la ciudad y quien sobre la rutina del tabajo dice:
“Acá hay de todo, hay trabajadores haitianos, venezolanos, hubieron unos que decian que eran colombianos y varios paisanos, ahorita somos tres albañiles y cuatro “chalanes”, hay un fontanero y un herrero, los chalanes en su mayoría son haitianos, son buenos para el trabajo pesado y cumplen con su horario, eso sí, hay que pagarles puntuales sino la hacen de broncas, el fontanero es venezolano y es bueno también, pero a veces falla un poco, ya los demás somos de acá, el problema con ellos es que van de paso y en cualquier momento se pueden ir, tambien se dan broncas entre ellos, a veces porque se presentan dinero y ya no quieren pagarse, o hasta por algún muchacha ya tienen el arguente ahí…” (comunicación personal, febrero de 2023, Tapachula, Chiapas).
Algunos trabajadores con los que conversé son conscientes que el trabajo de la construcción es complicado, pero es lo que hay. La mayoría de los entrevistados apenas terminaron la primaria, otros la secundaria y algunos pocos una carrera técnica (electrcista, fontanero, mécanico). Su mayor fortaleza es su capacidad de trabajo y las destrezas aprendidas en el campo de la construcción, y saben que esa fuerza física tiene demanda acá en la ciudad como en el mercado laboral de Estados Unidos o Cánada, algunos dicen que este es el primer entrenamiento de lo que quizás será su vida allá, del otro lado de México.
Las dificultades laborales en tierra ajena ponen a los solicitantes de protección internacional en la necesidad de tomar decisiones difíciles, y la movilidad a otro espacios es una de ellas, aunque no todos están en condiciones de asumir el riesgo. En este punto juega un papel importante la edad, pero sobre todo el estado civil. En las pláticas con ellos, de manera reiterada mencionaban palabras como audacia y aventura; el saberse joven abre mundos, parecían decir, después de todo, movilizarse con fines laborales no significa ir a donde se quiere, porque el rumbo está limitado por las actividades en las que se pueden emplear. Aquí y allá, muchos de ellos saben que los trabajos que pueden encontrar son en la agricultura empresarial de jornaleros, o actividades relacionadas con el campo de la construcción y de los servicios. Para cerrar esta columna refiero una frase que condesa el sentir de muchos y muchas solicitantes de protección internacional que pasan por este sur: “Somos mano migrante nos necesitan, así nos toco nacer”…
Bibliografía
Hernández, L. R. A. y Cruz P. R. (2020). Perfiles y dinámicas y perspectivas en torno a la situación de las personas refugiadas en México. El Colegio de la Frontera Norte (COLEF), ACNUR. México.
[1] Investigador de ECOSUR-Tapachula, colaborador del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica.
[2] Llevado a cabo por El Colegio de la Frontera Norte (El COLEF), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y Dignidad y Justicia en el Camino A.C (FM4 PASO LIBRE).
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