La guerra del presente

Por Gerardo González Figueroa

 

No estoy sólo, ando con mis 5 sentidos
Acá el silencio se convierte en sonido
Todo lo malo que soñé lo toqué
Pero está tan oscuro que el miedo no se ve.

Prepárame la cena, Calle 13


Foto: Pie de Página

 

Los medios insisten en que Chiapas está en guerra civil. ¿No es grave afirmarlo? Cuando en 1994 las FLN/EZLN declararon la guerra al Estado mexicano (ver video de Sin embargo de 2022), el Estado respondió con fuerza y prudencia al declarar un cese al fuego a los 12 días. Entramos a partir de esa fecha a un conflicto irresuelto. En concreto, las causas que le dieron origen están sin resolver o con pocos cambios si lo vemos de forma optimista. Es posible pensar que la sociedad civil mexicana fue relevante con su grito del ¡Ya Basta! Y de lograr la paz.

El gobierno de Calderón le declaró la guerra al narcotráfico, sus consecuencias han sido y son miles de muertos y desaparecidos.

Los carteles de drogas se hacen más poderosos cuando se alían a políticos, con mucho poder, y se distribuyen el país, en particular sus fronteras, disponiendo de ese poder con enormes cantidades de dinero para comprar a cientos de personas que colaboran, protegiendo y dando información a los narcos.

Siembran para producir narcóticos y distribuyen cocaína en los Estados Unidos pues crece la adicción a todo tipo de opiáceos y sintéticos. La década de los años ochenta del siglo pasado es clave para entender el origen de lo que hoy padecemos. Del cartel de Guadalajara, ahora vemos dos con origen parecido, socios en algún momento, pero que se les distingue no solo por sus capacidades de extorsión, y de uso de instrumentos de guerra: las personas o somos víctimas o se participa con ellos de manera creciente, y ante ello vemos un Estado aletargado, lo cual se refleja en el creciente control de los territorios. Entonces una primera pregunta sería: ¿vivimos violencia producto de la acción de los carteles y la repuesta del Estado mexicano? O quizá otra pregunta puede ser ¿el crecimiento de la producción y comercialización produce un tipo de guerra o es solo un conflicto interno?

Desde fines del siglo pasado la pobreza, el conflicto sociopolítico en la región centroamericana, y las políticas neoliberales han crecido la migración hacia los Estados Unidos desde países pobres, primero cercanos a la frontera con México, y ahora vienen de cualquier lugar del planeta.

Patrullajes…

La migración es un problema mundial que se explica de muchas maneras, pero pobreza y violencia hoy son parte de una terrible situación con carácter humano, que emplaza a los Estados y a las sociedades tratar de solucionar pues va de la mano de situaciones complejas como el cambio climático y sus terribles consecuencias.

A lo largo y ancho del país un flagelo crece: desapariciones, ajusticiamientos. Si bien no es una política del gobierno en turno, tampoco se trata de que se desconozca que el Estado sí es el responsable, pues sus instituciones de seguridad, de cuidado de la sociedad y de la prevención del delito, hoy no solo son ausentes sino terriblemente implicadas, ya que tanto en el ejército, como la Guardia Nacional, así como policías, judiciales, agentes de migración son parte de la corrupción y de una burocracia que en nada ayuda a detener el delito y por ende la violencia que sufrimos todos los días.

Son tantos retenes, es tanta la movilización armada pero no detiene el accionar de cientos de sicarios que toman territorios, despojan de sus tierras y propiedades, se adueñan de producción de bienes económicos que nos hace concluir que son parte de una nueva realidad del capitalismo: el despojo por violencia por parte de carteles del narcotráfico, y que hoy son empresas de tipo transnacional con inmensas riquezas de las que se evade impuestos, y se hacen de más poder, vaya combinación la de la actualidad poder político y poder económico.

Un aspecto que debemos reflexionar como sociedad es el daño a las personas, jóvenes, a quienes reclutan como sicarios, orejas, distribuidores de drogas, sin importar si son niños, jóvenes. Estos actos de violencia atentan contra nuestra seguridad, nuestra autonomía, nos han quitado el espacio público y ahora poder que ejercen, cobran derechos que llaman de “piso”; amenazan extorsionando, y ejecutan sin más a personas contrarias o que no están de acuerdo con sus exigencias. Hay una falta de humanidad en estos grupos: acribillan, destazan deshacen en ácido a muchas personas. La mayoría de la desaparición en México es de personas jóvenes y son responsabilidad, sí de los carteles, de la delincuencia organizada, pero también el Estado mexicano debe asumir sus propias consecuencias, como la misma sociedad que nos hemos permitido el despojo del espacio público, y de lo público como lo es la política.


Foto: Revista Espejo

Desde 1994 (diría antes), en Chiapas el tema de la paz ha sido muy importante. Iniciada la guerra de 1994, dijimos desde la sociedad civil y sus organizaciones que queríamos Paz, pero con el adjetivo de justicia, incluso una paz que hiciera posible la democracia. Desde hace más de 30 años queremos resolver conflictos, reconociendo el origen del problema en los medios de vida tan inexistentes como la educación, la salud, alimentación, y en especial el empleo y los buenos y justos salarios. Ahora es claro hechos como el racismo y clasismo casi permanente, así como la violencia de género.

Tenemos una gran responsabilidad en el seno de la sociedad, como exigirle al Estado que actúe en contra de la delincuencia organizada y que juntos hagamos programas preventivos de la violencia, de las adicciones. Es posible y además de la voluntad, dar financiamiento para actividades deportivas, educativas, lúdicas para que la niñez, las madres y los padres puedan jugar a las horas que quieran y puedan, que los jóvenes desarrollen todo su potencial deportivo, y educativo, pero en el espacio público, sin miedo a la venta de drogas, y que recree una sociedad libre de violencia.

El camino no es fácil, nos enfrentamos a problemas crónicos, de mucho tiempo, que son de tipo agrario pues se lucha en contra del despojo de tierras, los intereses que provienen de la minería, y lo que ya se sabe hasta la saciedad: armas, drogas, personas.

¿Es una guerra civil? ¿Es un conflicto armado? ¿Son violencias? ¿Es el Estado ausente? ¿Es la militarización? ¿Solo son las comunidades zapatistas las que viven en constante conflicto o guerra? Muchas preguntas sin duda, pero el mismo origen: el capitalismo rapaz.

 

Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx

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