Alto a la barbarie

Por Gerardo González Figueroa

Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona.

Sí hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa.

Sí hay armonía en la casa, habrá orden en la nación.

Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo.

Proverbio chino

 

Sedena, Guardia Nacional y Policías Estatal y Municipal mantienen operativos de seguridad en Frontera Comalapa; hay actividades normales. Imagen: Cortesía.

Hace apenas unos meses, se emitió a través de la plataforma Change.org, un comunicado para obtener firmas, dirigido al presidente de la República y autoridades de los tres niveles de gobierno. En estos meses hemos sido testigos de cómo el poder público, desdeñó la denuncia y las advertencias de lo que ha venido escalando en la entidad.

Artículos, entrevistas, información y denuncias no han bastado para que la situación sea atendida como le corresponde a un Estado que tiene, en primer lugar, la responsabilidad de cuidar a la sociedad, y, en segundo lugar, detener la presencia de grupos delincuenciales que provocan terror, y que cada día, muertes de personas, muestran la descomposición que vivimos. Estos hechos, así como los llamados levantones, secuestros, desapariciones; las muertes producidas por las acciones de los grupos criminales; incluso, llega a normalizarse.

Chiapas es una entidad con una rica historia de procesos organizativos como la producción cooperativa, agroecológica, experiencias de salud comunitaria, de alfabetización y capacitación; sin dejar de mencionar experiencias autonómicas, de participación de mujeres y con leyes, por ejemplo, para no criminalizar el aborto, o en contra de la violencia hacia las mujeres. Las comunidades, pueblos, barrios han constituido su propia historia, participando en diversas acciones que han ido abriendo poco a poco al sistema injusto en que vivimos.

Como se dice en el documento, la historia del cultivo, trasiego de drogas en la entidad es de muchos años atrás, y en regiones donde existen comunidades agrarias, y conviven indígenas y mestizos, pero este fenómeno ahora se ha venido agravando por la lucha entre carteles, la constitución de cédulas quienes cada día tienen más fuerza ¿por qué pasa todo esto? El narco asociado a los actores políticos les ha dado un poder inimaginado. Así es que controlan personas que participan en la policía, el ejército; instituciones como ministerios públicos, juzgados, y gobernadores; sin dejar de mencionar a presidentes municipales, entre otros. En la misma sociedad tienen muchos aliados que les protegen, les brindan espacios para que actúen.

Sus redes son en donde lavan dinero, y el cobro de piso, bajo la tutela de protección. Sin embargo, hay que explorar otros espacios en la sociedad, como organizaciones de transportistas, carretilleros en los mercados; orejas o halcones, vendedores de drogas. Además, el ejercicio de su violencia es en relación con las armas que tienen y usan, esto es: carros blindados, hechos especialmente para enfrentar al ejército, su propia maldad que mata a quien ellos consideran potencial enemigo.

Apenas hace unos días, en la sierra de Chiapas, gente del cartel Nueva Generación, asesinó a una profesora del Colegio de Bachilleres, la causa: el esposo se negó a participar en bloqueos que la organización MAIZ, organiza.

Hoy los mismos carteles difunden sus videos para que la gente pueda darse cuenta de que tienen transporte para movilizarse con toda impunidad y poner acción armas de fuego de gran calibre, y se puede ver, como lo han hecho en otras partes del país, el despojo de sus tierras, para que, de manera impune monten campamentos, preparen a sicarios, y con el gran poder monetario del cual gozan, paguen a “halcones” y a sicarios para fortalecer sus redes de poder y dominar a través del miedo y el terror.

El gobierno de Rutilio se ha afanado en decirnos que Chiapas es seguro. Hay bloqueos, enfrentamientos, secuestros, desapariciones, manifestaciones, protestas, denuncias, escritos, reportajes y parece que, ante la barbarie, el gobierno estatal prefiere la frialdad de las cifras que comparan el delito, es decir dónde se cometen menos, sin darle importancia de que estamos en un contexto de violencia que parece no tener fin.

Hemos dicho que no hemos visto lo más infernal de la presencia del narcotráfico, de la guerra entre carteles y asociados, del contexto de migración, de dineros que viene de manera ilícita, y de remesas, programas asistenciales que ha hecho que estos grupos traten de controlar un mayor territorio. Chiapas es estratégico por todo ello, es una frontera amplia y es, además, el narcotráfico una enfermedad que se extiende a veces en silencio, y surge con tal estruendo que parece que lo hemos normalizado.

Ahora existe una guerra a gran escala de parte de dos carteles; además en cada región de Chiapas: selva, norte, altos, frontera, norte, centro, costa, hay presencia de grupos que imponen el terror, amenazan, secuestran, expulsan a personas que trabajan, que tratan de tener una vida tranquila.

En esta barbarie, las instituciones que tienen la responsabilidad de darnos la certeza de una paz muy nuestra se han convertido en tapaderas y/o colaboradores del narco, el mismo gobernador, insulso en su comunicación: un día es quien proporciona los pronósticos del clima, otro día también o termina ensalzando -sin necesidad-, al gobierno de la 4T, y en particular del presidente.

Esta guerra al momento es la disputa de cada pedazo del territorio. Por ejemplo, en la Sierra solo les separan las carreteras, ya que en Motozintla predomina CDS, en Frontera Comalapa, el CJNG, en la región de Chamic, CDS domina a los ejidos que se benefician de las aguas del distrito de riego. En la Selva domina CDS, y en las del norte entran los CJNG.

Los circuitos en disputa son la carretera panamericana desde Guatemala hacia Oaxaca y se extiende como hongo ya sea al Golfo, ya sea al Pacífico, y es dónde surge una pregunta: ¿con la puesta en marcha de la red de trenes ya sea en el Istmo, o la que proviene de la península de Yucatán? Se abre de nueva cuenta disputas por el territorio, y la mayor violencia.

El narcotráfico ha hecho un país más corrupto, más violento más -in-humano, forma nueva y descarnada, a veces inexplicable del cómo no tienen límites hacia las personas. Hace una nueva cultura, es atractiva a la juventud, sobre todo por lo fácil que parece ser narco, pero no solo es una extensión de paramilitarismo, provoca el que la violencia crezca de muchas formas, y que desplace a miles de personas, es el capitalismo realmente existente (ganancia a cualquier precio).

La guerra del narco en Chiapas es de una extensión que rebasa los dos pequeños municipios que, con desdén, nos explica el presidente. Tampoco son personas -pocas- las que aplauden a los convoyes de el Cartel de Sinaloa; unos son el grupo de personas, otras las personas que reciben dinero de los carteles, y que informan, les cobijan y hacen lo que el grupo les obliga.

De esta guerra hay mucha gente inocente, que sufre en el territorio, pero hay quienes pierden tierras, espacios en los mercados, y en la venta de sus productos. Se puede decir que el empleador es dueño de vida, y que hoy son los nuevos caciques de la vida pública. Así las cosas.

ggonzalez@ecosur.mx

 

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