La revolución en Chiapas
Por Juan González Esponda
En el parque central de Villaflores, la próspera ciudad de las gardenias, se encuentra la estatua de don Tiburcio Fernández Ruiz, el general que dirigió la división Libre de Chiapas durante la revolución, en particular durante el lapso de diciembre de 1914 hasta principios de 1920. Pocos recordamos ese tramo de nuestra historia. La del general Fernández, fue una de las tres fuerzas que escenificaron ese episodio histórico que fue la Revolución mexicana.
En efecto, además de los mapaches como popularmente se conoce a los rebeldes del general Fernández, en los Altos y parte del norte chiapaneco peleaba contra los carrancistas el también general Alberto Pineda Ogarrio, de la élite sancristobalense.
Una fuerza más era comandada por el general zapatista Rafael Cal y Mayor, joven perteneciente a una familia finquera de Cintalapa, se incorporó desde el inicio de la revolución al Ejército Libertador del Sur, del general Emiliano Zapata. Los zapatistas de Cal y Mayor, un ejército compuesto en su mayoría por campesinos, se refugió en la selva del Mezcalapa, desde donde realizaba incursiones esporádicas contra las poblaciones del área.
Así, estas tres fuerzas combatieron a los carrancistas durante 6 años, con objetivos y motivaciones diferentes. Los mapaches y los pinedistas se alzaron en armas para oponerse a la Ley de Liberación de Mozos decretada por el general carrancista, Jefe de Operaciones militares y gobernador provisional de Chiapas, Jesús Agustín Castro.
La composición de ambas fuerzas carecía del carácter popular y campesino que tenían los ejércitos villista, zapatista, e, incluso carrancista, que actuaban en el resto de la república. Aquí, la resistencia armada al carrancismo fue para detener las reformas que promovía y mantener el statu quo intacto. Sus jefes y oficiales lo componían los hijos de las familias propietarias de la tierra en Chiapas y su tropa la integraban algunos peones, paisanos y familiares.
En cambio, los zapatistas de Cal y Mayor perseguían los ideales del Plan de Ayala, adaptado luego, como afirma García de León, al muy particular punto de vista de Cal y Mayor. Seis años después, el 27 de mayo de 1920, el general Fernández Ruiz se unió a Álvaro Obregón y entró triunfante a la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, al frente, incluso, de la tropa carrancista que le había perseguido, sin éxito.
Unos meses después, en octubre, fue electo gobernador de Chiapas, siendo así el primer gobernador constitucional de la posguerra (1920-1924). Pineda fue designado Jefe de Operaciones Militares del ejército federal en el vecino estado de Tabasco y Rafael Cal y Mayor ocupó un cargo burocrático en el gobierno de la República y posteriormente fue líder agrarista.
En su tierra natal, Cintalapa, formó el ejido Emiliano Zapata con el grueso de su tropa, en tierras de la hacienda San Nicolás, propiedad de su familia, adquirida por el gobierno federal. De esta manera, las reformas sociales proclamadas por la revolución mexicana tendrían que esperar casi una década para que en Chiapas comenzaran a implantarse, pues aquí, los hijos de la revolución triunfante, se opusieron y se oponían tenazmente a la ola transformadora que impulsaban los gobiernos después de la guerra.
No obstante, el sentido de la revolución en Chiapas no la determinaron los actores centrales del conflicto sino las condiciones sociales, económicas y culturales del estado. En cierta medida puede afirmarse que las relaciones sociales, asimétricas, mantenían una especie de armonía, de equilibrio social aparente entre sus pobladores. El sobresalto y los cambios vendrían inevitablemente unos años después, principalmente en la antesala del cardenismo.
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