La desintegración del Ser
La crisis del presente consiste en que todo lo que podría darle sentido y orientación a la vida se está derrumbando.
La vida ya no se apoya en nada resistente que la sostenga.
Byung-Chul Han
En estos tiempos nuevos se está diluyendo la vida comunitaria que cohesionaba y daba sentido a los vínculos que establecemos con los otros, para hacer un Nosotros. Los andamios que sostienen la estructura y arquitectura de la sociedad y la convivencia están erosionados, se han agotado.
El trabajo, lejos de ser una actividad gratificante para la existencia, está desintegrando al sujeto. Carlos Marx hablaba de la enajenación y alienación del trabajo, en donde el sujeto se encuentra desapropiado de sí mismo, fuera de sí.
Nuestro tiempo lo absorbe el trabajo. Argumentamos o pretextamos que no tenemos tiempo para otras actividades. La vida se va consumiendo, agotando en la lógica que imponen las relaciones de producción capitalista. El tiempo que escapa a esta lógica, lo llaman “tiempo libre” o “tiempo de ocio”.
La inactividad no es un “tiempo perdido”. Las actividades fuera del orden de la producción o del trabajo, son una forma de resistencia a la desintegración, lo mismo que el reposo y la vida festiva. Dice Byung-Chul Han (2023) en Elogio de la inactividad. Vida Contemplativa: “La inactividad constituye una forma de esplendor de la existencia humana”. Agrega “El ceremonial de la inactividad es: hacemos, pero para nada. Este para nada es la libertad con respecto a la finalidad y la utilidad, es esencia de la inactividad. Y es la fórmula fundamental de la felicidad”
Apropiémonos de nosotros mismos, recuperemos la capacidad de pensar el sentido, o los sentidos, y contenidos de la existencia para que dejemos la sobrevivencia y vivamos la efímera vida en las dimensiones y posibilidades posibles, con anhelos y utopías, con ceremoniales de la inactividad para apropiarnos de la libertad de hacer otras actividades que nos llenen de mundo y vida.
Caminemos acompañados del pensamiento, es decir, escuchando y prestando atención a lo que sale a nuestro encuentro, para practicar el verbo actuar y hacer rupturas con la continuidad de lo mismo. “Lo catastrófico no es la irrupción de un acontecimiento inesperado, sino la continuidad de seguir-sucediendo, la repetición continuada de lo igual”, apunta Byung-Chul Han (2023).
Hagamos una pausa en el andar, construyamos nuevas rutas, para que nuestros pasos transiten por senderos distintos a lo cotidiano; que nuestro andar sea pausado, sereno y tranquilo, dejando que fluya el tiempo para que llene de mundo y realidad la vida.
Observemos la noche y el día, el ocaso y amanecer; contemplemos la bóveda celeste y sus cartografías para que nos orientemos en mirar las constelaciones habitadas de seres mitológicos, antropomorfos que reflejan los sueños y cosmogonías de los habitantes del planeta de aquellos tiempos inmemoriales.
Todo cambio implica movimiento, incertidumbre, transformación. Sin embargo, hay resistencias. Algunos se refugian en la meditación, en el ensimismamiento. La meditación nos paraliza, nos conduce a la inmovilidad, a donde tal vez siempre hemos estado. Heidegger expresa: “Por la meditación […] llegamos propiamente allí donde, sin experienciarlo y sin verlo del todo, residimos ya desde hace tiempo.”
Estar en el mundo y hacer lectura de realidad, es trascender los claroscuros, las expresiones fenoménicas que se nos presentan. Siguiendo a Hugo Zemelman, la realidad no es algo que esté dado de antemano y a lo cual luego nos acercamos para conocerla. Por el contrario, la realidad es algo inacabado que logra su concreción en su relación tanto práctica como cognoscitiva. “La realidad, es […] una articulación de procesos heterogéneos”. Postula tres supuestos: el movimiento, la articulación (temporalidades) y la direccionalidad.
Desandemos las rutas de lo cotidiano, de hacer siempre lo mismo, para liberarnos de las fatigas y pesadumbres del trabajo enajenante. Pensemos en las incertidumbres para construir las nuevas realidades que hagan frente a la desintegración del sujeto en esta sociedad posmoderna, y disfrutemos los ceremoniales de la inactividad para gozar de la libertad y la vida.
Berriozábal, la Utopía, noviembre 2023
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