Nuestra joven Democracia

Mural en una calle de Nuestra América. Fuente: https://www.celag.org

Artículo Elaborado por alumnos del sexto semestre, grupo B, de la Facultad de Derecho Campus III de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH)

Hablar de democracia en México nos conecta, la mayoría de las veces, con la idea de: partidos políticos, elecciones, voto, corrupción, fraude, etc. Si bien, este término hace referencia a un proceso electoral que se vive en determinado tiempo, no se extingue cuando el ciudadano vota. Al contrario, se puede entender desde dos enfoques: (i) como sistema de participación social y (ii) como sistema que garantiza el goce de los Derechos Humanos; ambos en íntima relación. De manera que cuando hacemos alusión a consulta popular, revocación de mandato, elecciones ordinarias o a mejores condiciones de vida (educación, salud, trabajo, seguridad, repartición de bienes etc.) nos enfrentamos a lo que significa un sistema democrático.

En la actualidad la democracia en nuestro país es precaria como mecanismo de participación social y deficiente como sistema político que garantiza la igualdad plena y la convivencia pacífica. La existencia de una gran brecha educativa[1] a pesar de los diversos apoyos gubernamentales cuya mala planeación en su distribución hace que resulten ineficientes;  la desigualdad social expresada en la concentración del 65% de la riqueza en sólo el 10% de la población; aunada a la situación específica de las mujeres quiénes obtienen 30% menos ingresos que los hombres; y un mercado laboral en donde el 55% de la población económicamente activa trabaja en la informalidad con ingresos equivalentes al 50% de lo que percibe un trabajador del sector formal, son ejemplos de su debilidad.

Para la consolidación de una democracia inclusiva y participativa, es fundamental que a los ciudadanos se nos garantice el tener una economía estable, acceder a empleos dignos y a una educación de calidad, que permitan generar espacios para desarrollar un criterio social informado y crítico respecto de la forma en que se ejerce el poder. Por otro lado, es evidente la existencia de un gran desinterés de nosotros los jóvenes en el proceso electoral, cuestionando si votar hará la diferencia.

Las ideas compartidas en tono pesimista respecto al “para qué votar”, “ya saben quién ganará”, “todo es corrupción”, provienen no sólo de personas mayores, pues también son repetidas con cierto desgane entre los jóvenes, alejándonos de la política. Esta apatía se suma a las dudas existentes sobre la transparencia de los procesos electorales y la importancia de la participación ciudadana, lo que puede reflejar que un sector de la juventud tenga poca fé, en el voto. Entonces ¿La democracia es vigente en nuestro país, donde la desigualdad es enorme y la violencia representa una amenaza a la paz social y a los Derechos Humanos?

Para abordar este tema debemos remontarnos al año de 2014, cuando 43 jóvenes estudiantes normalistas desaparecieron luego de que varios agentes de policía detuvieran sus autobuses, los subieran a la fuerza a patrullas policiales y los entregaran a un grupo de la delincuencia organizada.

¿Cómo es posible que un grupo relativamente desconocido cometiera una de las peores atrocidades de la historia reciente de México, con ayuda de la policía y el ejército, que veían cómo sucedía el secuestro masivo en tiempo real?

La respuesta fue que ese grupo criminal estaba coludido con agentes de los tres niveles de gobierno y por tanto tenía a su disposición recursos del Estado.[2] Situación que ya se había denunciado. Por ejemplo, en una entrevista de 2000 con NPR[3], Guillermo González Calderón, entonces el más alto funcionario de narcóticos de la policía federal mexicana, describía el trabajo de la Policía Judicial de México: tomar “el dinero de algunos de los traficantes para combatir a los otros traficantes”. (Unos años después de la entrevista fue asesinado a tiros).

Tenemos entonces a un gobierno que en sus diferentes niveles se ve debilitado frente al avance de la delincuencia organizada, infiltrada en la estructura gubernamental. En esta coyuntura, nosotros como jóvenes vemos que es urgente atender las causas generadoras de la violencia en México y en especial en Chiapas. Es indiscutible que el poder del crimen organizado es un factor de injerencia en el proceso electoral. El combate a estos grupos debe abordarse de manera global, pues su tolerancia promueve la corrupción y erosiona el “Estado de Derecho”, invadiendo la integridad, la seguridad, el derecho a una vida digna, y en general violenta los Derechos Humanos.

Sin embargo, existen muchos otros factores como el género, la etnia, la raza, la clase social o las preferencias sexuales, que también perpetúan la desigualdad y refuerzan las estructuras de poder existentes si no se garantizan condiciones para que la población, a través de mecanismos de participación y seguridad, elijan el proyecto de nación que contribuya a atender las problemáticas, entre las que destaca la discriminación hacia la mujer, que impiden a la sociedad aspirar a una democracia más justa y equitativa.

 

¿En realidad existe Paridad de Género en nuestro país?

Este 2024 nuestro país, después de doscientos años de vivir en una República -todos liderados por hombres-; está marcando un hito en la historia de la democracia ante la posibilidad de tener a una mujer como presidenta, lo que refleja, a pesar de sus claro obscuros, el avance de los derechos de las mujeres y genera un mensaje potente de empoderamiento y construcción de mayor justicia para las futuras generaciones.

En México, durante décadas, las mujeres hemos luchado por lograr nuestra plena participación política. Los movimientos feministas marcados por esfuerzos como el de Hermila Galindo, los intentos de reforma en 1935 y 1937 para reconocer a las mujeres el derecho al voto, que se materializó hasta 1953 cuando se legisló elsufragio femenino, o bien el establecimiento del principio constitucional de paridad de género en el 2014, han empujado cambios ideológicos y la transformación de prácticas discriminatorias, desafiando la estructura patriarcal de la sociedad, así como un proceso de fortalecimiento de la ciudadanización de las mujeres.

Este principio constitucional, que a partir del año 2019 se extendió a otras esferas de tomas de decisión como “Paridad en Todo” se refiere a la búsqueda de la participación equilibrada, justa y legal de las mujeres en la construcción de una democracia representativa e incluyente. Sin embargo, artimañas utilizadas por partidos políticos para cumplir con la cuota de género, como ocurrió con la “Juanitas”, diputadas federales que renunciaron a sus cargos de elección popular a favor de sus suplentes hombres; o el de las “Manuelitas” enChiapas, donde 43 diputadas locales y regidoras dimitieron cediendo su lugar a hombres, reflejan la distancia que existe entre la norma y la práctica.

El machismo que también impera en la vida política, dificulta que las reglas de competencia y participación garanticen la igualdad entre hombres y mujeres, porque quienes sí logran acceder a cargos públicos enfrentan barreras relacionadas con estereotipos de género y discriminación. La violencia política de género refleja la existencia de una relación desigual de poder entre hombres y mujeres, ya que históricamente el espacio público de participación y toma de decisiones se ha considerado como masculino, de ahí que cuando las mujeres comenzamos a ocuparlo, los ataques, generalmente, no se centran en el proyecto y propuestas colocadas, sino en aspectos de la vida privada cuya intención es desprestigiar y exhibir a la representante, bajo el disfraz de que así es el debate en la esfera política. Lo cual puede llegar inhibir la participación de lasmujeres.

La batalla por erradicar la violencia de género requiere seguir promoviendo la equidad e igualdad, pero también convoca a las mujeres a fortalecer la interacción directa en la democracia del país. El sufragio de las mujeres es un derecho que nos ha permitido avanzar en los espacios de participación política, lo que resulta fundamental para que nuestras voces sean escuchadas.

 

El camino hacia una nueva democracia

Los problemas sobre participación ciudadana, voto y democracia inciden en los jóvenes, que por primera vez votaremos en estas elecciones. Nos sentimos perdidos respecto a la decisión que debemos tomar pero también existe una sensación de desesperanza y poca fe, en parte derivado del desconocimiento de las propuestas que encabezan los partidos políticos y sus representantes, pero también por el poco compromiso que estos mismos tienen con respecto a la transparencia e información hacia la ciudadanía. Ambas situaciones hacen que desaparezca el sentido de pertenencia que supone la responsabilidad y cumplimiento del derecho a la participación ciudadana.

Y ese es el problema: la desconfianza. Al crecer en un ambiente en el que existe falta de confianza en los partidos políticos, poca responsabilidad en acudir a las urnas y, sobre todo, nula definición de nuestros ideales, traen como consecuencia la existencia de perfiles políticos pobres. Sin embargo, el ser pesimistas no nos ayudará. Debemos ejercer nuestro derecho, tratar de informarnos y hacer valer la lucha de las y los ancestros que apostaron, incluso con su vida, por la construcción de la «libre democracia» y es responsabilidad de todas las personas mantenerla.

Es por ello que hacemos un llamado al Gobierno, a las autoridades electorales, a la ciudadanía, a los padres, madres y a las juventudes para fortalecer la democracia. Los jóvenes expresamos nuestra preocupación por la corrupción y el mal manejo que pueda darse a los próximos comicios electorales.

Es fundamental que se facilite e impulse la participación política de las juventudes. El gobierno debe esforzarse por recuperar la confianza de la sociedad, y para ello debe abordar las problemáticas económicas, educativas y sociales que los mexicanos enfrentamos. A su vez los padres de familia tienen el reto de formar ciudadanos capaces de ser críticos y concisos respecto a la situación que enfrenta el país y aportar en el fomento de la participación ciudadana.

La ciudadanía debe informarse y ejercer su derecho al voto; y a los jóvenes nos toca hacernos escuchar y construir historia, hacer de México un país donde nuestra joven democracia sea libre y próspera.

 

Elaborado por alumnos del sexto semestre, grupo B, de la Facultad de Derecho Campus III de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH):

Ivonne Yamilet Saldaña Reyes.

Julieta Amalia Márquez Schargrodsky.

Oscar Adrián de la Cruz García.

Alan Mauricio Gómez Pérez.

María Guadalupe Gómez Alegría.

Amaury Tovilla Sánchez.

Jesús Osvaldo Vázquez Gómez.

Alejandra Monserrat Ramos Orozco.

Luis de Jesús Catalán Arias.

Sharon Mishell Trujillo López.

Álvaro Alexis Gómez Roblero.

Diana Valeria Pereyra Santana.

Rodrigo Hernández Frey.

Enrique Pinto Chan.

Iranís Velázquez Hernández.

Jaime Fabricio Gómez Velázquez.

Henry Alegrando Roblero Velázquez.

María Lizzet Guzmán Montejo.

Cesia Eunice Gutiérrez Albores.

Coordinadora: Mtra. Gloria Guadalupe Flores Ruíz

[1] Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de 2021, el 17% de la población mayor de 15 años no cuenta con educación básica completa…

[2] https://www.nytimes.com/es/2023/09/02/espanol/ayotzinapa-mensajes-texto.html

[3] https://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/shows/drugs/interviews/calderoni.html

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