Chiapas, Religión, América Latina

Diversidad Religiosa y Conflicto en Chiapas

Estamos en plena Semana Santa. En mis días de niño en Tuxtla Gutiérrez eran “días de guardar”. A nadie se le ocurría ir de juerga en esos días. En el cine Alameda se exhibían las películas de rigor: El Manto Sagrado, Ben Hur, La Pasión de Cristo y películas similares. En la radio sólo se escuchaba música sacra y a nadie se le ocurría consumir filetes de vacuno por lo menos desde el jueves y hasta pasado el siguiente domingo. En fin, eran, en efecto, “días de guardar” con peregrinaciones y visitas a la o a las Iglesias, varias veces en el día. Además de recordar aquellos tiempos vino a mi memoria que en los inicios de la segunda mitad de los años 80, en 1985, inauguramos el CIESAS del Sureste e iniciamos en enero de ese año la discusión acerca de cuál sería el primer proyecto de investigación desde la nueva institución. Dimos por hecho que seguiríamos el “modelo Ángel Palerm” de investigar en grupo, combinando a estudiantes y a recién graduados con antropólogos experimentados. Las primeras discusiones en la sede del CIESAS-Sureste en Tuxtla Gutiérrez nos reunieron a Leonel Durán, por aquellos días el Director General del CIESAS; Luis Armado Haza, Secretario General del CIESAS; Guillermo Bonfil, Director General de Culturas Populares; Jan de Vos, historiador sin institución en esos días; Gilberto Giménez, sociólogo paraguayo asilado en México e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM; Carlos Guzman Bockler, investigador del CIESAS-Sureste y Andrés A. Fábregas Puig, a la sazón Coordinador del CIESAS-Sureste “ad honorem” debido a que aún no se legalizaba en la estructura institucional del CIESAS a la Unidad Sureste. La discusión nos llevó a valorar la importancia de analizar el factor religioso en el Sureste de México ante el avance de las iglesias evangélicas teniendo como pregunta central, si esa difusión de nuevos credos, traían aparejados cambios culturales significativos en la población. Eran años en que aún resonaban en la memoria los planes de penetración ideológica del Estado Norteamericano con proyectos desarrollados en América Latina como los llamado Plan Camelot y Plan Simpático, mismos que fueron ampliamente rechazados por los científicos sociales latinoamericanos de aquellos años. Como Coordinador General del Proyecto Religión y Sociedad en el Sureste de México se designó a Leonel Durán Solís, dada la importancia de esta investigación pionera y a Guillermo Bonfil como Asesor del mismo. Al tiempo, Gilberto Giménez quedó como responsable de estudiar el perfil de los grupos protestantes en el Sureste de México contando con el auxilio de los antropólogos Cuauhtémoc Cardiel Coronel y Elizabeth Juárez Cerdi. En el trabajo de campo participaron diez investigadores coordinados y supervisados por Carlos Guzmán Bockler y Andrés A. Fábregas Puig. Los investigadores se distribuyeron de la siguiente manera: Chiapas: Jorge Luis Cruz Burguete, Rosalva Aída Hernández Castillo, María de los Ángeles Ortiz Hernández y Elizabeth Juárez Cerdi; Yucatán: Luz Elena Arroyo Irigoyen, Patricia Fortuny Loret de Mola e Iván Vallado; Quintana Roo: José Cuauhtémoc Cardiel Coronel y Martha Herminia Villalobos González; Campeche: Alicia Espinosa Ortega. Más todavía, Marinella Miano y Luis Guzmán García, bajo la supervisión de Gilberto Giménez, estudiaron las reacciones de la Iglesia Católica ante el avance de los grupos evangélicos. Paralelo a este proyecto se llevó a cabo una exploración minuciosa de hemerografía temática y clasificada en cómputo de tres revistas de circulación nacional para los años de 1985-1987, análisis que llevó a cabo una empresa nombrada ANAFACTA. Los contextos que abordaron los investigadores en el trabajo de campo se situaron en ámbitos citadinos y rurales. Los primeros se localizaron en colonias de población precaria o en ciudades pequeñas mientras que los segundos se centraron en la población indígena, aunque también se incluyó a núcleos de campesinos no indígenas. Desde un principio advertimos que el discurso religioso no llegaba a poblaciones pasivas e indefensas, a comunidades inertes o desvigorizadas, sino a una población que adaptaba ese nuevo discurso a sus propias circunstancias, a sus necesidades específicas, a sus contextos. La investigación en general demostró la dinámica de transformaciones profundas en la religiosidad popular en el sureste mexicano. Además, la investigación demostró que la modernidad capitalista no había eliminado los sentimientos religiosos y lo que sucedía era más bien lo contrario: el sentimiento religioso parecía ser precisamente la contra partida dialéctica de la tecnologización del mundo. En los volúmenes publicados en la serie Cuadernos del CIESAS/CIESAS-Sureste (1989) que van desde el 162 al 169 se publicaron todos los resultados de este primer proyecto de investigación con el que se inauguró el CIESAS-Sureste, incluso antes de cambiar su sede de Tuxtla Gutiérrez a San Cristóbal de las Casas. Fue así mismo, el primer gran proyecto colectivo que investigaba el cambio social a través del cambio religioso en la población mexicana y esa es otra de sus importancias. Justo comenté los contextos y los resultados del Proyecto Religión y Sociedad en el Sureste de México en el pasado XXV Encuentro de la RIFREM, la Red de Investigadores de la Religión, que se reunió en Puerto Vallarta, durante los días 12 al 14 de junio del año pasado, en las instalaciones del Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara. Tuve la oportunidad de recordar la importancia del Proyecto Religión y Sociedad en el Sureste de México llevado a cabo durante los años de 1985 a 1987 en el CIESAS del Sureste y la impronta que marcó en los estudios sobre religión y sociedad en toda América Latina. De nuevo Chiapas, su población, y el Sureste de México, eran los contextos de contribuciones al conocimiento socio cultural desde la investigación antropológica que repercutían en toda América Latina y El Caribe. Eran, además, los inicios de un Centro de Investigaciones Antropológicas de la importancia que ha alcanzado el CIESAS-Sureste con su sede en San Cristóbal de Las Casas y el éxito del “modelo de investigación Ángel Palerm” no solo en la producción de resultados sino en la formación y consolidación de nuevos investigadores e investigadoras en Antropología. Como una anécdota asociada al Proyecto Religión y Sociedad en el Sureste de México, recordé que, en un vuelo de la Ciudad de México a Tuxtla Gutiérrez, allá por el año de 1985, coincidimos con Don Samuel Ruiz en la misma fila de asientos. En la conversación que sostuvimos durante el vuelo, mencioné la importancia del Proyecto Religión y Sociedad en el Sureste de México y cuyos resultados seguramente le interesarían al Obispo de San Cristóbal. Me respondió Don Samuel que no le preocupaba de manera especial la presencia de las iglesias y grupos evangélicos en Chiapas en particular o en México en general debido a que la población era profundamente católica. Le respondí que los cambios culturales se veían venir en forma significativa y que ya habría oportunidad de comentarlos al término del Proyecto. Lo importante es que los resultados fueron publicados y se pueden consultar y confrontar con la actualidad. Por lo pronto llega a mi memoria el libro Diversidad Religiosa y Conflicto en Chiapas, un libro colectivo de investigadores muy reconocidos como Carolina Rivera Farfán, Miguel Lisbona Guillén, María del Carmen García Aguilar e Irene Sánchez Franco, publicado por la UNAM en 2011.

Bosques de Santa Anita, Jalisco. A 15 de abril de 2025

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