El valor de las memorias

Foto: María Gabriela López Suárez
El mes pasado se conmemoró el Día Mundial del Libro. No sé a ustedes, pero a mí, siempre me ha gustado tener contacto con los libros físicos. El poder palparlo, sentir sus hojas, percibir el olor a libro nuevo o ya con algunos años de creación; observar su diseño, su forma y por supuesto, leer el gran valor de su contenido. Y además de lo anterior -que no es poco-, algo muy importante, en lo que quizá no solemos poner atención, todo el camino que ha llevado cada libro para llegar a nuestras manos, desde el cómo surgió la idea creativa para dar origen a la obra hasta su publicación e impresión. Sobre todo si es un proyecto autogestivo, hay más esfuerzo.
Cada que se presenta un libro y tengo la oportunidad de asistir, es para mí una lucecita de esperanza en este mundo donde la lectura tiene que incentivarse cada vez más. Hoy les compartiré sobre una obra que se presentó recientemente en San Cristóbal de Las Casas, me refiere al libro ¡Ya entendí compañera! Pequeñas memorias, de la autora Coni Suárez Aguilar, con prólogo de Jorge Santiago Santiago. Cabe mencionar que ésta es la segunda presentación del libro, la primera fue en el marco del Encuentro de arte Rebel y Revel.
En esta ocasión la obra fue comentada por Liliana K’an, Delmar Penka y Estela Barco, como moderadora estuvo Magali Caballero. El escenario fue el Café restaurante Las Damián, un espacio acogedor, que dio cabida no solo al evento sino a las emociones que se vertieron en este compartir literario y de vida.
¡Ya entendí compañera! Es una obra con doce relatos, que tiene como eje central a la castilla, que cuestiona sobre esta resignificación del castellano que muchas veces se desprecia, se excluye y se considera inferior a quienes lo hablan. Las protagonistas de las historias son mujeres de pueblos mayenses de Chiapas, cada relato que Coni nos narra nos traslada a contextos no solo físicos sino históricos, políticos, socioculturales, de luchas, de reivindicación de los derechos de las mujeres y a escenarios íntimos del día a día. Es importante enfatizar que son relatos basados en experiencias vividas por la autora en colectivo con otras compañeras.
Liliana K’an destacó en la obra de Coni, la importancia de los procesos de escucha a las mujeres, de visibilizar temas como violencia, discriminación, desigualdades y la castilla como un medio para comunicarse. Asimismo, lo señaló como un homenaje al linaje femenino.
Por su parte, Delmar Penka enfatizó que el libro es disruptivo y esperanzador, “un faro en la obscuridad”; que nos invita a situarnos en el conocimiento de las mujeres. Así como también, la castilla nos visibiliza las formas en que las mujeres hablan y usan para sí mismas.
Estela Barco señaló que la obra nos habla de la construcción de las autonomías de las mujeres; nos presenta los miedos a los que las mujeres se enfrentan a diario. Y a la vez es un libro que da esperanza, que nos invita a conocer y reconocer las luchas que han realizado las mujeres.
Magali Caballero, quien también estuvo a cargo de la edición de la obra, remarcó la importancia que tuvo la autora del libro, de la escucha a las mujeres y a sus contextos.
Posterior a los compartires de quienes comentaron la obra, Jorge Santiago señaló que el libro ¡Ya entendí compañera!, nos recuerda “la exposición del alma, escribir con el corazón, que es el corazón quien marca el ritmo, pone los colores y la intensidad”.
Coni nos deleitó con la lectura de uno de los relatos que más revuelo ha causado, Aunque se te afloje el calzón, cuya protagonista es una niña, Juanita.
Al final hubo un espacio para que quienes asistimos pudiéramos compartir la palabra sobre la obra. La presentación fue muy emotiva, no solo por los mensajes de cada comentarista, sino por lo que engloba la obra en sí, por el valor de las memorias que Coni recabó y que nos ha transmitido en esta escritura en castilla. De ahí que hubo sonrisas, quiebres de voz, lágrimas de alegría, emoción y reconocimientos a todas las mujeres, no solo las de las historias relatadas, sino las que siguen en lucha cotidiana y las que aún no son visibilizadas.
Indudablemente la escritura nos une, nos permite conectarnos con otras, otros, otres y volver la mirada a el valor de las memorias, ésas que no siempre se pueden plasmar en los libros, porque se cuentan de manera verbal, a veces en tono bajito, otras con un tinte de pena, lo valioso es no olvidarlas y prestarles atención, ahí hay mucho de nuestra vida y nuestros linajes.

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