
Cruzar el puente
Alcanzó a percibir el aroma de sus flores, sobresalía el de un pequeño rosal que le había obsequiado su tía Inés. Observó las flores que había en sus maceteras, todas eran bellas.
Alcanzó a percibir el aroma de sus flores, sobresalía el de un pequeño rosal que le había obsequiado su tía Inés. Observó las flores que había en sus maceteras, todas eran bellas.
El jardín en la casa era un lugar no solo bonito sino que ahí se hacía presente la vida.
¡Ya entendí compañera! Es una obra con doce relatos, que tiene como eje central a la castilla, que cuestiona sobre esta resignificación del castellano que muchas veces se desprecia, se excluye y se considera inferior a quienes lo hablan.
El paisaje de ese día era algo distinto, el sol no se apreciaba, ni las montañas.
Antes de abrir la tienda, tenía como su ritual de la mañana ir a regar sus maceteras y los árboles que tenía en el patio.
Sonrió para sí; el paisaje de esa mañana le había recordado que aún con todas las vicisitudes la vida era una danza y danzar la vida en sus distintos ritmos, era un regalo muy valioso y necesario que cada persona tendría que descubrir y poner en práctica.
Gracias al público, al universo, a la divinidad, a mi familia, a los medios que divulgan la columna y a quienes organizan los eventos literarios, por hacer posible que las Voces Ensortijadas viajen.
Emilia avanzó en su trayecto al trabajo, el centro de la ciudad dejaba sentir una especie de caos, sumado al tráfico que era característico antes de las nueve de la mañana.
Como cada mañana acostumbraba saludar a sus plantas, abrió la ventana que daba al patio y se percató que el piso estaba mojado.