Elogio breve a Marco Antonio Besares Escobar
El doctor Marco Antonio Besares Escobar (Villaflores, 10 de septiembre de 1959), hombre generoso y sabio, acaba de ingresar a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, un reconocimiento que honra sus conocimientos y su ejercicio en el derecho.
Es una persona de muchos talentos. Como servidor público, a los 29 años se convirtió en procurador de Justicia. Debe de ser uno de los más más jóvenes que ha desempeñado este cargo en la historia de Chiapas.
Lo mejor: su paso por esos caminos enalteció su buen nombre, cosechó amigos y prestigio, lo cual no es fácil en terrenos tan fangosos.
Lo conocí en 1990 cuando se desempeñaba como secretario de Desarrollo Rural. Estaba rodeado de eficientes colaboradores, que iniciaban su ajetreada mañana echándose una cascarita de basquetbol. Recuerdo con afecto a David Sol, Manuel Grajales, Israel Gómez y José Juan Balcázar, quien era jefe de comunicación social y mi puente amistoso con el secretario.
Antes, Marco Antonio se había desempeñado en la Comisión Agraria Mixta, en donde se ocupó a desenmarañar trámites y beneficiar a la gente.
Inteligente y dedicado siguió con su formación académica. Estudió la maestría en Ciencias Jurídicas en el Instituto Nacional de Ciencias Penales y el doctorado en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se especializó en derecho ambiental. Fue profesor en el ITAM, en la UNAM y en el Instituto de Ciencias Penales. En la Universidad Autónoma de Chiapas es profesor emérito.
Marco Antonio Besares es, aparte de sus muchos años dedicados al servicio público de excelencia, un artista; un hombre de palabra divertida, gratificante y cálida. Como poeta –bolopoeta, dice– vive en estado de asombro con puertas abiertas al campo. Lee la vida con otra mirada; los hechos políticos desde otra perspectiva y desde nuevas sensibilidades las obras artísticas.
Su sonrisa ancha se corona con la carcajada más sincera y divertida. Tiene el humor fino de los hombres libres que saben reírse de sí mismos. Se rodea de académicos, de pintores, cantantes, personajes del pueblo, dicharacheros, poetas, escritores, músicos y bolos; personajes de sangre florida y ligera.
Es un hombre de apapachos; un líder que puede crear cofradías y las ha creado. La Rial Academia de la Lengua Frailescana no existiría sin su talento y su genio. Empezó como una tertulia de amigos, y él, que siempre mira más allá del horizonte, la proyectó en el nivel estatal, como un memorial de anécdotas y de historias de su tierra.
Su desfogue artístico lo ha encontrado, por el momento, en la fotografía, porque como ser lleno de luces y genialidades, es posible que mañana encuentre otros gustos creativos. Hoy es un artista de la luz que preserva momentos vitales de aves. Se define, con su buen y radiante humor, como pajarero.
Pajarero, dice la Real Academia Española, es una persona aficionada a los pájaros, pero también es una palabra que designa lo “alegre y festivo”, y Marco Antonio Besares Escobar es alegría, apoyo dispuesto y encuentro gratificante. Es escritor, poeta, bolopoeta, notario, abogado, cuentero, agricultor, cuentista, viajero y artista de la luz y la fugacidad.
Hombre de asombros, descubre y dibuja con su cámara. Sus fotografías son realmente notables y artísticas. Es nuestro pajarero, nuestro bolopoeta, es, sobre todo, el corazón abierto, sensible, divertido, rebelde y tierno quien da constancia y fe notarial de esta vida de fascinaciones y tempestades.

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