Más sabe el diablo por diablo…

Casa de citas/ 741

Más sabe el diablo por diablo…

Héctor Cortés Mandujano

 

¿Y si el insomnio fuera un sueño?

César Aira

 

Continuación de ideas diversas (Jus, Libreros y Editores, 2014), de César Aira, es lo que dice el título: una reunión de textos de variada temática, escritos con la pluma inteligente de este argentino genial.

Se le ocurre que podría escribir una novela policiaca que se llamaría La monja asesina donde al final se descubra que la monja es la asesina (p. 14): “No se explicaría cómo la editorial pudo consentir en algo semejante”. Aira supongo que sabe que ya hay muchas novelas que revelan su contenido en el título sin que nadie parezca notarlo: El coronel no tiene quien le escriba, Crónica de una muerte anunciada, La triste e increíble historia de Cándida Eréndira y su abuela desalmada, de García Márquez, por ejemplo, revelan desde la portada lo que hallará quien las lea (en los libros anotados no se busca, quiero creer, la tensión dramática, el dato oculto, etcétera). Lo mismo ocurre con “El almohadón de plumas”, de Horacio Quiroga, y con un montón de libros más. La monja asesina no sería vanguardismo, como supone Aira, sino repetición.

Refiere una entrevista donde dice que le interesa más La metamorfosis que Kafka (p. 14), “porque al fin de cuentas La metamorfosis podría haberla escrito otro igualmente bien”. Cuenta que en un concurso de poesía, aunque participaron varios que serían escritores reconocidos (pp. 14-15), “el concurso lo ganó, con justicia, un muchacho que estudiaba bioquímica o algo así; no tenía ningún contacto ni interés en la literatura”. Hizo un pastiche, dice. “No se necesita ningún talento específicamente literario para hacer un buen pastiche. Y un pastiche es indistinguible del artículo genuino, que a su modo, de revote, siempre será un pastiche”.

Un hombre se enoja con sus perros y no sabe si pagarles o encerrarlos (p. 17), “pero lo que hizo (le salió espontáneamente, sin explicación) fue ponerse a ladrar y aullar como un perro. Sin habérselo propuesto, había dado con el castigo más eficaz; los perros se aterrorizaron”.

Cita a Fontanelle (p. 43): “No hay pena que resista a una hora de lectura”, aunque apostilla: “Es cierto que hay quienes no leen nunca y se las arreglan con otros remedios”.

Dice sobre alguna de las leyendas sobre la vejez (p. 53): “La fama de sabios de los ancianos es una herencia ancestral de épocas antiguas o pueblos primitivos en los que el promedio de vida era mucho menos y llegaba a viejo un uno por ciento de la población. […] Hay día, cuando abundan los octogenarios y nonagenarios, y en algunas sociedades como las europeas superan en número a los jóvenes, se hace patente que muy lejos de ser sabios los viejos son unos seres perfectamente desinformados, inútiles, sin capacidades intelectuales dignas de notar, y su única actividad visible es causar problemas”.

Ilustración: Leonora Ventura

Escribe (pp. 56-57): ”¿La principal influencia en mi vida de escritor? Las historietas de Superman de los años cincuenta y sesenta. Ahí estaba todo lo que yo después quise hacer escribiendo y en cierta medida, hasta donde pude, hice. Los argumentos tenían muy poca psicología, en su lugar tenían  siempre un sutil juego intelectual. […] De ahí pasé directamente a Borges. Esas maravillosas historietas me habían preparado para el goce y el ejercicio pleno de la literatura”.

No le gusta lo que llama “la novela de hoy”, porque (p. 60) “la literatura que es sólo literatura es una cáscara vacía, una utilización espuria del medio, o del formato”. La novela que no le gusta leer tiene, dice más adelante, un (p. 64) “seguro temático” (la elección de un tema de interés público) o una “acumulación mecánica” (los agregados al tema principal).

Lee con placer, dice, novelas convencionales y su escritura no lo es (p. 65): “Quizás haya una diferencia entre leer y escribir: leo una cosa, escribo otra”.

No está de acuerdo, dice, con los programas de promoción de lectura porque (p. 100) “los únicos que leen buenos libros son los que leen desde siempre y no necesitan campañas de promoción de lectura. Los que no han leído, y se deciden a hacerlo por una de estas campañas, necesariamente van a leer libros malos”.

 

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Escribe la poeta chiapaneca Marisa Trejo Sirvent, en “Habitación de hotel” (Luz de papel. Antología poética, Coneculta-Chiapas, 2022: 9): “El poeta Bai Juyi/ de la dinastía Tang/ solía no conservar los poemas/ que no eran comprendidos/ plenamente por su sirvienta”.

 

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Moscú –la aldea más grande del mundo– no está hecha

a la medida humana. Es agotadora, apabullante, sin árboles

Gabriel García Márquez

 

Leo de nuevo De viaje por los países socialistas (editorial La oveja negra, 1978), del entonces periodista Gabriel García Márquez. Dice sobre Moscú (p. 57): “Yo no quería conocer una Unión Soviética peinada para recibir una visita. A los países, como a las mujeres, hay que conocerlos acabados de levantar”.

El catolicismo y el comunismo son doctrinas contrarias, es evidente. No para los polacos, dice GGM (p. 103): “Una cantidad de polacos son católicos y comunistas al mismo tiempo. Asisten el sábado a la reunión de la célula y el domingo a la misa mayor”.

Visita Auswisch (pp. 109-110): “Hay –intacto– un laboratorio de elaboración de sustancias humanas. Por una puerta entraba un hombre vivo y por la otra salía el bagazo. Adentro quedaba todo lo que una persona tiene de materia prima. […] En Austria vi un enorme pedazo de jabón de pino adornado con flores. Alguien tenía motivos para creer que aquel jabón era su tío. En Auswisch hay una exposición de esos artículos y uno comprende que esa industria siniestra tenía un excelente porvenir en el mercado: una maleta fabricada con cuero de hombre es de una calidad superior. Yo no creía que un hombre sirviera para tanto que sirve inclusive para hacer maletas”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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