Un país que huele a sexo y jabón

Casa de citas/ 746

Un país que huele a sexo y jabón

Héctor Cortés Mandujano

 

A mí, por ejemplo, me gustaría que tuviéramos cola

Lucia Berlin,

en “Mijito”

 

Lo primero que me llamó la atención de Lucia Berlin (1936-2004) fue su belleza. Parece más una estrella de cine, de las muy bonitas, que una escritora.

Leo Manual para mujeres de la limpieza (Alfaguara, 2016), con edición e introducción de Stephen Emerson y traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, que contiene 43 de los 66 cuentos que publicó en seis libros y en otras publicaciones.

La vida de Berlin, estadounidense, se refleja en sus historias, pues vivió en muchos lados (incluso en México), realizó varios trabajos manuales (limpieza, enfermería, etcétera), tuvo algunos maridos (cuatro hijos) y cayó en varios vicios, de los que pudo salir. Lydia Davis, dice en el prólogo (p. 9): “Las historias de Lucia Berlin son eléctricas, vibran y chisporrotean como unos cables pelados al tocarse”.

En el cuento que da título al volumen dice la narradora, que se dedica a limpiar casas (p. 55): “Los Blum tienen un montón de pastillas, una plétora de pastillas. Ella tiene estimulantes, él tiene tranquilizantes. El señor doctor Blum tiene pastillas de belladona. No sé qué efecto hacen, pero me encantaría llamarme así”. Cuando llega al cuarto de los juguetes, siempre es una leonera. Pregunta a uno de los niños cómo le hacen para desordenar tanto. La niña le dice que (p. 55) “los lunes al levantarse los tiraban por el suelo, porque era el día en que yo iba a limpiar”.

En “Mi jockey” cuenta que, como enfermera, atiende a jinetes, que tienen los huesos hechos una desgracia. Desnudar a un jockey es complicado, por la ropa tan ajustada que usan. Berlin usa como analogía al escritor japonés Yukio Mishima(p. 63): “Exasperante, porque no se acaba nunca, como cuando Mishima tarda tres páginas en quitarle el kimono a la dama”.

Ilustración: Verónica Ordaz Trujillo

Cuenta en “Dolor fantasma” (p. 86): “El día que mi padre mató a mi madre fue el día que dejó de reconocerme. A partir de entonces empezó a darme órdenes como a una secretaria o una criada. Un día finalmente le pregunté por mí. Me había escapado, dijo”. Dice más adelante (p. 87): “Nunca he entendido cómo es posible que tanta gente prácticamente iletrada pueda leer la Biblia con tanto ahínco. Hace falta valor”.

Como ya se casó, cree que puede hablar de sexo con su mamá en “Dentelladas de tigre” (p. 93): “Le pregunté si me podía quedar embarazada por tragármelo cuando Cletis se corría. Mamá salió de la caravana hecha un basilisco y volvió corriendo a casa a contárselo a papá. Se armó un lío infernal. Esa noche papá y Rex vinieron y le pegaron a Cletis una paliza a muerte. […] ¿Te lo puedes creer, que mamársela a tu legítimo esposo vaya contra la ley?”.

Su escritura es sorpresiva. Dice en “Apuntes de la sala de urgencias, 1977” (p. 110): “Madame Y es la mujer más hermosa que he visto. Parece muerta”. Reflexiona más adelante (p. 114): “El miedo, la pobreza, el alcoholismo, la soledad son enfermedades terminales. Urgencias, de hecho”. Sobre el mismo tema dice en “Temps perdu” (p. 119): “Llevo años trabajando en hospitales, y si algo he aprendido es que cuanto más enfermo está un paciente, menos ruido hace”.

Habla de México en “Toda luna, todo año”, del bolero “Sabor a mí”, de Álvaro Carrillo (p. 132): “Sabor a mí. ¿Quién puede imaginar una canción en inglés que hable sobre el sabor de una persona? En México todo tenía sabor. Ajo, cilantro, lima. Los olores eran intensos”. Eloise hace el amor con César en mar abierto (p. 143): “Al notar que la estaba penetrando, entrelazo las piernas a su cuerpo mientras daban vueltas y ondulaban en el mar oscuro. Cuando César se apartó, el esperma quedó flotando entre los dos como tinta blanca de pulpo”.

Escribe en “Triste idiota” (p. 247): “La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti”. Más de México en “Panteón de Dolores” (p. 267): “Ni ‘Descanso Celestial’ ni ‘Valle de la Serenidad’. El cementerio del parque de Chapultepec se llama Panteón de Dolores. No hay manera de escapar de ello en México. Muerte. Sangre. Dolor. La tortura está en todas partes”. Y más (p. 268): “Los hombres huelen en México. El país entero huele a sexo y jabón. […] Aquí es fácil que el sexo y la muerte acaben confundiéndose, nunca dejan de latir. Un paseo en un par de manzanas es sensualidad pura, está cargado de peligro”.

Otro apunte de México en “Mijito” (p. 368): “Recé un avemaría, pero con tanto ruido en todas partes, ¿cómo podría ser escuchada una oración?”.

 

***

Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera,

y mientras espera no quiere nada

Carlos Castaneda cita a don Juan,

en Una realidad aparte

 

Una realidad aparte. Nuevas conversaciones con don Juan (FCE, 1974), de Carlos Castaneda, es un segundo libro donde el autor describe y comparte las enseñanzas que obtiene del brujo yaqui Juan Matus, que antes lo llevó a escribir el celebérrimo Las enseñanzas de don Juan.

En este libro, Castaneda es un humilde aprendiz de, justamente, las enseñanzas de don Juan (p. 111): “Todo es igual y por tanto sin importancia. Por ejemplo, no hay manera de decir que mis actos son más importantes que los tuyos, o que una cosa es más esencial que otra; por lo tanto, todas las cosas son iguales. Y al ser iguales carecen de importancia”.

No siempre está de buenas don Juan para compartir su conocimiento. Cuando lo hace, Carlos está atento de no perderse nada para apuntarlo (p. 287): “El mundo es así-y-así o así-y-asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que ésa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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