Una jornada singular

Chamula, 01 junio 2025
El pasado domingo 1 de junio, el país vivió una jornada singular al llevarse a cabo las elecciones para renovar al Poder Judicial. En efecto, el Poder Judicial de México acumuló a lo largo de los años una nada buena fama, más bien lo contrario. Si a algo temían los mexicanos era el de caer en manos del Poder Judicial. Un temor bien fundado a lo largo de años de actuar nebuloso de quienes debían impartir la justicia. Bien mirado, el Poder Judicial tiene en sus manos un arma muy poderosa: la facultad de privar de la libertad. Son famosas las fabricaciones de los llamados “chivos expiatorios” para cubrir delitos de otros que tuvieron el recurso de comprar la justicia. La famosa “policía judicial” fue por mucho lo más temido por la ciudadanía. Caer en manos de “la judicial” era una pesadilla, algo horrible. El ir a la cárcel sin cometer ningún delito se convirtió en arma política, como ocurrió incluso en casos muy cercanos a Chiapas o como sucedió con los montajes televisivos gracias a los cuales aún hay inocentes en las cárceles de México. A lo largo de las discusiones que desató primero la propuesta de renovar al Poder Judicial a través de elecciones populares y después lo que era un hecho hasta llegar al domingo 1 de junio, se observa con nitidez como la política es el campo de la lucha de intereses contrapuestos en sociedades desiguales como la nuestra. Una ojeada a las llamadas “redes sociales” confirma lo anterior. Desde los que opinan por ignorancia sin siquiera saber lo que están diciendo hasta el ilustrado que sabe perfectamente qué quiere expresar, el campo de la lucha de intereses se muestra con nitidez. 13 millones de mexicanos salieron a votar para transformar al poder judicial. Si tuviéramos la posibilidad de una fotografía que nos mostrara los sectores sociales a los que pertenecen esos 13 millones de ciudadanos, veríamos a gente del pueblo, a clases medias modestas, a uno que otro intelectual, a uno que otro profesionista. Ahí está con claridad a qué intereses respondía el Poder Judicial y cada vez con mayor cinismo. Pero llegó la hora y el pueblo ejerció su voto que se explica por el hartazgo ante un aparato de injusticia que alcanzó niveles insólitos de corrupción. Ahora se abre un proceso nuevo que habrá que observar con mucha atención. La democracia suele dar sorpresas. Un Adolfo Hitler llegó al poder a través de la democracia e igual sucedió con un Donald Trump que ya sueña con la reelección. Por eso el ojo crítico no puede dejar de actuar. El análisis de lo que venga es imprescindible para que no se repita la versión de un Poder Judicial que está al servicio de los que pagan. Ahora es tiempo de leer a Gerardo Cornejo, el escritor sonorense que ya se nos fue pero dejó una obra que hoy muestra su oportunidad. Me refiero a su novela Justo Justino Judicial (1996) o las Balas de Plata de Elmer Mendoza, otro de los más interesantes escritores norteños. Tampoco la elección resuelve mágicamente la compleja problemática del Poder Judicial en México, pero es un esfuerzo para introducir a la sociedad a un campo de poder que dominaban los partidos políticos y los millonarios. En tiempos de cambio los intereses se muestran con mayor claridad. Y sin duda eso sucedió en México a raíz de la propuesta de renovar al poder judicial por una vía que se antojaba la única posible en las actuales circunstancias: que sea la sociedad misma, el pueblo, el que resuelva la madeja y desenrede el embrollo. La prueba apenas se inicia. Habrá que observar y observar con agudeza, cómo marcha el proceso y que resultados arroja. Nada está ya resuelto. Se ha dado un primer paso que necesita ser vigilado por la propia sociedad. Pero estoy seguro que esos 13 millones de votantes pensaron que era posible la trasformación de un Poder Judicial cada vez más alejado de los intereses colectivos a los que, quizá, pensaba no se debía. Es curioso que cuando Zedillo sin consultar a nadie suprimió la Suprema Corte de Justicia, nadie repelara ni hiciera el escándalo que vimos en relación a las elecciones pasadas. El “Señor Presidente” tenía la venia para actuar como bien quisiera. Nadie dijo que su actuar era el fin de la democracia o de la República. Más todavía, no fueron pocos los que aplaudieron el hecho. De nuevo, en el campo de la política se desvelan con claridad los intereses en pugna en la sociedad desigual. Veremos qué ocurre y qué cambios empiezan a manifestarse en un Poder Judicial que se configuró por elecciones.
Bosques de Santa Anita, Tlajomulco, Jalisco. A 2 de junio, 2025

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