De Fascismos y Dictaduras: Una Reflexión (2)

“La ultraderecha perdió el miedo a partir de Trump”
Foto: Wikipedia

En una parte de sus interesantes y siempre sugerentes comentarios de mi colega y amigo Pedro Tomé a mi anterior texto en Chiapas Paralelo, me apunta que duda de que el gobierno de Donald Trump sea fascista. Y argumenta: el fascismo se dio en Europa en sociedades concretas, con características concretas, que no son las de la sociedad norteamericana actual. El comentario anterior de Pedro Tomé me llamó la atención a que es necesario explicar por qué pienso que es fascista Donald Trump y en consecuencia me lleva a la reflexión de las circunstancias y características concretas de las sociedades en Latinoamérica y en los Estados Unidos, y a preguntarme a qué llamamos fascismo las izquierdas de América Latina y El Caribe. Eso me remonta a mi generación, la del Movimiento Estudiantil de 1968, para la que el fascismo se caracterizaba por un gobierno más que autoritario, dictatorial, una oposición enfermiza al comunismo y un nacionalismo de Estado exacerbado. Sin embargo, dada la importancia del comentario de Pedro Tomé, debo agregar que a esas características, uníamos al autoritarismo y la represión que se ejerció y se ejerce contra los opositores políticos de quienes controlan al Estado; un Nacionalismo de Estado que buscaba consolidar el poder a través de manipular la identidad colectiva de todo un pueblo, a menudo a través de políticas extremas que exaltaban los símbolos y las tradiciones que el Estado escogía; además de todo ello, un anticomunismo presentado como una alternativa al comunismo (que además aparece mal entendido y hasta caricaturizado en la propaganda de los Oligarcas) que se veía como una amenaza al “mundo libre”. En varios casos, además, el fascismo latinoamericano contó con la complacencia de la Iglesia Católica, sobre todo, en la cruzada contra el comunismo. En América Latina y El Caribe el fascismo, o lo que llamábamos fascismo, se combinó con el populismo dando como resultado a regímenes políticos que apelaban a las “masas” siempre con un dejo autoritario. Y también incluíamos en esta caracterización del fascismo propio de Latinoamérica al carisma, o como Max Weber lo planteaba: el líder carismático. Todo ello se nutrió con la derecha: los terratenientes, los oligarcas, sectores de las clases medias, los militares. Incluso se llamó “Gorilatos” a los gobiernos emanados de los golpes de Estado como ocurrió en Brasil, y Gorilas a los militares que encabezaban esos movimientos terribles, como los ocurridos también en Argentina (la terrible dictadura encabezada por Videla y hoy por Milei), en Chile (la dictadura de Pinochet), en Guatemala (las dictaduras de Manuel Estrada Cabrera y de Efraín Ríos Mont), Cuba (la dictadura de Fulgencio Batista) Uruguay (la dictadura de Juan María Bordaberry), Paraguay (la dictadura de Alfredo Stroessner), Nicaragua (la dictadura de Anastasio Somoza), República Dominicana (la dictadura de Leónidas Rafael Trujillo, “El Chivo”), las diferentes dictaduras en América del Sur, etcétera. (Habría que decir que el término Gorilas aplicado a los dictadores insultaba a los Orangutanes de manera injusta) En México no se llegó plenamente al fascismo por la influencia de la Revolución Mexicana, pero si se alcanzó a tener un régimen autoritario electo cada seis años a través de un partido de Estado, el PRI, que arrasaba en las elecciones gracias a las trampas en las urnas y los fraudes electorales. Así mismo, es importante anotar que lo que llamamos fascismo en América Latina tuvo variantes importantes según las características de cada sociedad-como lo indica Pedro Tomé-. Agrego que la comparación con el fascismo europeo, en Italia, Francia y España, con América Latina, tiene que ser detallado y cuidadoso dados los contextos tan distintos. En el caso de Donald Trump, me atrevo a llamar fascista a su gobierno atendiendo a que es autoritario rozando los extremos de una dictadura; también exalta un nacionalismo racista, que eleva a su máxima expresión; es además un gobierno represor en extremo, ahogando a garrotazos la manifestación de ideas y planteamientos contrarios a lo que él piensa que es lo correcto. Me parece que Donald Trump hará todo lo posible por relegirse y quedarse eternamente en el poder, si el pueblo norteamericano no se lo impide. La exaltación de los militares es otra de las características del fascismo de Donald Trump unido a su odio a las izquierdas, al comunismo como él lo entiende, además del apoyo a genocidios como el que comete el Estado de Israel en Gaza. Vale la pena hacer referencia a que lo que llamo fascismo norteamericano tiene sus raíces en los movimientos xenófobos de los supremacistas blancos que surgieron en Norteamérica a finales del siglo XIX y principios del XX. El Ku Klux KLan y la Jhon Birch Society son los ejemplos más destacados. Menciono también las llamadas “Leyes de Jim Crow” (término despectivo para referiré a las personas de color negro en los Estados Unidos), un personaje creado por el dramaturgo Thomas Dartmouth que llegó a ser muy estimado por los esclavistas norteamericanos que institucionalizaron al racismo en todo el sur de los Estados Unidos (Ver: Jhon Doe, “Origin of the term Jim Crow”, en línea, 2025). Y finalmente, pero no menos importante, la hostilidad hacia los inmigrantes de origen distinto al sajón que promovió una visión excluyente exactamente como lo hace Donald Trump en la actualidad. Más complejo es el apoyo que recibió Hitler y el mismo Mussolini de sectores ultra derechistas de los Estados Unidos y lo mismo por supuesto sucedió con Francisco Franco, lo que debe estudiarse con más detalle. Recordemos que existió una Liga Fascista Italiana en los Estados Unidos que debido a los contextos internacionales fue disuelta por el Departamento de Estado. Es decir, el gobierno de un personaje como Donald Trump tiene antecedentes en la historia norteamericana y tipifica una tendencia pro fascista que encuentra en el actual Presidente de los Estados Unidos a un partidario entusiasta y hasta fanático. Debemos recordar también a la llamada “Operación Paperclip” que consistió en seleccionar a científicos nazis y llevarlos a los Estados Unidos para trabajar en la industria armamentista y en la industria espacial. Varios de estos científicos fueron cercanos a Hitler y trabajaron para el Tercer Reich durante la Guerra Mundial. Las familias de estos personajes crecieron en hogares nazis, fascistas, y seguramente tuvieron amigos norteamericanos a quienes influyeron a través de puntos de vista racistas, supremacistas. ¿Quién sabe si Donald Trump no es el resultado del contacto con estas familias?   Como dice Jaime Sabines, no lo sé de cierto, pero lo supongo (ver el texto de Linda Hunt, “U.S Coverup of Nazi Scientists” que se encuentra en línea y fue publicado originalmente en 1985; también, John Gimbel, “La política exterior de USA y los nazis”, En, Political Science Quartely, Volumen 101, Número 3, 1986, pp. 433-451). En fin, es un tema no sólo atractivo sino básico para entender a las extremas derechas (si es que es factible esa adjetivación) no sólo en los Estados Unidos sino en América Latina y El Caribe en donde también hay presencia importante de los nazis. No dejo de mencionar a Chiapas en donde los nazis encontraron refugio incluso en poblados como Ocozocoautla. Un tema que desborda nuestra imaginación.

Bosques de Santa Anita. Tlajomulco, Jalisco. A 28 de junio, 2025

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