Creer en fantasmas

Casa de citas/ 756

Creer en fantasmas

Héctor Cortés Mandujano

 

El amor es un dédalo delicado que oculta, en su centro,

un monstruo oscuro

Guillermo Cabrera Infante,

en La ninfa inconstante

 

Regalo de mi amiga Nedda G. de Anhlat, leo La ninfa inconstante (Galaxia Gutemberg, 2008), de Guillermo Cabrera Infante, que cuenta sus amoríos juveniles con los juegos verbales que fueron/son santo y seña de este cubano genial.

Trae una advertencia (p. 9): “Si encuentras anglicismos, corrector de pruebas que no apruebas, no los toques; así es mi prosa. Déjenlos ahí quietos en la página”. En el prólogo escribe sobre el tema del libro (p. 11): “Según la física cuántica se puede abolir el pasado, peor todavía, cambiarlo. No me interesa eliminar y mucho menos cambiar mi pasado. Lo que necesito es una máquina del tiempo para vivirlo de nuevo. Esa máquina es la memoria. […] La única virtud que tiene mi historia es que de veras ocurrió”.

Dice que su historia (p. 13): “es todo menos un cuento de hadas. Es, si acaso, un cuento de hados”.

Dice, ya en la novela, que (p. 17) “los entes pasados viven porque no han muerto para nosotros. Vivimos porque ellos no mueren. Nosotros somos los muertos vivientes”.

Él es un hombre casado cuando conoce a estela, de 17 años y queda prendado de ella. Estela no sabe un ápice de literatura y él constantemente hace juegos con versos, citas, derivaciones. Dice él (p. 44):

—Lentos, lentos, corran oh caballos de la noche.

—¿Qué cosa es eso?

—Un verso.

—¿Tú haces versos?

—Yo no. Un amigo mío que se llama Ovidio.

—¿Ovillo? ¿Qué clase de nombre es ése?

—Es un nombre latino.

—¿Latinoamericano?

—Yo no diría tanto.

 

Ella le dice que cómo le puede hablar de amor, si apenas se conocen. Él dice (p. 47): “Así es el amor. Ciego como Bach, sordo como Beethoven, muengo como Van Gogh”. Ella: “Uy. Tanta gente.”

Él pregunta cuándo volverán a verse y autocalifica sus palabras (p. 51): “Hay preguntas que suenan a boleros”.

Escribe que científicos japoneses descubrieron un insecto peculiar (p. 94): “En la mariposa que lleva el sonoro nombre de Papilio Xuthus tiene el macho una linterna erótica. El insecto perfecto no usa su instrumento para alumbrarse por el camino de toda carne, sino para localizar la entrada a la genitalia femenina como ojos en la noche del sexo”.

Ilustración: Camilo Herrera Cortés

Estela odia a su madre y a su padrastro, y decide tener sexo con Infante para dejar su casa. Él deja a su mujer. Pero Estela comienza a engañarlo con sus amigos (los de él) y con los que ella ya tenía y con quienes, hasta antes de dar su virginidad al autor, no había tenido comercio sexual. Uno de los amigos de Cabrera Infante, en el entendido que está diciendo la verdad, Branly, escribía ciertos aforismos; aquí algunos (p. 157): “Todos tenemos un culo moral que no enseñamos en público y que cubrimos con los calzoncillos de la decencia y de la urbanidad”; “No creo en Dios. Prefiero creer en los fantasmas”; “Los curas no son otra cosa que muñecos de ventrílocuos. Dios habla por ellos”; “Me he prometido no publicar un solo poema mientras no lo lea mi madre. Es más, me he prometido no darle a leer a mi madre un solo poema”.

Cuando Estela le reclama su poca seriedad para conversar, él le dice (p. 183): “He nacido para el chiste y la chacota”.

La primera vez que sabe que su joven pareja lo engaña, a él se le ocurre un chiste, porque no piensa en reclamarle (p. 188): “Sé que sería como el cuento del marido que sorprende a su mujer con otro hombre en su sofá y estalla furioso, vengativo: ‘¡Esto se acaba ahora mismo!’, y decide vender el sofá”.

Estela, luego de no verlo por un tiempo, le dice que vive en amasiato con una mujer (p. 268): “Tu antigua virgen y amante es ahora lesbiana. Ve que te imito y evito decir que soy tortillera. Pero no es que lo sea ahora. Siempre, querido, lo fui. Sólo que no lo sabía. […] Tu opinión me es indiferente. Es más, tú me eres indiferente”.

Así termina esta historia que quizá ni para él (para ella es claro que no) fue de amor.

Otra de Branly, porque Infante no deja de usar taxis para moverse en La Habana (p. 272): “Si sigues cogiendo taxis terminarás en taxidermista”.

 

***

 

Viaje a Ixtlán (FCE, 1975), de Carlos Castaneda, es el tercer libro (he hablado de los otros dos) de conversaciones de este antropólogo con el brujo yaqui Juan Matus.

Le dice don Juan (p. 123): “Para ti el mundo es extraño porque cuando no te aburre estás enemistado con él. Para mí el mundo es extraño porque es estupendo, pavoroso, misterioso, impenetrable; mi interés ha sido convencerte de que debes hacerte responsable por estar aquí, en este maravilloso mundo, en este maravilloso desierto, en este maravilloso tiempo”.

Se habla en muchas páginas de la muerte. Dice don Juan (p. 220): “Morir es algo monumental. Es algo mucho más que estirar la pata y quedarte tieso”.

Le explica muchas cosas a Carlos. Otra (p. 258): “El chiste está en lo que uno recalca –dijo–. O nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma”.

Lo que quiere don Juan es convertirlo en guerrero. ¿Por qué? (p. 366-367): “Sólo como guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento –dijo–. Porque el arte del guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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