Otra oportunidad

Estudiantes que llegan a estudiar y a realizar sus tareas a la casa de Marcos. Cortesía: Marcos De León.

La tarde se había escapado en menos de lo que Martina se dio cuenta, estaba muy concentrada avanzando en las tareas que tenía por entregar, dos ensayos, uno sobre el libro Álbum de familia, de la autora Rosario Castellanos y otro del libro Crónica de una muerte anunciada, del autor Gabriel García Márquez. Estudiaba la preparatoria en una escuela pública y uno de sus grandes sueños era ser escritora.

Vivía en una ranchería que se ubicaba a 40 minutos del pueblo donde estaba la escuela. Así que diariamente tenía una travesía donde invertía dinero, tiempo y esfuerzo. Se sentía muy afortunada de contar con el apoyo de su familia para poder estudiar.

Esa noche mientras Martina avanzaba escribiendo sus reflexiones, se percató que Osa, su perra, estaba muy atenta viendo hacia el gallinero que tenía la familia de Martina, como en posición de cazar algo. Martina continuó con su tarea, de pronto Osa corrió tan rápido que Martina solo alcanzó a ver su ráfaga que se escabullía al interior del gallinero. Algo había ahí y Osa lo sabía.

Hizo una pausa, se ayudó con la lámpara del celular y trató de alumbrar hacia donde estaba Osa quien no dejaba de sujetar algo en el hocico, como un animal. No alcanzó a identificar qué animal era.

–¡Osa, ven para acá, suéltalo! –gritó Martina.

Sin dudarlo llamó a su mamá y a su papá. Martina se adelantó y entró al gallinero. Ahí se percató que el animal era un pequeño tlacuache. Al principio ella pensó que estaba muerto, no se movía. Sin embargo, identificó que tenía los ojos abiertos y observó que estaba respirando. Llamó a su papá y al volver nuevamente el tlacuache se había movido lentamente. Ahí ambos recordaron que los tlacuaches suelen actuar como si estuvieran muertos, cuando se ven en peligro.

En un breve instante, la mirada del tlacuache se fijó en la de Martina. Ella observó unos ojitos pequeños, relucientes, era la primera vez que tenía frente a ella a un tlacuache. Se alegró de haber llegado a tiempo antes de que Osa lo matara. Las gallinas estaban a salvo.

Don Chepe, papá de Martina, dijo que lo dejarían ir. El tlacuache se veía entre asustado y lastimado. El animalito merecía tener otra oportunidad para vivir.  Don Chepe lo tomó de la cola para ponerlo fuera del gallinero, el tlacuache de nuevo tomó la postura de un cadáver. Pero al darse cuenta que estaba libre de peligro se escabulló ágilmente.

Martina regresó a terminar su primer ensayo; garabateó la frase otra oportunidad, cuánto representa esta frase en la vida, pensó, recordando el instante fugaz donde su mirada se cruzó con la del pequeño tlacuache. Osa había regresado a su postura de guardiana, mirando fijamente hacia el gallinero. Enseguida se escuchó el llamado de doña Enedina:

–¡Martina, ya vamos a cenar!

No comments yet.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Leave your opinion here. Please be nice. Your Email address will be kept private.