Entre el tiempo y la lluvia
Mireya escuchó las noticias mientras terminaba de preparar su desayuno, en el estado del tiempo se anunciaban fuertes lluvias durante la semana. Respiró profundo y pensó que les esperaba una ardua jornada en las campañas de salud que tenían. Recientemente había regresado de una comunidad rural cercana a su lugar de residencia, parecía tan asombroso que, aunque era un territorio tan cercano a la ciudad, las condiciones de camino, servicios de agua, energía eléctrica y qué decir de salud eran tan precarios.
Recordó que conversó con Santiago y Ernestina, sus colegas del trabajo, los tres habían estudiado Enfermería y le entristecía mucho las condiciones en que habían encontrado en esa comunidad, a la población adulta mayor y a la niñez. Los tres llegaron a la conclusión de que por más que quisieran no podrían solucionar el problema, sin embargo, en la labor que hacían ponían no solo su mejor esfuerzo, sino también la práctica de su vocación, con compromiso, ética y amor. Eso era aportar un granito de arena.
Guardó su desayuno; colocó sus botas de plástico en una bolsa y jaló su chubasquero, su bolso y emprendió el camino a su centro laboral. Al salir de casa observó los cerros, cubiertos de neblina, el cielo grisáceo y el viento que anunciaba la llegada de la lluvia. Así fue. Se puso el chubasquero y siguió su ruta.
Al llegar a la oficina saludó al personal de vigilancia, a lo lejos saludó a Ernestina que ya había llegado y se dirigió al área donde le indicarían a qué lugar le tocaría ir en ese día. En esta ocasión le tocó trabajar en una comunidad ubicada a dos horas de la ciudad, ahora solo iría con Ernestina. Ambas se dirigieron a donde estaba el transporte que pasaría a dejar al personal, el regreso sería hasta después de las tres de la tarde.
La lluvia había arreciado acompañada de viento, Mireya se alegró de haberse llevado las botas. Se dispuso a desayunar mientras observaba la lluvia incesante. Recordó sus tiempos de estudiante en la licenciatura, las veces que contemplaba la lluvia desde su aula de clases e imaginaba cómo sería su vida laboral. Años después de nuevo tenía a la lluvia como escenario, solo que ahora estaba justo en el lado que anhelaba. Sonrió. Sintió los latidos de su corazón, entre emoción y nervios. Le gustaba su labor, quería dar lo mejor en su trabajo.
Ernestina la miró y preguntó,
─¿En qué piensas Mire? Estás bien concentrada mirando hacia la lluvia.
─Me gusta observar la lluvia, me evoca tantas cosas, me hace recordar etapas de mi vida─ respondió Mireya.
─Las personas que bajan en la comunidad de San Quintín, ya estamos a cinco minutos de llegar─ se escuchó decir al conductor.
Mireya y Ernestina intercambiaron miradas y sonrisas. Mireya se acomodó el chubasquero y se puso las botas. Entre el tiempo y la lluvia les tocaría sortear una nueva jornada.

No comments yet.