Liminal, de Merly Macías, la dramaturga gótica
Liminal de Merly Julieth Macías Rodríguez (Tuxtla Gutiérrez, 1987) reúne tres obras de teatro: Hambre, Grayas y Amorosa, textos que exploran los misterios del dolor y del amor.
En Hambre está el abandono y la violencia. Están las personas expulsadas del paraíso, apartadas de cualquier solidaridad y alegría. Está el hambre que marca las vidas; el hambre que no deja vivir, pensar ni progresar.
Merly Macías es una creadora extraordinaria, escritora y dramaturga destacada. La conozco desde que ingresó en la Universidad Autónoma de Chiapas a estudiar Ciencias de la Comunicación. Fue mi alumna, y con el tiempo, mi amiga.
He sabido de sus logros, que me alegran y enorgullecen. Es maestra en Teatro y Artes Escénicas por la Universidad Internacional de la Rioja. Imparte clases en la Facultad de Arquitectura de la Benemérita UNACH. Ha dirigido más de una docena de piezas teatrales y ha sido fundadora de la agrupación independiente Mantícora Teatro. Sus principales montajes han sido Pedro Páramo, Frankenstein, La fábrica de juguetes, Rumores en la polvareda y Voz Rosaria.
Aparte de ser dramaturga y actriz, es también divulgadora cultural. Ha realizado entrevistas a escritores, directores, ha escrito crónicas y críticas literarias y teatrales para diversos medios de difusión. Es autora, además, de nueve obras, de las cuales comentaremos Hambre, Grayas y Amorosa.
En Hambre, con que abre Liminal, están las personas desdichadas que han sido expulsadas de la modernidad. Está el sufrimiento de Julia y de su hijo. Su palabra denuncia las violencias, el hambre y las tempestades ocasionadas por las propias personas en sus afanes materiales.
La dramaturga crea una atmósfera de pobreza material y espiritual, un caminar en penumbras, un tocar puertas sin encontrar salidas. Palabras de la desdicha, de la pesadumbre, donde ficción y realidad no son más que la otra cara del abandono y la violencia.
Grayas es un atisbo a la mitología clásica. Es un despertar de las diosas de la antigüedad que vienen a explicar el desastre del mundo. Merly Confiesa su afinidad por Edipo rey, por Electra, por Medea y Las troyanas, dramas que disfrutó desde muy joven; por Eurípides y por Esquilo; su afán de búsqueda de la sabiduría antigua en el frágil caminar de la modernidad de hoy.
Desde una mirada críptica, la voz de Merly es, en Amorosa, liturgia y canto, profanación y salvación. Es el amor por una figura evanescente. Es la sangre. Es la pulsión de vida y muerte. Es lo misterioso y lo gozoso.
La obra de Merly reivindica dramaturgia del dolor, del misterio, de la pasión y la devoción. No hay posibilidad de salvación, sin recorrido interior. El ser humano está condenado a su libertad, que es gozo y condena.
Su mundo imaginativo tiene el compromiso de la representación de las voces en penumbra. Su teatro es oscuro, fúnebre, un canto al mundo pendiente, a la posibilidad de otra vía, al regreso de lo mítico, al reconocimiento de la desazón actual y las injusticias.
Hay, en su tono narrativo, rastros de la literatura gótika. De Mary Shelley y su Frankenstein; de Bram Stoker y su Drácula, también de Charlote Brontë, y de Elena Garro, una gran dramaturga, que recreó la desesperanza de la pobreza en el medio rural mexicano. Está la influencia de Antón Chéjov, el ruso de La gaviota, El tío Vania y El jardín de los cerezos, y el maestro del teatro contemporáneo, Konstantin Stanislavski.
Con el conocimiento de los diálogos, la dramaturga chiapaneca construye y recrea personajes, los saca de la oscuridad, de la soledad, del abandono más terrible, que es apartarse del mundo y vivir en la más absoluta indiferencia. Lo gótico, lo dark está en su trabajo escénico. Los ha hecho protagonistas. Les ha dado vida entre fantasmas, en la oscuridad, y los ha hecho visibles.
La autora de Liminal forma parte de una generación de mujeres que reivindican la creatividad artística como espacio de realización, protesta y propuesta. En este paisaje de voces, destacan mujeres creadoras que han hecho de Chiapas su espacio vital, como Laura Jiménez Abud, Darinka Ramírez, Guadalupe Calvo, Alejandra Muñoz y Petrona de la Cruz, entre otras voces que se aferran a hacer teatro. Está también el eco de su maestro Carlos Erón Pérez Trujillo, quien la introdujo en el arte escénico, como a muchos, a muchas, quienes ahora se dedican a este arte difícil, muchas veces ingrato, pero que brinda satisfacciones que solo conocen sus cómplices hacedores.
Sé que habrá más obras de Merly Julieth Macías Rodríguez. Sé que en su cabeza bullen muchos personajes y muchas puestas en escena. Me alegra que, en medio de la oscuridad, brille su palabra firme y alumbre con soles la dramaturgia local y nacional. Muchas gracias.







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