1968: el legado de la Memoria

«La participación de mujeres en el 68: espías, cuidadoras y mensajeras»: lacadenadeeva.com

Durante este mes de octubre se ha recordado al Movimiento Estudiantil-Popular acaecido en el país en la segunda mitad del año de 1968. En la TV pública, canales 11, 14 y 22 se exhiben películas y documentales alusivos al Movimiento de 1968, con lo que un amplio público está en capacidad de enterarse de lo que pasó y por qué sucedió. Enlisto los siguientes documentos fílmicos: El Grito, (1968); Canoa, (1975); Rojo Amanecer, (1989); Verano del 68, (2000); Olimpia, (2018); Memorial del 68, (2008); Un extraño enemigo, (2018). Así que la pantalla convertida en Memoria, cumple con No Olvidar y agrego, en mi caso y en el de muchos compañeros y compañeras, No Perdonar. En el caso de El Grito, de Leobardo López Arretche, ya finado, me vi involuntariamente involucrado. El documental referido realizado por quien en aquel momento era un estudiante del Centro Universitario de Cine de la UNAM (CUEC-UNAM), registra casi todo el transcurso del movimiento estudiantil incluyendo la marcha del silencio del 13 de septiembre y escenas del 2 de octubre, así como la conmemoración de El Grito de Independencia que lanzó en la noche del 15 el Ingeniero Heberto Castillo, frente a una gran concurrencia estudiantil en la explanada de la Ciudad Universitaria. La noticia llenó de ira al siniestro Gustavo Díaz Ordaz (por cierto, debiera de cambiarse el nombre al mercado de Tuxtla Gutiérrez) que decretó la confiscación del rollo fílmico. “a como diera lugar”. Leobardo López Arretche, si estuviese vivo, sería hoy uno de los cineastas más importantes del país y de América Latina. Tuvo un talento desbordante para filmar y con su cámara al hombro fue testigo memorioso del transcurrir del Movimiento. Sucedió que en el departamento en donde vivía con su esposa, esta última y yo, traducíamos un texto de Jhon Kennedy (si, así se llama el antropólogo al que me refiero) acerca de los Tarahumaras, que nos había encargado, con pago por delante, el Dr. Gonzalo Aguirre Beltrán, por aquellos días Director General del Instituto Nacional Indigenista (INI). Corrían ya los primeros meses del 1969. Una mañana, mientras traducíamos el texto mencionado ( John C. Kennedy, Inápuchi: Una Comunidad Tarahumara Gentil, 1970, México, Instituto Nacional Indigenista), escuchamos el timbre denotando que alguien llamaba. Al ver por la ventana notamos que era nada menos que Henrique González Casanova, Director del CUEC, quien tocaba a las puertas de aquel departamento. No tardamos en pensar a qué venía: quería confiscar el rollo de El Grito. Decidimos que me llevaría el film a esconder para evitar que cayera en manos del Director del CUEC quien seguramente lo entregaría a la Secretaría de Gobernación en manos de Luis Echeverría Álvarez. Así que, como el Director del CUEC no me conocía, salí tranquilamente por la puerta del edificio con el rollo de marras y me fui directo a casa de mis queridos amigos, José Lameiras y Brigitte Bohem. A esta última se le ocurrió el escondite más seguro: debajo del colchón de su padre, quien era el Presidente del Club Alemán de México, y nadie imaginaría que allí estaba el rollo. Así que allí quedó escondido, supongo que por lo menos durante el período que restaba al sexenio finalizado en 1970. Ignoro qué sucedió después. Pero gracias a lo que relato, hoy podemos ver El Grito, uno de los documentales más importantes-sino es que el más importante-de los que se filmaron para recordar aquel Movimiento Estudiantil de 1968 que tantas repercusiones ha tenido en la vida del país. Al llegar Luis Echeverría al poder varios de los estudiantes presos en Lecumberri fueron deportados a Chile, regresando a México algunos años después. Gracias al Movimiento Estudiantil, se avivó el feminismo y la lucha de las mujeres en México. Fueron pioneras Roberta Avendaño Martínez, “La Tita”, quien fue representante de la Facultad de Derecho en el Consejo Nacional de Huelga. Estuvo presa dos años en la cárcel de Santa Marta Acatitla junto con otra líder del 68, Ana Ignacia Rodríguez, “La Nacha”, a quien después pasaron a la Cárcel de Mujeres. Existe un “corrido” dedicado a la “Tita”: “Que si la Tita se fuera de leyes/los leguleyos le irían a llorar/Ay mi Tita por Dios te lo pido/que de Leyes no te vayas a olvidar.” Se canta con la música de la “Adelita”. La “Tita” murió el 9 de agosto de 1999 en un hospital de Guadalajara. Vivía en Colima. Por su parte, “La Nacha”, también líder y brigadista del Movimiento de 1968 aún vive a sus 81 años de edad. Escribió un importante libro titulado Cartas de Libertad (México, Ediciones Quinto Sol, 2028) que transmite el testimonio de las mujeres presas por su participación en el Movimiento Estudiantil de 1968. Imprescindible lectura para mantener viva la Memoria de aquel Movimiento. Muchos cambios ocurrieron en el país a consecuencia del 68 además del surgimiento de un feminismo organizado. Por ello, conservar la Memoria del Movimiento Estudiantil de 1968 es preservar para el Patrimonio del País, un momento clave del siglo XX, de hecho, quizá el más importante por sus consecuencias después de la Revolución Mexicana de 1910.

Bosques de Santa Anita, Tlajomulco. A 5 de octubre de 2025

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